ISABELA COSSE • VANIA MARRARIAN
1975: AÑO DE LA
historia
ra
Identidad , memo
en una dic
Isabela Cosse • Vania Marearían
1975 : Año de la Orientaudad
Identidad, memoria e historia
en una dictadura
Ediciones
TRILCE
Contenido
Ilustración de carátula:
variaciones sobre Juramento de los Treinta y Tres Orientales
Juan Manuel Blanes. 1877.
C 1996. Ediciones Trilce
Casilla de Correos 12203
11300 Montevideo. Uruguay
Durazno 1888
leí. fax 159821 42 77 22 y 42 76 62
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Catálogo: htpp: //www.chasquc .apc.org/ trilce
ISDN 9974 32 142-5
INTRODUCCIÓN .7
i. El poder de la historia.—. 10
1. La patria en debate .10
2. La clausura del debate .14
3. Las festejos históricos . 18
4. La ~orientaltdad m .21
II. La historia en la vida cotidiana.26
1. Golpistas y publicistas.26
La campaña de la CNH5. 28
Las campabas militares .31
2. De mano en mano .34
3. Recorridos y paisajes históricos .38
Treinta y tres Individuos en el paisaje .39
La conservación del pasado.41
Un lugar en el mapa.44
El sitial del Compadre.. ..48
Los héroes de la década.52
Un legado de cemento.54
III. La historia en su lugar ...56
1. Vitrinas y anaqueles para el pasado ..56
2. Una nación expuesta .58
3. Los despojos del héroe .63
IV. En busca de apoto».69
L. El pueblo oriental .69
2. Redes locales .74
3. COn ánimo folclórico . 78
V. Cívicos t militares .84
1. Glorias militares ~ .84
El espejo del coronel Latorre. 84
"Sangre fresca". 91
De los cuarteles al gobierno.94
2. Un asalto a la cultura .99
Armas doctrinarias.99
Libros, músicos e historiadores.104
Entre lineas.107
Las letras nacionales.110
VI Loh baldos de un Aflo histórico ...114
Motil .• i®
Bibliografía ... 131
Puenirn ....133
AgmrteCemoH:
A (h'rttrdoCactcmo. con quien pensamos y discutimos este proyecto.
F» mi t nqflonza y apoyo.
A Jonfi Pedro Burrán. Ana Fregó. Esther Ruiz, Lucia Sala y Carlos
/n iHllugn que examinaron con atención versiones anteriores de este
itulMifo y nos ojrccieron sus valiosas opiniones
luí ayuda de Cortos Demasi que comentó esta investigación y
rescAvió Innumerables problemas.
txi paciencia de Hugo Achugar que nos ayudó a mirar.
A Femando Devoto por sus opiniones críticas y sus recomendado
nos.
Et impulso y los sugerencias de Pablo ¡tararí.
A César Aguiar. Pómulo Cosse. Juan Grompone. Selva López y
Alvaro Rico por su buena disposición para dilucidar las más diversas
iludas y preguntas.
A Leandro Delgado por leer atentamente estas páginas, por haberlas
hecho más comprensibles y precisas.
A (ocios losjúncíonartos de la Biblioteca Nocional y de la Biblioteca
de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. A los
funcionarios del Conseja de Educación Secundaria.
Al Centro de Estudios InlerdíscípUnaríOS del Uruguay (FHCEf por
ftermUinxos acceder a su valtosa documentación. A Norali y Silvia.
A Jamiliares y amigos, por ayudarnos a salir de 1975.
A Gustauo, Leny. Roberto y Silvia.
nuestros padres
Introducción
Durante la transición y sobre todo en las primeros años de democra¬
cia. el interés por la dictadura conmovió a la sociedad uruguaya En
aquel momento predominaba la necesidad de compartir públicamente el
sufrimiento y los dolorosos testimonios de una década de autoritarismo
Esa necesidad se reconocía romo un tema de profunda proyección
política para la restauraeión democrática. La validación electoral de la
impunidad para las crímenes cometidos por el gobierno dictatorial abrió
una época de silencio. En efecto, durante los años posteriores a 1989.
prácticamente se dejó de hablar de la dictadura. En los últimos años, a
dos décadas del golpe de Estado, los uruguayos volvimos a mirar hacia
esos tiempos difíciles. Una vez más. el imperativo de la memoria hizo del
pasado dictatorial una preocupación para la colectividad toda En cierto
sentido, la historia de las períodos cercanos se construye siempre bajo
la presión de la memoria Pero esto se agudiza cuando se trata de sucesos
que marcaron hondamente la vida personal y social.
En agosto de 1993, realizamos una investigación sobre la relación de
los montevideanos con la historia nacional en base a una encuesta de
hogares y varias entrevistas colectivas En ese entonces, la dictadura fue
mencionada espontáneamente como el peor momento del pasado propio
por la mayoría délos entrevistados, argumentando que habla atacado los
valores sociales más apreciados. 1 A parUr de estos resultados, comenza¬
mos a interesamos por la visión de los uruguayos que no vivieron las
experiencias más dramáticas del autoritarismo. Pensábamos que las
“fracturas de memoria" de las que hablan Maren y Marcelo Vinar no se
relacionaban solamente con las violaciones de los derechos humanos. 2
Se vinculaban también ron gestos cotidianos que afectaron, entre otras
muchas cosas, la relación de la comunidad con su pasado.
Esta percepción nos condujo a preguntamos por la escena pública
durante la dictadura, por las medidas que afectaron a los habitantes del
pais más alia de su posición frente al régimen. Desde una preocupación
por la memoria social, nos centramos en las políticas de celebración
histórica del gobierno instaurado en 1973. Más precisamente, estudia¬
mos el programa de conmemoraciones de los ciento cincuenta anos de
7
la Cruzada Libertadora* •• rr.dlmdo durante 1975bajoel rótulo de“Añc de
la «>i in d.illdul •*
A lo lar 40 ti»* lo* meses dr investigación. recibimos tantas interpreta
• del período ( fimo personas supieron del Lema. Sucede que los
nía di , <*liirnv> autoritario siguen gravitando en la memoria personal
y mlr< Itva Aunque seguramente no significan lo mismo para quienes
mUi» m « uulU i me*de recordar con precisión que para quienes asocian
ral. «n 1 ecuerdo* a la historia de sus mayores Erlc Hobsbawm sostiene
que litiy una zona de penumbra entre la historia y la memoria: entre el
luí?» \tk> como un registro general abierto a un examen más o menos
Impar* lal y H pasado como parte recordada o experiencia de nuestras
vltliiH. Paro los seres humano» individuales esa zona se extiende desde
el punto donde comienzan las tradiciones u memorias familiares [...|
hasta el Un de la infamia, cuando se reconoce que los destinos público
y privado son inseparables y se determinan mutuamente (...) siempre
existe esa tierra-de-nadie en el tiempo. Es la parte de la historia cuya
comprensión es más ardua para los historiadores, o para quien quiera
que sea ”. 3 Para quienes escribimos este trabajo, la dictadura pertenece
inequívocamente a esa ‘zona de penumbra". Seguramente, este libro es
también un intento de dar sentido a lo vivido en nuestra infancia.
Las páginas que siguen describen la parafemalia patriótica que
saturó la escena publica y analizan el uso político de la historia durante
1975. En esc año, desfiles, actos y arengas nacionalistas fueron promo¬
vidos como instancias de comunión en sustitución de los lazos sociales
abolidos. Al disolver las formas tradicionales de organización política y
social, el gobierno dictatorial buscó durante sus primeros arios confor¬
mar espacios alternativos de ratificación. En esc contexto, las conmemo¬
raciones históricas contribuyeron a encauzar la búsqueda de apoyos y
la necesidad de controlar las manifestaciones públicas. En ese mismo
sentido, las diferencias en la interna gubernamental encontraron en la
historia un medio de expresión. Más específicamente, la pulseada entre
los mandos militares y el presidente Juan María Bordaberry —resuelta
con su deposición en junio de 1976— estuvo continuamente presente
tras los festejos históricos.
Pero este enfoque busca trascender una lectura demasiado apegada
a los avalares políticos coyunturales. Intenta inscribirse en la más larga
duración de las tradiciones nacionales, en sus continuidades y rupturas
a nivel historiográfico y político.
En la primera parte, se presenta una introducción a las modalidades
de relación con el pasado que caracterizaron al país hasta y durante la
dictadura y se describen globalmente las medidas de celebración histó¬
rica de 1975. A continuación se muestra la presencia de la historia en
la vida diaria: las modalidades publicitarias, los objetos de uso cotidiano
y las modificaciones del entorna físico. En un tercer capitulo se presen¬
tan las políticas destinadas a los ámbitos de conservación y exhibición
del patrimonio histórico nacional. Por último, se abordan las proyeccio¬
nes que las celebraciones tuvieron en actores y sectores sociales,
prestando especial atención a las iniciativas locales, las relacionadas con
las Fuerzas Armadas y los espacios de la cultura.
En resumen, esta investigación Indaga en los esfuerzos de los
sectores dictatoriales por reformular los contenidos y modalidades de la
identidad nacional De este modo, quisiéramos contribuir a estudios
posteriores que atiendan al proceso mucho más complejo de relación de
la sociedad con su pasado cercana. Intentamos evitar la simple valora¬
ción demoníaca del período y empezar a preguntarnos por el Uruguay en
que fue posible el golpe de Estado. Con esa intención, nos propusimos
acercarnos a una época que conocíamos desde una perspectiva familiar.
No sabemos si hoy es posible un relato del pasado que Integre esos años
difíciles a la memoria colectiva, que los vuelva parte del pasado que el
grupo identifica como propio En cualquier caso, la narrativa histórica
es sólo una forma tangencial de asimilar el impacto de un pasado
traumático.
• Cruzada Libertadora: movimiento encabezado por Juan Antonio Lavalleja contra el
Imperto de Brasil; los •patriólas’ partieron de Buenos Aires y desembarcaron en el actual
departamento de Soria no el 19 de abril de 1B25. desde donde Iniciaron la campada
milItur que puso fin n la dotrJnnclón brasileña
•• Originalmente. este trabajo fue realizado para cumplir oon las exigencias currlcularc»
|mi .1 la aprobar uki del curso de Historia del Uniguay III y del Seminarlo de Historia de
Ir Historiografía dedicado al estudio de la 'Historiografía uruguaya dd incdlo siglo
111)40 19901“ ararRorielosproíesare»EstherRulzyCariosZuMILag<i.te*|»ertlvamrrite.
V
a
I. El poder de la historia
I Jm patria rn debate
i i . u* micción de toda identificación colectiva supone el señala
mi» uto ti»■ i k ilos momentos especiales que condensan las razones de
• *.t oí |iiiv La elección de esos "tiempos fuertes - refleja una valora-
non sobre rl plisado que la colectividad reconoce como propio y
li unían*' A través de esta operación de selección, la memoria de un
1*1 i| " ilumina ciertas zonas y olvida otras. La liturgia patriótica expresa
rl *ii nUmlrnlo nacional <{ue id Estado requiere como sustento tic su
ui iid.i I poUticu. Poi eso. los festejos y símbolos nacionales representan
1.1 < omurvlón entre gobernantes y gobernados. A su vez. esta "religión
Ion . 1 " vitualla a las personas con una serie de valores trascendentes que
proponen como fundamento de la existencia colectiva. Pero, además.
1.1 propia modalidad de institución del calendario de celebraciones puede
•M-r indicio de la sociedad que en él busca proyectarse.
En el Uruguay de comienzos de siglo, los trámites de definición de
i hiis fechas parerieron caricaturizar formas usuales de construcción de
I »'% t eferentes de identificación nacional. Al aproximarse el centenario del
25 de agosto de 1825. se asistió a la controversia sobre el hito que debía
simbolizar el nacimiento del pais independiente.• Las definiciones y
expectativas que se pusieron en juego en esta discusión derivan, al
menos en parte, de las propias conmemoraciones nacionales. Fierre
Nora explica que ellas "ofrecen el registro completo de las tensiones y de
las contradicciones que habitan toda conmemoración, tensionadas
entre la conciencia de la distancia y la voluntad de aboliría, entre Ih
espontaneidad festiva y la institución que la regla, entre la conservación
anquilosante y la apertura al porvenir, entre la fidelidad al mensaje y su
adaptación al presente". 4
En el país de los años veinte la discusión se instaló en el ámbito
legislativo. Las cámaras, soslayando la definición oficial de una única
fecha, terminaron votando resoluciones contrapuestas. De este modo, al
mismo tiempo que se propiciaba la conmemoración del 25 de agosto de
IH25 y la del 18 de Julio de 1830, se dejaba abierto el debate sobre su
significación en la historia nacional.** En esta polémica se manifestaron
< lile r rn tes valoraciones del proceso independentista y de sus protagonis -
las m función de las perspectivas de los partidos políticos. 5
• J*> fie ikkwI'i r le 1825 mmkni de tu Asointiteu de Representantes en la Florida, donde
•• aprobaron Ins Arta* de declaración de la independencia, de unión y de iuscj del
|i*lirllmi dr tai» l*rovlmln‘» Unida*
•* iM.lff/iWfcul* IH¿Mi iiiramento déla primera Cana murtón uruguaya en ta Iglesia Matriz
• Ir Mmievlcleo. el trato Imbuí sido redactado por la Asamblea Constituyente constituida
m I ftiM y aprobado par brasil y Argentina cf 27 de mayo de 1830, según k» establecido
|m>» i,* i i nvriu lón Preliminar de Par que diera nacimiento al nuevo Estado.
Pero la divergencia de opiniones permeó las implicancias partidarias
del tema, revelando el antagonismo entre tesis historlográficas. En líneas
generales se puede distinguir dos corrientes de opinión: la llamada
postura " nacionalista" o “independentista clásica" y la denominada
"unionista" o “disidente". La primera sostenía la existencia completa de
un sentimiento nacional hacia 1825. forjado desde tiempos coloniales y
afianzado durante el artiguismo La segunda descreía de la predestinada
independencia de un territorio cuya configuración estatal se explicaba
por una diversidad de factores, enfatizando en el federalismo artiguista
y en la concluyente influenc ia inglesa. Sin embargo, la escisión partida¬
ria y la lustonográfica no necesariamente determinaron la superposición
de los bandos en disputa. De este modo, en 1923 hubo colorados
afiliados a la tesis “nacionalista", así como más tarde no pocos blancos
se adhirieron a postulados de la “disidencia ". 0
Tales discrepancias correspondían ciertamente a legados culturales
y partidarios disimiles que se expresaron, según Carlos Real de Azúa. en
“una causalidad de coyuntura' que no puede desglosarse, empero, de un
ánimo general, colectivo, de peculiar seguridad y confianza en las
posibilidades del pais virtualmente desconocida por las generaciones
orientales de la centuria anterior ". 7 En otras palabras, la polémica surgió
en un pais que disfrutaba una estabilidad inédita. Se vivía el afianza¬
miento de la modernización política y social que ambos partidos habían
colaborado a consolidar Y no es menos cierto que esas vertientes
continuaron modelando las perspectivas de la historia nacional y
contribuyendo a renovar los interrogantes aJ respecto.
La distancia entre la discusión parlamentaria de esa época satisfecha
y la vía que se asumió oficialmente al conmemorar el “Sesqulcentenario
de los Hechos Históricos de 1825", evidencia hasta qué punto el pais
había cambiado sus formas de dirimir los pleitos. Pero muestra también
la perdurabilidad de ciertos dilemas que. en contextos muy distintos,
volvieron a instalarse en la sociedad uruguaya. Este es el caso de la fuerte
incidencia de los ámbitos políticos en la consolidación de una narrativa
histórica, relación que atraviesa y signa ambos momentos. Mientras en
el Uruguay democrático, la polémica involucró los diferendos partidanos
sobre los contenidos de la historia nacional, el pais de la dictadura
aproveclió el calendario para intentar una fundamentación histórica.
Entre d centenario y eJ sesquicentenario de 1825. la controversia
sobre los orígenes de la nación y la consolidación del Estado nacional no
estuvo ausente. Aunque los festejos oficiales de 1930 mostraron la
decisión gubernamental de prionzar el 18 de julio, d 25 de agosto fue
progresivamente afianzándose en el espacio oficial mediante la inmode¬
rada insistencia de manuales, monumentos y discursos. Al mismo
tiempo, se afianzaba una representación dd pais que Gerardo Cuctano
denomina “imaginario integrador". es decir, una autoperccpción cuyos
contenidos fundamentales «man “una matriz democrático pluralista ih*
I I
H)
I .i • |m 1 i l« nuil ». iiiiíi rrtvtmlir arlan del camino reformista que se
«■* • i • in Im lu n -i i- a la antinomia conservación-revolución; la
i i iiimi iu iiiImiiii rl c (miñopo]iUsmo de perfil eurocéntnco. el culta a la
. > • . |m i. nuli Im I ni i ignava' m el concierto Internad onal y fundamental
i■ u nir -i» iiim de America I-atina; la exaltación del legalismo. entendido
• "in • rl i rn|;rio ui rstruio a las reglas cié juego (contenido y forma del
... i 11 n I.iiI.ii in|. el tono optimista de la convivencia y el destaque
■I'* Ion valorra ilr seguridad |...]". d En consonancia con esla imagen, se
il> i p« lul’.i el posado nacional, realizando una lectura que sólo se
• i upóla de los acontecimientos y personajes para dar cuenta del
l»n igirstvii avance del país hada tal situación de bienestar y confianza.
El teníanlo Intentó promover una ruptura en esta representación
mediante lo que Caetano llama una "ofensiva antibatllista". El asedio
< mili.» lu ‘identidad simbólica del proyecto innovador" fue articulado en
tiu no .1 dos grandes ejes. Por un lado, se reivindicó el “destino rural" del
p ün. n través de una recurrente invocación al concepta de “Patria" y al
ai tlguismo. Por otro, se atacó la visión cosmopolita del periodo anterior
< < ni una "c .imparta de odio contra el extranjero" de difícil difusión en una
*«w i edad con tan alto porcentaje de inmigración reciente. 8 Como plantea
r.slhrr Rute, el gobierno tenista estimuló un “nuevo patriotismo’ me¬
díanle la “celebración de las efemérides con grandes concentraciones
cívico militares". Esos eventos buscaban dar popularidad ai régimen e
imponer una concepción conservadora de la nacionalidad frente a la
tradición batlllsta. 10
A pesar de su virulencia, la prédica del tonismo no logró desmontar
totalmente la imagen del país consolidada en las décadas anteriores. Sin
embargo, puede afirmarse que el impacto de la nueva conjunción de
patriotismo y xenofobia contribuyó a afianzar una concepción de la
nacionalidad que descalificaba la disidencia. De allí en más cada época
impuso sus tonos distintivos pero la parafemalia estatal mantuvo una
insoslayable presencia en las conmemoraciones patrióticas Al tiempo
que se instituía la celebración periódica, se uniformizaban los progra¬
mas y se iba diluyendo el tono festivo que habían tenido en las primeras
décadas del siglo.
Consolidado el calendario oficial de celebraciones, la discordia histó¬
rica sr fue desplazando desde la puntualidad de las fechas hacia la
reflexión sobre las circunstancias globales del nacimiento del pais
Independiente. En este sentido, durante las décadas de los cincuenta y
sesenta rulos interrogantes asumieron el carácter de preocupación
milltunlr pura la generación llamada “del 45" o “de Marcha". Para esta
generación, el señalamiento de la crisis se convirtió en el detonante del
i ueiUonamicnto de la viabilidad del pais. Asi. una percepción critica del
i i espine y una revisión del pasado derivaron en una propuesta removedora
• ir las |nrHnpur»tos del Uruguay anterior al cincuenta.
Mientras los sectores populares y la intelectualidad latinoamericana
eran conmovidos por la derrota poli tica de las experiencias nacionalistas
y por el triunfo de la revolución cubana, se comenzó a perciba la crisis
de un modelo que hasta entonces habla parecido exitoso. La conilictividad
sindical, el descontento social, el descenso de los precios internacionales
de loa productos uruguayos, las dificultades en los mercados extranje¬
ros. los primeros signos del estancamiento industrial y las denuncias de
corrupción de la dirigencia política fueron algunos de los sintonías del
ocaso de “la Suiza de América".
En la Introducción a su Antología del ensayo uruguayo contemporá
neo. Real de Aziia transmite los estilos y acentos de la promoción que
vivió en medio de esos acontecimientos "La postura de inconformidad
|...| ante la versión rasada y optimista de lo uruguayo, el desdén, y hasta
la animadversión, hacia las superestructuras políticas y culturales con
que. en la aparente adhesión de todos, el pais se expedía, la sensación
de crisis —de crisis de perención, de agotamiento irremediable— de
todos los supuestos (económicos, sociales, culturales, internacionales)
sobre los que la existencia oriental, en forma apacible, confiada —y al
parecer unánime— creía descansar." n
Percibir la crisis significó, entonces, descubrir una dimensión de lo
latinoamericano centrada ya no en las diferencias, sino en las similitu¬
des. en las problemáticas comunes, en los diagnósticos de una realidad
ahora compartida. La proyección latinoamericana de Uruguay nc sus¬
tentó en una relectura historiográfica que partía desde el presente para
llegar hasta lo que Pablo Blanco Acevcdo —portavoz de la “tesis
indepcndentlsta clásica’— había denominado "orígenes de la naciona
lidad". Los protagonistas de esta embestida arremetieron contra las
versiones fundadas en causalidades endógenas, utilizando postulados
de raíz "unionista" y destacando el papel de los factores exógenos
especialmente la injerencia inglesa.
Pero esta mirada tuvo también puntos de contacto con las versiones
más tradicionales de la histona. En esta nueva síntesis, la valoración de
la herencia hispánica y del federalismo arüguista contribuyó a forjar la
conciencia de perspectivas semejantes c incluso el ideal de "un" porvenir
latinoamericano Artiguismo e hispanismo fueron eximidos de la diatil
ba revisionista que. según Carlos Demasi. hubiera tenido “una oportu¬
nidad para iniciar una revisión a fondo, sí no se hubiera visto atrapada
en la misma lógica del relato que quería sustituir. Si la versión dominante
se había construido sobre la base de la negación de las disidencias y el
ocultamientoo la disculpa de los aspectos más criticables de la actuación
de los ‘héroes’, la versión ‘contestataria’ adoleció de defectos similares
se apoyó solamente en los aspectos negativos, manteniendo un discurso
uniformizador que resultaba una especie de negativo fotográfico del
relato tradicional". 12
Este replanteo de la trayectoria histórica del pais se produjo en un
clima de creciente polarización ideológica, social y política. Mientras una
l'J
13
P* "**"»< 1 dr lnl«’lrctuifc* vinculaba rl proyecto nacional al pagado y al
hiiun *|r| ronUnmte. lo*» sectores conservadores veian una nación
.n oí <l.i ti mi* frmilci n territoriales. amenazada desde afuera Sí bien es
riri 1 «»m<<- tu opima lón nnnonnl-extranjero articuló propuestas ideclógi-
i ai «Ir iliv# ino signo. no siempre fueron los limites geográficos los que
(IrfMtlnoii I* «paróme tros de inclusión o exclusión. Solia ocurrir que las
'•> •‘.rrespondian con los mapas, sino que se trazaban sobre
mi pl.mn ulrologjro Por eso. los reales diferendos entre las partes
riilrentiwUi ni» pasaban por el empleo de conceptos como "patria" o
' »ii«Ulerteante* sino por el sentido que estos términos adquirieron en
Im« onlroiitaclón política.
lleude el análisis de las versiones más radicales de ambas posiciones.
I i ¡un tico Panlzza muestra esta particular configuración de los discur-
■Mi*» políticos de loe años sesenta. Enfatizando el papel del enfrentamien¬
to mire las FFAA y los Tupamaros, sostiene que “la lucha ideológica de
la mal rJ discurso militar fue parte se desarrollo no tanto a través de la
presentación de elementos ideológicos contrapuestas sino en cuanto
intentos de articular cadenas de sentidos opuestas a elementos Ideoló¬
gicos comunes - . 13 De este modo, quienes sostenían una prédica en pro
de la unidad latinoamericana la unían a una enérgica defensa de los
valores "nacionales" ante lo que creían un "avance imperialista". Asi
(amblen, quienes se asignaban la salvaguardia de las tradiciones
vernáculas, enmarcaban la tarea en d fortalecimiento de los "principios
de lu civilización occidental’.
2. La clausura del debate
Al comenzar la década del setenta, se había configurado un panorama
social y político polarizado por prédicas que utilizaban una lógica de
descalificación de la contraparte política en términos de exclusión
nacional Este mecanismo de invalidación del oponente ha sido usado
mn frecuencia por aquellas corrientes que ven en la nación un “alma
colectiva" o una "totalidad inclusiva". 14 Esta vertiente predominó en la
"tesis clásica" de la historia nacional que. al decir de Real de Azúa. "se
caiga éneamente de acentos normativos y valorattvos: quienes asi
plantean rl tema parecen pensar que su condición de buenos uruguayos
no les permite concebir otra alternativa y, aun. que seria ddictuoso
hacerlo". 15 Sin embargo, los rasgos democráticos del proceso político
nnrlonal habían impedido que esta corriente convirtiera el debate
histórico en un monólogo autoritario. No está demás recordar, empero.
l‘" m »s postulados mantuvieran una vigencia prolongada en los progra¬
mas oficiales de rememoraciones y en las versiones emanadas desde las
liiNtitUCtonea estatales.
I*er° lúe n jwrttr del golpe de Estado de 1973 que el gobierno canceló
por la vía de la fuerza la discusión pública sobre la concepción que unía
la vertiente nacionalista tradicional a la Doctrina de la Seguridad
Nacionul (DSN). Una posición que estigmatizaba al disidente dominaba
ahora al aparato estatal. Desde esta situación privilegiada se Instrumentó
arbitrariamente una política dirigida a reprimir para persuadir.
La expresión máxima del süenciannento del debate fue. sin duda, el
Proyecto de Ley del Poder Ejecutivo del 27 de setiembre de 1974
disponiendo la conmemoración del “Sesquicentenario de los Hechos
Históricos de 1825". La iniciativa manifestaba la voluntad de no abnr la
discusión que en 1923 había centrado la atención del Parlamento y que
aún en 1974 había suscitado la argumentación del presidente del
Consejo de Estado. El 25 de agosto de ese año. Alberto Demkhell había
explicado categóricamente que: Eramos argentinos antes de la domina¬
ción lusitana, y seguimos siendo argentinos después de la liberación de
1825. El Uruguay no existía entonces nijamás había existido ante s como
país independiente f...¡. De todos modos, el orador reconocía una perfecta
conexum de hechos y decisiones entre el artiguismo, el acontecer de J 82 5
y el jubiloso desenlace de 1830. ,s 4
En 1975 la ausencia de la polémica se debió más a su clausura
autoritaria que al desconocimiento o ignorancia de su existencia. Por el
contrario, el propio proyecto reconocía el carácter controversial de las
fechas a celebrar, al mismo tiempo que relegaba la discusión aun pasado
definitivamente cerrado. Se consideraba perimida la disputa
historiográfica. fundamentando que el tiempo transcurrido evidenciaba
el sentido fundador de la nacionalidad tanto de los acontecimientos de
1825 como de los ocurridos en 1830 Ante la ferviente aprobación de la
consejera María L. Coolighan Sanguinetti. Demicheli volvió a manifestar
sus discrepancias aunque sin la contundencia del arto anterior. Su
mesura estuvo en consonancia con un proyecto donde se expresaba sin
tapujos que el real significado de estos hechos no se media en parámetros
historiográficos sino en términos de exaltación nacionalista.
La atribución al pasado de un papel legitimador en la consolidación
de un Estado nacional no fue. por supuesto, una innovación de la
dictadura uruguaya. Pero en sus discursos la pretensión de fundación
histórica aparece como una necesidad perentoria de la supervivencia
nacional. La utilización del pasado, que suele subyacer a toda actuación
poliüca. se hizo explícita en el discurso autoritario, organizando su
proyección de la historia en el presente. En este sentido, el mensaje del
Poder Ejecutivo sostenía que era oportuno I...J conmemorar estos hechos,
exponerlos a la veneración pública durante el año del sesquicentenario.
enseñándolos a las generaciones nuevas para que aprendan en ellos a
conocer, admirar y amar sus orígenes y sus héroes y recordarlos a las
Lo» iodo* en cursiva corresponden a citas de documentos y fuentes.
IS
14
qtrru’nu iiífii’s nutdurax. para que su exaltación y su recuerdo les de
inspiración y fumen. l/
Es n< »t cirio que pitra el gobierno su función no consistía en dirimir la
”vnclinl htninviisino en establecer de una vez y para siempre los
MUHirnnm stmbólk os de la colectividad nacional La propia redacción del
iiirtiHa|r<iur ucvmpaAaba al Proyecto de Ley aclaraba que: Nocs materia
'/» hi tutti’u: Ufftü tcrcuir en la polémica, ya histórica, sobre la exacta
r. /•' i fii»u 1 1.1 ir le* aquellasfechas de 182 5 y si tíki marcó el inicio de nuestra
h»!> i ¡encía. Asi lo han entendido los representantes ilustres del
pensrnn/rnlo nacional y estudiosos de nuestra historia, en tardo oíros, de
nn rumor autoridad han señalado que tal acontecimiento ocurnti con la
■ im mirla Constitución de 1630.I. f Por encima de las discrepancias y de
tu interpretación histórica, es. sin embargo, un hecho incontrovertible que
fu voluntad expresada por el pueblo en ambas fechas es afirmación de la
Independencia /.../. ,8
Para los redactores de este texto, la conmemoración del nacimiento
dr Uruguay como un país independiente no admitía cuestionamientos
los discrepancias y la interpretación histórica eran cosa del pasado y sus
protagonistas se hablan convertido en representantes ilustres delpensa
miento nacional. Se postulaba una relación emotiva con el pasado, donde
el sentimiento patriótico importaba más que el análisis del recorrido
histórico de la colectividad. Esta argumentación recurría, además, a la
sanción inaprensible de la voluntad expresada por el pueblo De hecho,
nada indicaba que llegada la ocasión de celebrar el sesquicentenario de
los "hechos históricos" de 1830 el Estado no volviera a desplegar el
mismo afán celebratorio.
A este respecto resulta interesante la coincidencia entre el aniver sario
de la Jura de la Constitución y la convocatoria al plebiscito de reforma
constitucional realizada por la dictadura en 1980. Una vez más. el
calendario superpuso a la encrucijada política una ocasión conmemora¬
tiva. Para esta oportunidad, se programó un torneo de fútbol en el
Estadio Centenario, buscando reeditar el triunfo celeste de 1930. Sin
embargo, el campeonato no pudo realizarse en julio, ni celebrar la nueva
constitución. Debió postergarse hasta el receso de invierno de los
equipos europeos. El 10 de enero de 1981 la selección obtuvo otra copa,
pero H plebiscito de noviembre había señalado el comienzo de la apertura
democrática. Contra las previsiones gubernamentales, las tribunas
festejaron el rechazo del proyecto de la dictadura junto al triunfo
deportivo
Muy distinta era la situación política en 1975 El régimen dictatorial
« (Hitaba recién con dos años de establecido y habla recrudecido su
imlitlta represiva, al tiempo que intensificaba la ofensiva propagandis¬
ta .i Durante este periodo, se gestaron discrepancias en la interna de las
íurr/as gol pistas que tomaron estado público a mediados de 1976 con
i l« | osi. ion dr. Juan María Bordaberry. Hasta ese momento, el horizon¬
te electora] de noviembre había dilatado una definición sobre el futuro
político nacional pero su proximidad pareció demandar una declaración
oficial.
Finalmente, en junio de ese año. el Poder Ejecutivo decretó que no
habría elecciones y sentó las bases del reordenamientn institucional. En
setiembre se dieron nuevos pasos. Se prohibió por el término de quince
años el ejercicio de todas las actividades de carácter político a la plana
completa de los representantes partidarios . 10 Para Luis Eduardo González,
este momento señala el fin de la etapa de “dictadura comisarial" y el
comienzo del "ensayo fundacional". Según César Agular, hasta ese
momento “unas Fuerzas Armadas de amplia tradición ‘civilista', pudie¬
ron minimizar sus cundidos internos y maximizar sus apoyos externos
con una doble promesa de ‘tranquilidad' y ‘programa’”. Al decir de
González, la intención se limitaba a "poner la casa en orden", o por lo
menos asi lo manifestaban los documentos oficiales y asi lo veia la
oposición . 20
Hacia fines de 1974. cuando se aprobó la celebración del
sesquitentenario de 1825. los distintos actores políticos sabían que el
siguiente seria un año de definiciones Gerardo Caetano y José KJIIa
sostienen que, aunque el énfasis del régimen era todavía id cumplimiento
de un papel “comisarial". ya se perfilaban propuestas "fundacionales ". 31
El tema de una posible reforma constitucional había estado presente en
la escena política, a través de la difusión de un documento de la Junta
de Comandantes y de un proyecto presentado por Demicheli. presidente
del Consejo de Estado. Sin embargo, ningún portavoz oficial había
mencionado plazos u propuesto algún tipo de cronograma. En este
contexto, el I o de setiembre un conjunto importante de personalidades
envió a la prensa una "Carta abierta al gobierno", en la cual reivindicaba
el pleno funcionamiento de los partidos políticos democráticos, inscribien¬
do su actuación en los planes de reforma constitucional anunciados
desde el Poder Ejecutivo. El presidente Bordaberry respondió en forma
Inmediata a estas demandas calificando de desubicados a sus firmantes
y sosteniendo que no puede concebirse que en noviembre de J 976 se
convoque a elecciones dentro del sistema político e institucional perimido
el 27 de Junio de I973. 22
La decisión del gobierno de realizar un ambicioso plan de celebracio¬
nes históricas se inscribió en este ambiente de preocupación sobre el
ulterior desarrollo del proceso político iniciado hacia más de un año
Cuando la estridencia histnricista llegó a su apogeo, en la Interna
gubernamental todavía no se había tomado la decisión definitiva sobre
qué camino liabria de seguirse. Las tensiones producidas por el enfren¬
tamiento dé opiniones c intereses no fueron ajenas al montaje celebratorio.
Por el contrario, aunque el Proyecto de Ley establecía ciertos cauces o
lecturas, durante su propio despliegue se fueron Incorporando otras. En
ellos, turno se verá más adelante, es pasible visualizar la pugna por rl
sentido y la apropiación de figura*, personajes y símbolos, tensión que
atravesó tanto les objetos como las modalidades de rememoracián.
3. Los festejas históricos
Ly* festejos históricos de 1975 son inteligibles no sólo en el contexto
de un gobierno dictatorial sino en la historia más larga de una narrativa
Jj '• orígenes nacionales. 23 En ese sentido, la "operación
wsqulrentenarlo* interpela las modalidades de conmemoración asumí -
<l.w rn el Uruguay anterior. Así. por ejemplo la intención de extenderlos
fe» tejo* duran te todo el arto no contaba con antecedentes. El proyecto de]
Poder Ejecutivo establecía que la celebración no se reduciría a la
Declinatoria de la Independencia sino que se incluirían todos aquellos
acontecimientos de 1825 que señalaron la etapa de mayor trascendencia
en el largo procesa de nuestra formación nocional. En un principio, d
articulado aprobado por el Consejo de Estado precisaba que las fechas
a conmemorar serian: 19 de abril (Desembarco de la Agraciada), 25 de
agosto (Declaratoria de la Independencia). 24 de setiembre (Batalla del
Rincón] y 12 de octubre (Batalla de Sarandí).'
En vista de las dificultades que tan apretada agenda ocasionaría a las
Instituciones públicas y privadas, el propio proyecto original preveía la
constitución de un organismo ad hoc. Por estas y otras razones se creó,
en el mismo trámite, la "Comisión Nacional de Homenaje al
Sesquícentenario de los Hechos Históricos de 1825" (CNHS), con la no
desdeñable responsabilidad de programar, organizar y coordinar la
multitud de festividades. A poco de asumir, esta Comisión realizo un
estudio del año de nuestra independencia para crear un cronograma /.../
y establecer las Jechos de los actos oficiales para los festejos. Así
finalmente se añadieron a las fechas oficiales los aniversarios del Abrazo
del Monzón (29 de abril), del Sitio de Montevideo (7 de mayo), de la
declaración de Libertad de Vientres (7 de setiembre) y de la Toma de la
Fortaleza de Santa Teresa (31 de diciembre!.•• De este modo. 1975
sumaba a las habituales fechas, seis ocasiones más. de suerte que el
resultado fue un abigarrado calendario de conmemoraciones. 34
Batafla del Rincón. enfrentamiento donde las fuerzas ‘patriotas- comandadas por
Fructuoso Rivera vencieron al ejército brasileño al mando de los coroneles JardlnTv
Mena Barmoen el Rincón de Haedo. actual departamento de Rio Negro Batalla de
f”ü fue £®* al mando de Juan Antonio Lavalleja frente al
rirruto brasileño comandado por Bentos Manuel Ribctro en Saranri. Grande, actual
departamento de Florida.
¿Uraxo M Monsón: denominación que refiere a la controvertida incorporación de
i íT' rB lq , ue '“«mentó respondía al gobierno brasileño) atmovtméen
to comandado por Juun Anlonto LavaHeja. Sillo de Montmtideo: fuerzas revoluciona-
ru% Intelut(«i et sitio a la ciudad gobernuda por el Imperio de Brasil bajo la autoridad
«H i uptan general Corto» Federico Lecor. Ubrrtud de Vientres refiere a la uprobactón
í < ** rl báflco de esclavos y <Jp llxitad de vientres en la
AsamNea de la Florida. Toma de la Fartalejn de Santa Teresa: victoria militar de las
Ittersas rrvaliictonurta» al mando de l^onardo Olivera
Por otra parte, el Proyecto autorizaba al Poder Ejecutivo a tomar dd
Tesoro Nacional el dinero paira solventar los gastos y le encomendaba
designar a los integrantes de la Comisión. Los elegidos fueron d general
Esteban R. Cristi IComandante de la División Ejército 1) y los profesores
Femando O. Assun^ao y Alfonso Llambias de Azevedo para los cargos de
presidente, vicepresidente y secretario, respectivamente. 1.a CNHS fue
dotada de amplias potestades en la Instrumentación del programa de
festejos, aunque el Proyecto resolvía de antemano la acuñación de una
sene de monedas conmemorativas del ScsquicenLenario y la realización
dd Mausoleo de Artigas
Esta última disposición resultaba especialmente significativa ya que
enlazaba la Declaratoria de la Independencia con la figura del procer
nacional estableciendo de hecho una continuidad en d relato de la
fundación dd Estado. Además, las vicisitudes de la construcción dd
Mausoleo ocuparon, como se verá posteriormente, un lugar destacado
en d conjunto de las conmemoraciones. Estos avatares permiten detec¬
tar los diferentes acentos y propósitos de las decisiones de los actores
poli ticos Aunque acallado el dcbaLc publico propio de las conmemora¬
ciones nacionales, las tensiones y discrepancias subyadan a la aparente
unanimidad de las políticas oficiales.
Cuando d Proyecto llegó por los canales habituales al Consejo de
Estado, sus integrantes ya habían sido informados de su contenido por
la prensa. Enterados por este intermedio, resolvieron crear una Comi
sión Especial que presentó un informe, tratado conjuntamente con la
iniciativa dd Ejecutivo en la sesión dd 24 de setiembre de 1974. El
órgano legislativo aprobó el original con la incorporación de modificacio¬
nes menores, ronsustanciadas con el espíritu de exaltación patriótica
del texto. El informe de la Comisión recalcaba que: Estas celebraciones,
estimularon y estimulan la unión nacional y hacen afloraren cada hombre
y mujer, ese ideal eterno, que nos une y nunca nos separa, pese a las
diferentes corrientes políticas en que tes hombres se ubican de acuerdo a
su perspectiva, individual y colectiva. De estas palabras se desprende
una valoración de las celebraciones históricas en tanto ceremonias de
comunión entre pasado, presente y futuro, en una dimensión trascen¬
dente a las coordenadas temporales. Así. se aludía a una serie de actos
litúrgicos que enlazaban nuestro Año Santo, las dianas de Rincón y
Sarandl y el alma de los 33 orientales con el deseo de todo auténtico
oriental |de| que nuestro país alcance en el siglo XXI. sin escepticismos,
despojado de mitos, la maduración plena, que lo coloque, como diría
nuestro Artigas, inspirador de la revolución de 182 5. entre tes países "ya
que no de los más poderosos, de los más dignos de la tierra’
En ninguno de estos trámites se había hecho mención alguna al
nombre con que 1975 perduró en la memoria de los uruguayos. "Año de
ln Ortcntalldad". Tal perdurabilidad se debe a su repetida inscripción en
el encabezamiento del amplio espectro de papeles que entraron en la
10
categoría de cioaimeTíios oficíales. Ya a comienzos de lo que seria el "Año
de la Oriental idad*, el Poder Ejecutivo advirtió, con lucidez, que Ario de!
Sesquá-titíiruirío de las Hechos Históricos de ¡825 era ciertamente una
denominación incómoda para uso cotidiano. Decidió por eso que, para
cumplir con lo resucito por Ley. era comer.tente disponer que todos los
organismos estatales encabecen sus disposiciones y comunicaciones con
¡u mención “Año de la Oricrttalidad'’ que además de su profundo stgnifi
cade patrúuico facilita y asegura una eficaz aplicación de aquella dispo
sicíón»
Lo cierto es que mí “Sesquicentenario" había permitido apelar a las
figuras de la independencia y al artlguismo. bajo la leyenda "Arto de la
Orícntalidad” fue posible inscribir los más variados acontecimientos. De
este modo, la disputa a la interna del gobierno por la apropiación del
sustento histórico se desplazó liada otros personales desligados del
proceso índependentista. En esa obsesiva búsqueda de sustento al papel
que habían asumido. Jas FFAA repatriaron los restos del coronel Lorenzo
Latorre. Por otra parte, el Poder Ejecutivo dispuso denominar a 1975,
“Arto Cívico-Literario" en honor al centenario del nacimiento de María
Eugenia Vaz Ferrcira, Julio 1 terrera y Reissig y Florencio Sánchez. Este
ultimo festejo, si bien no pasó desapercibido, tuvo una importancia
menor dentro de la supcrpobladón de fechas celebradas. Por el contra
rio. el homenaje a Latorre adquirió por si mismo la envergadura de los
festejos del 25 de agosto. La repatriación fracturó el ordenado calendario
que seguía al itinerario de los hechos desencadenados por la Cruzada
Libertadora. Mientras la 'Inspiración" artiguista se había integrado
exitosamente a las mnmemoraclones. la incorporación de Latorre care¬
ció de una fundamcnlación histórica que lo uniera con el eje del "Arto de
la Orientalidad”.
La diversíficaeión de loa objetos conmemorados, mediante una deno
mi nación de tan versátiles limites como “orientalidad". derivo en una
epidemia celebratoria que alcanzo a todos quienes quisieron c ontagiarse
del espíritu patriótico. Ciudades, empresas, instituciones de beneficen¬
cia. escuelas y otros organismos oficiales, colectividades de inmigrantes
y barrios inscribieron sus propias celebraciones en los fastos previstos
para honrar y fortalecer el sentimiento nacionalista. Asimismo, este
conjunto variado de instituciones públicas y particulares adhirió a los
homenajes históricos oficiales colaborando con el culto nacionalista. A
estos fines, se aprovecharon las fechas del calendario oficial, se encon¬
traron otras y se hizo de cualquier momento una ocasión propicia. Los
doce meses se poblaron de bailes, torneos, conferencias, obras de teatro,
drsfilrs y actos que. en los rincones más recóndito» y en cualquier
oportunidad, recordaban a los uruguayos que 1975 era el ‘Año de la
Orientalidad".
El homenaje al "Sesquicentenano de los Hechos Históricos de 1825"
derivó en una confusa y abigarrada sucesión de actividades. En la
mayoría de los casos, estos festejos sólo estuvieron vinculados por la
voluntad de sus organizadores de acogerse al Animo oficial de veneración
histórica. De todos modos, la CNHS cumplía ei papel de centralizar,
coordinar y también vigilar el desarrollo y contenido de las actividades
particulares que ella misma alentaba. Se produjo asi un doble movimien¬
to de centralización y dispersión, una tensión entre el auspicio de. las
iniciativas no oficiales y la represión de concepciones ajenas a la
voluntad gubernamental. F. O. Assuncao explicó que. a pesar del
apretado almanaque, existirá un margen de libertad para realizar actos
complementarios lya que cl| espíritu de convocatoria amplia [supone)
/...| el deseo de que todos participen con sus ideas y que todos participen
activamente y uiixm las Jomadas. 27
4. La ** orientalidad"
Hada 1975 el proceso de aniquilamiento de todas las formas tradicio¬
nales de participación e intercambio estaba ya en etapas avanzadas.
Luego de la disolución de las Cámaras y las Juntas Departamental»!, las
medidas restrictivas de la actividad periodística, la ilegalización de la
central obrera y de los partidos de izquierda, la Intervención del sector
educativo y las detenciones masivas evidenciaban el aumento del control
autoritario sobre el aparato estatal y la sociedad Perú todavía no se sabia
qué habría de pasar con las elecciones previstas constituclonalmente
par a noviembre de 1976y los dirigentes de los par I idos tradicionales aun
no estaban proscriptos.
De esta torma. un ambiente signado por el silencio y la represión
amplificó la resonancia de los festejos históricos oficiales. Abolidas las
modalidades usuales de participación social y ciudadana, los nuevos
actores políticas, nliora en el poder, buscaron sustituir la viejas formas
de procesar las demandas sociales Para ello, el espacio público fue
saturado por las voces de militares y civiles gulpistas que redefinieron
antiguas modalidades e instituyeron otras. Un signo incuestionable de
ch« voluntad de controlar la escena publica fue la creación de la
I) i moción Nacional de Relaciones Publicas (DINARP). en febrero de 1975.
I un unte ese arto, entonces, el gobierno dictatorial se sirvió de los festejos
lUMúneos en sus variadas manifestaciones para rcíormular los lazos
MMlnlcs suprimidos y replantear lus referentes identitarios
1 .a estricta delimitación de los contenidos de la identidad nacional
derivó en la elaboración de un inventario cerrado de rasgos resumidos
m el manido término de "orientalidad" A pesar de su insistente uso. esta
(tatabra fue poco empleada en los discursos y documentos oficiales Sin
. mlxiign, la expresión condensaba todos los significados de la naciona¬
lidad asimilándolos a lo que se consideraba su “esencia". La "orientalidad"
ae rxtnblrcia en base a parámetros morales que emanaban de uhh
'naturaleza humana** definida apriorísticaniente Desde este modelo se
discernía entre aquellas acciones que fortalecían o debilitaban la -esen¬
cia’ nacional Erna Ma^ra explica que tal concepción postulaba la
búsqueda de ese modelo mediante “la acrión racional voluntaria,
responsable del Individuoconvenientemente educado y coaccionado por
la sociedad". Según esta idea, la naturaleza humana "determina y genera
rl orden social como instrumente» de su realización Para su propia
eficacia, el orden social es un orden supralndi vidual. independiente de
los individuos, cuya función es complementarlos, corregirlas
coaccionarlos y «conducirlo* en la senda de su perfeccionamiento". 2 *’
Desde esta percepción del ser humano y del orden 9 ocnal. se miraba
el curso de la historia como ero de un dilema más profundo entre el "bien"
y el "mal". Asi. el Interrogante se centraba en el senüdo de la vida de los
hombres en una dimensión temporal. Los avalares concretos de la
trayectoria nacional se valoraban en función de su contribución al
verdadero’ camino de la historia: positivos si lo reconocían y colabora¬
ban con él. negativos si no lo hacían o iban en su contra. Resultaba, de
este modo, una ordenación de la historia en dos niveles, donde el estadio
más profundo determinaba la superficie de los sucesos que. a su vez
podían acercarse o distanciarse del arquetipo. Estas ideas subyacian a
las concepciones propias de los voceros de la dictadura, aunque era
posible advertir líneas de pensamiento diferentes entre civiles y milita
Por una parte, los militares tendían a presentar un cuerpo hotnogé-
h®®. re,lexlor * s m ,anto representantes de una institución cuya
unidad corporativa era puesta por encima de las perspectivas persona¬
les. Eso mismo hacía que bajo un cauce común se apreciaran los tonos
y matices individuales y las tendencias al interior de las FFAA. Por otro
lado, las posturas de los civiles no correspondían a un actor politlco
constituido, sino a imprecisas posiciones que confluyeron en la adhesión
al regimen. En este contexto, sobresalió, obviamente, la-figura de J. M.
Bordaherry quien durante este año buscó marcar un perfil propio e
imponer ciertas direcciones al proceso político. Estas peculiaridades
dieron a la visión presidencial una apuriencia más sistemática y cerrada
Las conmemoraciones siempre fueron momentos propicios para
comunicar a la población la posición oficial sobre las temáticas más
importantes de la escena pública. Además, han sido instancias privilc-
gtadas donde expresar las distintas opiniones al interior del sistema
político. Durante la dictadura, estas ocasiones tuvieron una relevancia
especial ya que otorgaban un marco tradicional a la comunicación de las
posturas oficiales En su discurso del 25 de agosto. Bordabcrry expuso
claramente las relaciones entre el nivel Ideal, rector de la historia y sus
uvulares concretos, afirmando que: Sólo la existencia de un espíritu
xupcrtot y permanente, capaz de impregnar siempre y en la misma forma
a hombres des finios y en tiempos distintos, puede explicar esa extraña
¡mulad de dilección, esa sorprendente coincidencia en el nimbo, que
caracteriza los más dispares episodios de nuestra historia /.../. Esc
espíritu superior, compatriotas, es la Patria y quien no lo entienda asi.
como un hecho real quien piense qt be sólo se traía de una ficción alegórica.
no podrá entender jamás nuestra historia, no podrá cntendemosjamás a
nosotros. Y se lanzará seguramente a llenar ese vacio con mutiles
ejercidos teóricos sobre nuestro destino, sin advertir que éi está marcado
desde el inido de los tiempos y no es otro que el de ser libres c
independ ientes 28
Esta roñeeptualrzacíón de la “nación" la asimilaba a la idea de
"patria'. concebida en tanto “alma colectiva" en armonia con un medio
natural. Se sostenía que los condicionantes geográficos y climáticos
habían modelado una inconfundible tradición expresada a lo largo de la
historia. En palabras de Bordabcrry. la “patria" nació cuando la Provi
delicia. trazó sus rasgos, cuando delineó sus grandes ríos para delimitarla
y darle vida, cuando la bañó con un mar de profundas aguas, cuando la
cubrió con una tierra rica y fértil, cuando la libró de accidentes geográficos
hostiles La Patria nació entonces, porque allí quedaron Jyodos para
siempre los elementos que habrían de conformar ei espirita oriental 30 En
esta visión, la explicación providenciábala ocupaba un lugar destacado,
a partir del cual cobraba sentido toda la histona nacional. 51
Era a la luz de esta mística divina que la tradición hispánica confluía
a vertebrar una identidad propia. O. como afirmaba el presidente: Sobre
ei noble legado hispánico, la historia heroica de Montevideo y la gesta
fundacional del Oral. Artigas, se fue formando la orlentaluiad con tradi¬
ciones de gloria y hacia un destino de perpetuación . 3a De este modo, el
concepto de hispanidad estaba asociado a una herencia espiritual que
anidaba en los valores inspiradores de la acción de los "verdaderos"
orientales, desde la gesta independentisia hasta el presente. A estos
efectos, según Erna Masseray Niurka Sala. “Es creado un nuevo término,
‘otlenlalidad'. como resumen de esas cualidades espirituales, especifi¬
can de la nación uruguaya. Recordemos que en Esparta ese resumen se
llama hispanidad y aparecen en los setenta la argentinidad. la chilenidad.
• i' itera, exaltadas por las respectivas dictaduras".®
El término “orientalidad" retomaba la tradicional denominación de
••mentales" que la Constitución asignaba a los habitantes de Uruguay
•».-gnu explica Demasi. este apelativo era usado ya en la época colonial
la capital virreinal, donde este territorio era considerado “la otra
ImikU" o la "Banda Oriental". Durante el periodo ariiguista. la denomi¬
na» ióii «le "Provincia Oriental" expresó la nueva situación política Si en
l>i limpio remitió a la vinculación del artiguismo con Buenos Aires.
i<aiilente identificó al proyecto federal. Pero siempre mantuvo un
n« ntldo adverso al dominio montevideano . 34 En 1825 se retomó este
•ñutido |m titileo de la voz •orientales", pero en oposición al dominio
l.i Mdleñti V asumiendo una incorporación "Incondicional" a la Argentina
23
22
que Artigas había rechazado Real de Azúa señala que "el desembarco de
los Treinta y Tres orientales se realizó expiirilándose mediante un
manifiesto que comenzaba dirigiéndose a los ‘Argentinos Orientales' (sin
gu ión y sin conjunción) iniciándose después cada párrafo de la proclama
con la expresión Orientales; compatriotas ". El "acta de unión" de la
Asamblea de la Florida prolongaba "esta tesitura de absoluta identifica¬
ción que el elenco de la F*ravtncia Oriental decidió sin duda (...| como linea
política sistemática". 35
En la Asamblea Constituyente de 1830. la definición del nombre para
el país reveló las tensiones propias de la creación de un Estado sobre
legados políticos y sociales divergentes En esta ocasión plantea Demasi
la opción por "Estado Oriental" o "Estado de Montevideo" Implicaba
"tomas de posición antagónicas respecto al rol de la capital, ya sea como
centro dominantr |romo es el caso de la última), ya como espacio
subordinado fEslado Oriental! La tradición 'oriental' muestra a Mon¬
tevideo como un fuco de tenaz oposición al resto del país (centro
españoleta primero, apoyo de los portugueses y brasileños después) y
siempre contrarío a la independencia si ésta implicaba el predominio
rural" 36
La solución “República Oriental del Uruguay" pareció una “victoria
completa* de la perspectiva rural, aunque rápidamente el predominio de
Montevideo convirtió al pais simplemente en “Uruguay". U difusión de
este término fue facilitada por su adopción en Europa, donde “oriental"
remilia a otras coordenadas geográficas. Como señala Demasi la capital
‘logró reslgnificar la historia de Uruguay*, utilizándola para hacer
•olvidar' su pasado y justificar su centralidad". 37 Sin embargo, a partir de
la segunda mitad del siglo XIX. la connotación rural del calificativo
“oriental" y el sentido urbana del apelativo “uruguayo" confluyeron a
modelai los perfiles de los partidos tradicionales. Asi. progresivamente,
la apelación “oriental" evocaría una visión blanca, mientras el uso de
“uruguayo" remitiría a una perspectiva colorada. Durante los gobiernos
colorados, se oficializó una concepción de la identidad nacional con un
perfil netamente capitalino, cosmopolita y europeizante. En ese proceso,
la expresión “oriental" adquirió un tono defensivo de la imagen rural,
autóctona y americanista del pais.
El discurso de la dictadura, entonces, se inscribió en esa sinuosa
trayectoria, resignificando el término "oriental" mediante el empleo de
"orientaliriad". Esta expresión referia a la conservación de las "verdade¬
ras" tradiciones, al mantenimiento de la "esencia" nacional para prote¬
gerla déla contaminación “foránea". Los militares fundaban su interven¬
ción política en este rol tutelar de los valores nacionales, concibiendo, al
decir de F. Panizza. una "Nación de la cual las FFAA son a la vez parte y
guardianes Ambas constituyen una realidad esencial, definida en
términos de un orden que se caracteriza por sus Intereses permanentes
ahistorieosy no conflictivos. |...J Por su capacidad de identificarse ron lo¿
24
Intereses permanentes de la Nación, las FFAA se transforman de agentes
suprahistóricos en los únicos actores legítimos de la coyuntura publi¬
ca". 38
En la celebración realizada en la Escuela dd Estado Mayor del
Ejército peruano en ocasión del 25 de agosto, el teniente coronel Daniel
García se refino a ese papel de las Fuerzas Armadas, sosteniendo que:
En este Sesquécentenarlo. quizá na .sea irreverencia q/írmar que como
nuncaJamás, los orientales estarnos fanatizados en lo nuestro, perseguí
mos un gran fin nacional que se alimenta en tradición histórica ij se
muestra descolante en su proyección de futuro. Con el orgullo que cuadra
a toda decisión auténtica, desdeñamos mentores o inspiradores/áremeos.
Nuestra revolución, la Revolución Nacional, será nacional o no será nada.
frustrando entonces el ímpetu de un pueblo profundamente tradicionalis-
ta. pero con lúcida visión de su problemática acluuL 3 * A este proyecto
político se asociaba una percepción de los factores que lo amenazaban
desde el exterior. Tal asociación fue característica de la Doctrina de la
Seguridad Nacional, que sostenía la existencia de una "guerra" entre los
sectores que socavaban los valores nacionales y quienes encamaban su
defensa. Como se ha dicho anteriormente, se trataba de una lucha que
traspasaba las fronteras tcrritonales y cuyos limites estaban demarca¬
dos a partir de un mapa ideológico. De este modo, la DSN permitió unir
la mística nacionalisla con una interpretación del curso universal de la
historia.
Mientras en la lectura del presidente la identidad nacional estaba
estrechamente unida a los designios divinos, las FFAA propugnaban una
mística laica. Veinte años después. Bordaberry declaró haber percibido
cala divergencia a la Interna gubernamental: cuando el general Prantl
recalcó que la Patria nació con la vocación de libertad del general Artigas.
el presidente pensó que oslaba refutando su interpretación
providencialista. 40 Esa afirmación de Prantl integraba una extensa
plegaria dedicada a Artigas, en medio de las honras fúnebres que las
FFAA le tributaron a 125 años de su muerte Esta ceremonia expresó
acabadamente la hturgia laica que la institución rástrense propugnó
romo modelo de la celebración patriótica. Tal liturgia permitía la
comunión del Pueblo Oriental con un conjunto de valores atemporales
enramados en las ocasiones y personajes mas relevantes de su historia
La "fiebre histuncista" de 1975. entonces, reflejó la pretensión oficial
de apelar al sentimiento nacional y redefinirlo ron contenidos acordes con
la Ideología del gobierno dictatorial. Para ello se intentó crear o reforzar
lu identificación con un Ideal abstracto, intangible y supremo que se
na parteaba en los “Hechos Históricos de 1825" y en los acontecimientos
anteriores y posteriores que frieron festejados ese año. La improvisación
V la superposición de diferentes posiciones políticas e Ideológicas fueron
Mlgnr* distintivos de esos festejos En ellos confluyeron pretensiones c
iiilrtiillvas que no buscaban necesariamente la legitimación histórica del
autanlansmo. Estono resta proyección política al “Añode laOn^taiidad"
Un tiempo después en su libro a Proceso político. las FFAA lucieron
pública una evaluación de la acción de la CNHS. Allí sostuvieron que la
labor de esta Comisión había sido fundamental en la tarca de crear y
consolidar en la totalidad de los uruguayos la mística de la orientalidad.
prevista en d Comunicado 7. al que consideraban un hito de su
conducción del Estado. 41
II. La historia en la vida cotidiana
I. Golpistas y publicistas
Efímeras y perecederas por definición las campanas publicitarias de
los festejos históricos de L975 no han dejado rastros en los medios de
comunicación, con la excepción de la prensa periódica. 43 No debe
desconocerse, empero, d impacto de una ofensiva ideológica televisiva
que lograba introducirse en los ámbitos más íntimos del hogar. El intento
gubernamental de ocupar una escena despoblada de sus actores ante¬
riores coincidió con una renovación del diseño gráfico y las estrategias
publicitarias. Este cruce azaroso de golpistas y publicistas dio como
resultado extensas iniciativas propagandísticas. Series enteras a toda
página y seguramente a bajo costo fueron una forma importante de
difundir la prédica oficial Estas campañas combinaban los métodos
persuasivos de los especialistas en comunicación masiva con la densi
dad de los contenidos ideológicos del régimen.
En un pais cuyas identificaciones nacionales se han fundado más en
la palabra escrita que en las imágenes, la apuesta de la dictadura resultó
innovadora en su énfasis visual De hecho, los gobiernos anteriores a la
dictadura no habían utilizado sistemáticamente la comunicación publi¬
citaria para exaltar el sentimiento patriótico y difundir la^actividadrs
conmemorativas. En esa dirección, es significativo que el Estado uru¬
guayo. a diferencia de otros países latinoamericanos, incursionasc
tardíamente en la producción televisiva y careciera de una normativa
estimulando la producción cinematográfica hasta la década de los
noventa. 43
Néstor García Canclinl ha señalado el "predominio de la cultura
escrita sobre la visual en los países que llegaron primero a una ta«
discreta de alfabetización, o donde la formación de la modernidad estuvo
en manos de élites que sobres timaron la escritura". 44 En el caso
uruguayo, tal afirmación se refiere más a recalcar la preponderancia de
los contenidos creados y difundidos por medio de la escritura, que a
negar la existencia de un conjunto limitado de imágenes referen dales
En el mismo sentido cabe destacar el papel del sistema educativo en la
26
tntemalizarión de ciertas versiones escritas que conformaron interpre¬
taciones homogéneas sobre la historia nacional.
A lo largo de 1975. dos campañas publicitarias oficiales ocuparon un
espacio central en las páginas de El Pais. Desde abril hasta diciembre se
publicaron cuarenta y ocho avisos firmados por la CNHS y una cantidad
igual emanada de ámbitos militares. AI telón de fondo de estas dos
propuestas se sumó la iniciativa privada y la ck* otros organismos
oficiales. Estos avisos aunque no de menor caudal, eran publicados en
las ocasiones puntuales de las conmemoraciones y carecieron, obvia¬
mente. de un diseño que los unificara. Sin embargo, tanto los contenidos
transmitidos como las palabras empleadas estuvieron fuertemente
teñidas de la “mística" nacionalista, otorgándoles unidad A diferencia de
las campañas oficiales, la publicidad empresarial pública y privada
contaba con amplios antecedentes en la tradición celebratoria nacional.
Ya en los festejos de los centenarios de 1825 y 1830. firmas comerciales.
Industriales y organismos estatales habían ocupado numerosas páginas
de la prensa oficialista y opositora Esta costumbre se mantuvo hasta las
décadas previas al golpe de Estado de. 1973. En muchos casos, incluso,
los anunciantes reiteraban el mismo aviso en las sucesivas efemérides.
Tales manifestaciones de patriutismo no respondían a medidas estatales
coercitivas sino a un animo conmemorativo voluntario.
En 1975. en cambio, la CNHS pretendió unificar toda la publicidad
sugiriendo la incorporación de su logo a los avisos de organismos
públicos y privados. De esa forma, el simbólico gesto de la obligatoriedad
de usar la inscripción "Año de la Orientalidad" se trasladó también al
espacio publicitario A comienzos del año. la CNHS anunció que el sol que
liabia ilustrado las primeras monedas uruguayas habia sido elegido para
simbolizar el "Año de la Orientalidad". Mediante un aviso aparecido en
la prensa, recomendaba u los anunciantes la utilización de este símbolo.
A pesar del formato publicitario, el tono preceptivo establecía claramente
rl sentido opositor que tendría no observar la recomendación. Bajo la
presentación del logo, el texto utilizaba el modo imperativo para señalar
que Este es el símbolo del Año de la Orientalidad. Utilícelo en su
/mblhulud. Solicite reproducciones de este logotipo en la Asociación de
Miarlos del Uruguay. ANDEBU. Asociación de Impresores del Uruguay y
Asociación Uruguaya de Agencias de Publicidad. Incorpore el símbob del
Ano de la Orientalidad en todos los avisos y promociones de su empresa 49
Kstn disposición es un ejemplo paradigmático de las formas propias
del autoritarismo de demandar la adhesión a su proyecto. Por un lado,
tu mrrrltlvidad de la medida trasuntaba la Intención de lograr una
I ..|||, rmldacl aparente, más allá de las convicciones reales. De cate modo.
I.i prriirnc lu masiva del logo del sesquicentcnario en las publicidades de
!'•/», rrllc|it más la forma autoritaria de buscar la aprobación de los
goliM mullí» que la adhesión efectiva de los anunciantes. A su vez. la
Vw <iirUlulación*’ revelaba la pretcnsión de reducir a una frase o logo la
27
multiplicidad de significados del ser nacional. Esta reducción operaba
mediante la asociación automática del símbolo con los contenido» que
la dictadura imprimió a su concepción de la nacionalidad. La insistencia
repetitiva de uiui adhesión formal vaciada por su carácter coactivo
caracterizó los míenlos tlk tai únales de crear un sustento legitimador.
La campada de la CPíHS
Corno ya se ha planteado. 1a CNHS realizó su propia campaba
publicitaria sobre el sesquicentenario. A pesar de depender directamen¬
te dd Ejecutiva y de. ser presidida por el Comandante de la División
Ejército I. enviaba a la DINARP torios los antecedentes que puedan tener
relación con la publicidad y propaganda conectada ron los acontecimien¬
tos a celebrar.* 0 Con su visto bueno, los avisos difundían las actividades
oficiales y referían a los hechos conmemorados.
La campaña acompañó el calendario de celebraciones con informa¬
ción historien, al tiempo que divulgaba las actividades en curso. Cada
aviso proporcionaba un relato minucioso, al que se agregaba la trans¬
cripción de algún documento o frase alusiva a la fecha. Mediante
entr ecomillados, notas a pie de página y coplas tacsimilares. el mensaje
asumía los mecanismos propios del discurso autorizado sobre el pasado.
Se publicó un aviso de este Upo para cada uno de los "Hechos
Históricos de 1825". con la significativa excepción de la resolución sobre
la abolición de la esclavitud.* 7 Con esos rasgos se publicaron también
avisos conmemorativos para las fechas de la Batalla de las Piedras, el
Natalicio de Artigas y la Jura de la Constitución. 4 * Además, se
seleccionó otra serie de fechas menores que mantenían vivo el ánimo
celebratorio en el lapso transcurrido entre un "Hecho histórico" y otro.
De esta forma, una proclama de Lavallcja, la campaña de Rivera, el
mensaje de Lavalleja a los Cabildos y su convocatoria al Uoblemo
Provisorio, la primera declaración de éste, el natalicio de lavalleja y una
carta de Hlanes. merecieron un aviso especial. Es notorio que estos
acontecimientos eran celebrados por su vinculación directa o indirecta
con el año 1825 49
Las imágenes y el diseño utilizados en la campaña de la CNHS poseen
algunos rasgos que la unifican. Sin embargo, es posible percibir la
existencia de varias lincas diferentes. Asi. por ejemplo, un conjunto de
avisos estaba ilustrado solamente con el logo del Sesquicentenario.
explotando sus posibilidades gráficas. Otros anuncios presentaban un
diseño más complejo. La mayona de las propagandas de la Comisión
nivelaban sobre las páginas del diario objetas e imágenes pertenecientes
a las épocas más diversas. De esta forma, la reproducción facsímil de las
firmas de documentos, asi como las imágenes de cuadros de pintares
nacionales y las fotograbas de grabados y objetos antiguos evidenciaron
• Batiilld «Ir tas Piedras: primer triunfo de las fuerzas revolurInflarlas rnmaiidado» por
Josr Gervasio Artigas frt.nte al rjértflo español al mando de Gervasio Posadas. c| ISdr
man» df IAII
la intención de apropiarse del legado cultural nacional. La sola combi¬
nación de objetos e imágenes ya instalados en la memoria social Junto
con nuevas formas de difusión y diseño producía la ilación automática
entre el presente y el pasado.
En este sentido, el uso del "Juramento de losTnnnta y Tres Orienta¬
les" de Blanes constituyó el rasgo más significativo de la propuesta visual
de la CNHS. Su inclusión en las publicidades ejemplifica adecuadamente
el tipo de presentación gráfica que la Comisión concibió para sus
campañas. El empleo de loque generalmente se pensaba como "una obra
de arte" colgada en un musro implicó una resigníficación para transfor¬
marla en imagen publicitaria En este proceso, se reconvirtió su bagage
simbólico anterior no solamente por su presentación bajo nuevos
procedimientos formales, sino poique se asociaron los contenidos
ideológicos de la dictadura a una estampa que siempre había represen¬
tado la "esencia nacional".
Asi. el cuadro de Blanes unía el arenal de la Patria con su presente y
también ron la época en que se retrató a sus héroes. Este cuadro
constituía el vinculo visual entre el presente, los patriotas de 1825 y la
época en que fueron retratadas.
Un día antes del sesquicentenario del Desembarco de la Agraciada,
la CNHS publicó un aviso que presentaba un Fragmento de un tema
finalista del amor Ramón Racedo en el l er.fesiltxil Fulcloiico Oriental de
•Canciones a mi Patria'. Bajo las estrofas de Y eum 33 nomos.... se erguía
ri torso de Lavallcja dd cuadro de Blanes. rodeado por una borrosa
multitud ditnijada a lápiz. Asi. se unía el canto patriótico promocionado
por la dictadura con el sentimiento nacional que inspiró la Cruzada. La
aprobación popular envolvía ambos momentos y los equiparaba. Por su
parte, las obras de Blanes transportaban a los héroes de la independen
da hasta un presente que volvía a demandar el sacrificio. Eran el
vehículo que unía la cultura ilustradacon las armas, lantoen 1825 como
dentó cincuenta años después. La presencia publicitaria de los enaltecidos
valores nacionales convertidos en imágenes por Blanes. evocaba tam¬
bién el gesto patriótico dd artista. 50
Ante la posibilidad de que estas cadenas de representaciones pasaran
desapercibidas para el público, la Comisión decidió hacerlas explícitas.
Piar eso. la voluntad dd pintor dr honrar se ti adujo también en sus
textos. Si los cuadros no bastaban para probar la prolundidad dd
sentimiento nacionalista, sus escritos certificaban la obvia
litimritmaltdad La rúbrica de Blanes al pie del aviso confirmaba la
tntciiHa emoción que lo embargaba al dar cuerpo y cara a los héroes
inte lonulcs Y'o. que pinto la acción memorable de Saranrh continuamente
> &nock*i<uta. religiosamente, por las rejfcwiones que me sugiere el secreto
tAttnom sentir de rada uno de los actores- yo que temo profanar ¡as
imóycruN i; siento temblar mi mano cuando acerco mi pincel a un
ÜWflUrK un y.ufnuteyuL un del Pino, un Orí be. un í3emabé Rivera, un
28
29
Fructuoso Rivera, un Leonardo Olivera, un Andrés La torre, un Velazco un
Arcuicho. un Lenguas, un Irisarle, un Pozzotto un Freire, y muchos otros;
yo que intento con ese cuadro sacar de i olvido en que hun caído, por
preferencia de la moda, las verdaderas glorias uruguayas
Los lincamientos propagandísticos de la CNHS exhibían algunos de
los rasgos que marcaron globalmente al montaje histórico de la dictadu¬
ra. Además de la obvia uniformidad de contenidos las características
formales de la campaba coincidieron can otras modalidades de exalta¬
ción historíetela al aprovechar medios tradidonaimente no usados para
esos ñnes. La innovación, entonces, radicó más en el aprovechamiento
de las estrategias publicitarias, que en la capacidad para promover
referencias visuales nuevas. No existió una propuesta sistemática de
reformulación de imágenes identi tartas.
En este sentido, el referido uso del cuadro de Blanes constituye una
clara muestra del alcance renovador de la campaba, al conjugar un viejo
referente con contenidos y símbolos nuevos. Resulta interesante tam¬
bién que este mismo cuadro participara del resurgimiento de: una de las
formas más antiguas de espectáculo. La realización de “cuadros vivos"
era. hacia 1975. una costumbre usual en las instancias de conmemora¬
ción religiosa o las fiestas familiares y escolares. Estas representaciones
escenificaban un episodio conocido, partiendo de un conjunto más o
menos limitado de referencias visuales Pero la draniatizadón de una
obra pictórica suponía la intención de reproducir fielmente un único
modelo original En Uruguay, el "Juramento de los Treinta y Tres" había
sido fuente frecuente de este tipo de recreación teatral en los populares
"circos criollos". De hecho, como señala Emilio Irigoyen. el propio
"cuadro de Blanes es una muy cuidadosa composición donde los 33
personajes, perfectamente identificados e individualizados, se ordenan
casi semlcircularmente en tomo a Lavallcja, que ocupa el centro de la
tela. [...) Blanes obtuvo a la vez un sólido equilibrio compositivo y una
convincente teatralidad". 53 *.
Sin embargo, en 1975 el cuadro ya no se usaba corno inspirador de
teatralizackmes. aunque pocas décadas atrás había sido anualmente
representado en la Playa de la Agraciada. En 1975 la famosa teja fue
usualinentc fragmentada para su inclusión en composiciones abigarra¬
das de objetos y símbolos de diferentes épocas y lugares. Asi. por
ejemplo, el rostro de I-avalleJa se separó del coro de "patriotas" y adquinó
una relevancia propia. La utilización de pequeños recuadros desmerecía
la natural teatralidad del lienzo que fuera reafirmada, empero, por su
puesta en escena. La dramati 2 ación del “Juramento" no fue una inicia¬
tiva menor en el marco de los festejos, constituyéndose en atracción
central en todo el país, a partir de su estreno el 18 de abril. Ese día. el
Servicio de Teatros Municipales presentó la propuesta usando el Obelis¬
co a los Constituyentes como simbólico marco para los Treinta y Tres*. 53
Las crónicas de El País no permiten reconstruir exactamente un montaje
escénico donde participaban 75 actores no profesionales, representando
momentos culminantes de la inolvidable gesta, sobre un texto que
g pmtterhñ fas explicaciones que el propio Blanes hizo de su cuadro y
utilizó la preciosa carta que al pintor le enviara el autor riel'Martín Fierro’.
En forma inexplicable. 75 personas representaban 33 personajes,
logrando un cuidadoso ensamble entre el movimiento de los actores y la
voz de los integrantes de la Comedia Nocional (que había sido grabada en
play-back)
Se ha Intentado describir una propuesta visual que pretendía innovar
medíante una recuperación asistemática de viejos símbolos, explotando
medios técnicos todavía bastante inusuales en la comunicación política.
Una notoria improvisación y la confluencia de diseños disímiles carac¬
terizaron la modalidades de la CNHS Dentro del propio elenco oficialista
estuvo presente la preocupación de que se perdieran los objetivos de la
campaña patriótica en el entusiasmo suscitado por las novedades
formales En este sentido, un editorial de El País sostuvo: No basta con
acudir a afiches publicitarios: hay que inculcarlos acudiendo a las
técnicas promocionales. Ven esta materia, toda cautela es poca porque la
improvisarían o el manejo inexperto de esta delicada cuestión puede
conducir a resultados contraproducentes, las etapas del proceso de
recuperación no pueden precipitarse.™
Las campañas militares
Dentro de las campañas publicitarias realizadas desde órbilas min¬
iares puede distinguirse tres lineas fundamentales A diferencia de lo
que ocurría con las propagandas de la CNHS. estas tres vertientes
mantuvieron una identidad definida. En orden cronológico, se encuentra
uiui primera serie de avisos sobre la repatriación de los restos de Latorre.
Como se analizará en detalle más adelante, estos anuncios se enmarcaban
i*n una propuesta más amplia que buscaba enraizar en el pasado lejano
e| nuevo rol político de las FFAA. Posteriormente, se difundieron dos
rnmpañas que referían a las actitudes de la población en sus ocupaclo-
ih'h cotidianas. Por último, apareció un conjunto de publicidades que
trataban específicamente sobre los diferentes servicios militares y su
painel en la sociedad.
Una de las series estuvo identificada por un logo donde cuatro manos
mlreln/adas simbolizaban el trabajo conjunto que demandaba la nueva
*11 unción política. La siguiente campaña utilizó por logo una flor de
p» i «loa superpuestos en forma de escarapela con un sol en el centro. La
•rué de "cuatro manos" fue ilustrada por dibujos y en la otra se recurrió
a In fotografía Mientras la técnica fotográfica crea la ilusión de fijar la
u .didad mecánicamente, d dibujo es la “manifestación máxima de la
Ino i,. |oimlklrid"del cmisor.en palabras de Elíseo Verán w Ya mediante
ilil 'lijo* o fotografías, ninguna de estas campañas distinguía el mensaje
vt»inil| drl trunsniitido por d texto. En ambos rasos, las imágenes
mi 'Imii los contenidos expresados en palabras.
30
Además de las diferencias gráficas, ambas series publicitarias
retomaban algunas de las ideas transí nítidas en la reivindicación del
coronel Latorre. En aquella oportunidad se había equiparado la relación
de las Fuerzas Annadas con el “pueblo" durante el pasado militarista y
en el presente dictatorial. Para dio. se definían en forma a Lempo ral los
vínculos que unían a la comunidad militar con la socíaL afirmando: En
cumplúrriento de sus misiones especificas, esas FFAA han convivido con
el pueblo hasta en los más apartados confutes de la Patria y su Cuadro
de Oftc ¡ales puede pulsar mejor que nadie, las verdaderas necesidades de
ese pueblo, poique vive can él en toda la superficie de nuestro territorio. 57
Tal forma de concebir la inserción social de las Fuerzas Armadas refiere
directamente a lo que Canua PerellJ llama un “concepto especial de
democracia". La autora sostiene que para la corporación militar "La
soberanía y. por tanto, la fuente última de legitimidad, no se recuesta en
el concepto dcmollberal de ciudadana ni siquiera se refiere a la muy
romana coricrpfiiahzaclón de populas. Por el contrario, descansa en el
concepto de pueblo estructurado como nadán, con una fuerte nota de
territorialidad". 5 *
En base a esta noción, las Fuerzas Armadas proclamaban defender
a la colectividad nacional reprcsenlada en su propia institución. Esos
vínculos se sostenían en su capacidad de interpretación, sin reconocer
mecanismo alguno de ratificación. Tal articulación de "pueblo" y "na¬
ción" no preveía la manifestación del consentimiento, pero hacia de su
comunión el Juez y destinatario de toda acción política. C. Perellí afirma:
Es a esta nación a quien debe rendírsele cuenta; es ante ella que deben
dirimirse las contiendas ideológicas, puesto que es ella la que hará
inclinar la balanza en favor de uno u otro adversario". 55 ' Por eso, las FFAA
se preocuparon por publicitar y difundir su misión.
Las dos campañas mencionadas se dirigieron, precisamente, a refor¬
zar el vinculo entre la institución castrense y su “pueblo" y a ilustrar las
virtudes del régimen militar. Estos avisos enfafizaban el papel que debía
cumplir cada habitante del territorio. El quiebre del eje temporal se daba
por sobreentendido en las referencias a un ayer y un hoy. definidos por
el golpe de Estado. El presente se convertía en un momento histórico
crucial que demandaba el esfuerzo y sacrificio individual por la colecti
vidad. Así. uno de los recuadros propagandísticos de la serie "cuatro
manos" interpelaba personalmente al lector para recordarle que* Cual
quiera sea su función en la saciedad. Usted está llamado a cumplir un
papel decisivo en la obra que ya está en marcha. El árbol comienza a dar
sus fulos porque las metas que nos hemos propuesto cuentan con el
apoyo de todos los orientales. Siga entregándose en cuerpo y abría, a la
tarca más importante, la más impostergable, la más hermosa, la suya:
continuar reconstrmjendo nuestra patria . w De este modo, se Instituía un
mecanismo de ratificación de la acción gubernamental que consistía en
el mero cumplimiento de las actividades cotidianas. Esta concepción se
32
relacionaba directamente con el menosprecio por las tormas de decisión
propias del sistema político democrático.
En la linea publicitaria identificada por el logo en forma de flor, las
Imágenes apoyaban estas mismas Ideas al incorporar fotos de individuos
cumpliendo gustosamente con sus obligaciones diarias. Un médico
auscultando a un niño, una maestra con sus alumnos, investigadores en
el laboratorio, un peón arreando vacas, un carpintero y su aprendiz y una
pareja en la iglesia sancionaban con sus sonrisas las virtudes de la nueva
época Sin mencionar el corte de 1973. se proclamaba: El nuevo Uruguay
que está creciendo no acepta diferencias de clases ni abismos entre
padres e hijas parque el Uruguay somos todos . 61
La corporación militar identificó la última campaña publicitaria con
un logo que representaba a un Integrante de cada una de las Armas. En
esta ocasión, la serie de avisos se unificó en la consigna Seguridad para
el Desarrollo. Por un lado, se publiutaban las tareas propiamente
militares y aquellas que involucraban la relación con la población. Con
respecto a esta vinculación, los avisos detallaban el conjunto de servicios
brindados por la institución a la comunidad. La labor de la pobeia
adquirió un reheve significativo ya que la campaña coincidió con la
celebración de su "día". También es posible percibir un énfasis especial
en la cooperación de los establecimientos de las FFAA con los habitantes
próximos a ellos, puesto que: Proteicamente todas las unidades militares
del país apoyan de una u otra manera las esc ue las de sus respectivas
zonas. Va sea suministrando transporte o mano de obm para la repara¬
ción de locales escalares o bien construyendo nuevas aulas y nuevos
comedores en colaboración con las comisiones vecinales. a2
Por otra parte, se realizó una campaña explícita sobre las ventajas de
la dictadura, difundiendo la Seguridad paru la vivienda, la Seguridad
para el ingreso de capitales y asi sucesivamente hasta abarcar la
Seguridad para la Integración regional y la Seguridad para nuestra
pesca.* 3 En este sentido, el quiebre temporal, que los avisos anteriores
sólo sugerían, era datado ahora con precisión. La diferencia entre ayer
y hoy era tan inmensa que cuando d 27 de Junio de 1973, de los
escombros de la vúja República nació el nuevo Uruguay, un gran suspiro
de alivio recorrió el País de un extremo al otro. A parta de ese vístante
tuvimos la certeza de haber recobrado la seguridad perdida a lo largo de
tantos años de luchas estériles, de escándalos, de retórica vacía. 04
En muchos de estos avisos se privilegiáis* la descripción positiva de
la nueva época, refiriendo difusamente a un pasado negativo. Sin
embargo, en otras ocasiones se expusieron morbosamente las “desgra¬
cias" de los años previos al golpe de Estado. La D1NARP publicó un
suplemento especial en El País, contraponiendo dos largas columnas de
hitos bajo los rótulos de AVERy HOY. Las imágenes presentaban al mismo
país, la misma gente. Dos Instantes que sólo separ an escasos tres años
Uta textos al pie pautaban la mirada con seríes de conceptos claves:
33
AYEK: Túedo. pánico. destrucción, locura, demagogia, mentira, odio,
intriga, terror confítelos, confusión, negatwismo. incertidumbre. HOY:
paz. seguridad, desarrollo, un puebla qte camina seguro hacia ima era de
prosperidad. Además, se abundaba en la exhibición de los “horrores" del
pasado, enumerando minuciosamente las acciones de! enemigo: Ma¬
sacre: cobarde asesinato de cuatro soldados por la espalda Locura: el
codúuer de Dan Mitrícne fusilado ron un tiro en la nuca - Cobardía: sets
hombres pam asesinar un policía previamente maniatado -Inhumana:
inocente peón asesinado y desfigurado porque sin querer demasía
río’"®
l’cro en una comparta dedicada a la difusión de los principios de la
Doctrina de la Seguridad Nacional. la promesa de! futuro borraba las
amenazas del pasado. El lema de Seguridad para el Desaíra lio contenía
los dos conceptos centrales de la referida vertiente ideológica. Según
plantea N. Sala, la idea de -desarrollo para la seguridad’ fue enunciada
por primera vez en Montreal en el arto 1967. De acuerdo a esta idea, el
desarrollo económico aparecía eximo condición de la seguridad . 06 Resul¬
ta Interesante que en esta serie de avisos se invirtiera el orden de los
términos de la consigna, postulando que la "seguridad era la condición
para el desarrollo". Dr esta forma, se establecían dos etapas del régimen
político instaurado en 1973. En un primer momento, era necesario
consolidar la "seguridad", es decir, reprimir los signos del conflicto
político y social Recién una vez superada esta etapa, se podría empren¬
der un periodo de progreso y crecimiento económico.
Era ésta la propuesta política que el gobierno intentaba enraizar en
el pasado a lo largo del "Arto de la OrientalidacT. Los militares declaraban
que. habiendo i-umplído la etapa de "poner la casa en orden", se
comenzaba el segundo paso hacía el desarrollo. La publicidad eludía
cualquier definición de futuro que desplazara del rol protagónico de la
escena publica a las Fueizas Armadas. Por el contrarío, en los avisos de
prensa la institución castrense aparecía como artífice y Sostén de un
proyecto económico y social de largo alcance.
2. De mano en mano
Las imágenes y personajes reproducidos en monedas y sellos repiten
ante la vista desatenta de los usuarios las efemérides, los héroes y los
símbolos de una colectividad. Billetes y monedas son el soporte material
de la riqueza guardada en las míticas arcas del “Tesoro Nacional",
mientras la imperiosa necesidad de su uso reproduce las fronteras
territoriales de la nación. La elección de sus Ilustraciones refleja la
intencionalidad oficial de c nmponer un bagage simbólico. Su presencia
muchas veces inadvertida, inntribuye a matrizar una detenninada
visión del pasado propio Así. los valores abstractas de la nación toman
cuerpo en objetos tangibles de uso diario.
En medio de una situación internacional de graves repercusiones en
la economía nacional, el proyecto del Ejecutivo sobre el sesquicenlenario
.Irsimaba 192 naílones de pesos (cerca de USD 150.000) a la acuñación
<Jc monedas conmemorativas de oro y plata con pleno poder cancelatorio
pat a toda clase de obligaciones publicas o privadas. Este fue el punto del
proyecto más debatido por el Consejo de Estado Las discusiones se
centraron en el peligru de poner en circulación una considerable suma
del respalde metálico depositado en el Banco Central. El consejero
Eduardo Praderi opinó con insistencia que la acuñación era un problema
sumamente delicado, fundamentalmente en una economía con un régi¬
men de inflación y. simultáneamente con una situación de inestabilidad
en moneda y en metales en el mercado internacional Este planteo no fue
una preocupación exclusiva de ciertos consejeros sino que el temor
parecía provenir de grupos empresariales. El consejero Labadle Abadie,
fundamentando los cambios introducidos por la Comisión Especial,
argumentaba que: A todos los niveles hubo una verdadera alarma |ya
qu<*| /.../ en esta materia se mueren intereses prtixuios muy significad
vos. 67
Estos planteos se inscribieron en un panorama signado por la
Implementación de una política económica de corte neoliberal. Se estaba
cumpliendo con los lincamientos del Plan Nacional de Desarrollo 1973-
1977. elaborado en 1972 por la oficina de Planeamiento y Presupuesto.
Ln asunción de Altgandro Vegh Villegas al frente del Ministerio de
Economía y Finanzas en junio de 1974 fue decisiva en la cfeclivízación
tic esas medidas. Bajo la dirección de este técnico reconocido por los
« nitros financieros internacionales se produjo un crecimiento del pro¬
ducto bruto interno y del sector terciario, se reíormuló el comercio
exterior y se agudizó la desigualdad social, con una tuerte caída del
salario real. 68 En medio de esa reestructuración de la economía, en 1975
se creó el "nuevo peso".
Todas las disposiciones referidas a la acuñación de monedas conme¬
moro! Ivas evidenciaron improvisación y premura. Desde el inicio mismo
• Jrl trámite se percibió la prescindencia del mínimo asesoramiento
técnico necesario. Labadie Abadie confesó que la Comisión había descu
trtrrio errores graves en la actuación del Poder Ejecutivo. Al presentar el
liilonnr señaló. La verdad es que hecha la investigación nos encontramos
fon que el proyecto inicial ni siquiera había sido consultado a las
antoriflules dd Banco Central ni a sus funcionónos técnicos más dístin-
•fiiiiios /.../. w Una vez que el Consejo hubo aprobado con modificaciones
U Iniciativa del Ejecutivo, el Banco Central asumió la tarea de llamar al
rancurso de bocetos y poma' en circulación las monedas Con una
tvforma monetaria pur delante, el Ministerio de Economía recibió las
• inrjíift de los Consejeros por el atraso en la emisión 70
Afirmas de las modificaciones técnicas, el Consejo de Estado incor-
|miiÓ una serie de criterios sobre las ilustraciones que ostentarían las
monedas. Por un lado decidió que una de ellas incluyese d retrato de
Artiga» en su versión conocida rumo "carbón de Blanca". Por oirá parte,
dispuso que Mel>cn »n contener la leyenda “Sesqui centenario de los
Hechos Hbit arte a» de 1825" o “Sesquiccntenaric de 1825“ y que la
palabra Uruguay sustituirla al "República Oriental del Uruguay" pro¬
puesto por el Ejecutivo. 71
Resulta Interesante constatar que las únicas dos ferinas concretas de
«■rlrbrarlón legisladas de antemano tu vieron a .Artigas como protagonis-
i Ui inclusión del mausoleo y de monedas con su imagen entre los
festejo» riel srsqufcentenario resaltaban la Importancia de la relación
entre Artigas y los acontecimientos de 1825 en la lectura oficial. Aunque
debatida en el Consejo de Estado, la filiación artigulsta de la Cruzada fue
una Interpretación asumida de hecho en todas las modalidades
celrbratorias Con el rostro de Artigas como motivo central las monedas
del scsquicentenarto unían material y simbólicamente dos procesos
cuya tnterrclación centraba, todavia. una polémica hisloringráfica Las
imágenes y leyendas reproducidas en la única moneda finalmente
acuitada simplificaban el proceso indcpendendsta. Su circulación gra¬
baba en la solidez del metal a 1825 como arto de concreción de la
independencia y a ésta como realización de la voluntad de Artigas. De
este modo, se desdibujaba toda una 'faceta del ideario artiguista.
extensamente difundida antes de la dictadura por la confluencia de la
investigación hlstonográftca y la prédica política. Pero además, las
ilaciones con el artiguismo permitían enraizar la nacionalidad en tiem¬
pos aun más antiguos que la Cruzada Libertadora, clausurando toda
discusión sobre fechas posteriores.
En el mamo de las tradiciones celebra lonas oficiales, las monedas dd
sesquicentenano mostraron signos de continuidad y también de ruptura
con respecto a los contenidos y modalidades anteriores En el primer
sentido, se recuperaba una representación del heme nacional que
colgaba de las paredes de las oficinas públicas desde 1923. Efectlvamen
te. en octubre de ese ario, el "carbón de Blanes". junto con las obras de
Bonpland. Herrera. Blanes Víale y Zanelli. había sido oficializado como
retrato del héroe nacional. 72 La emisión monetaria de 1975 elegía uno de
estos rostros, volviendo a otorgar a Blanes el título de “pintor de la
patria", distinción merecida por había- logrado “poco menos que materia¬
liza! un autorretrato nacional", en palahras de Gabriel Peluffo. 73
Por su parte, las señales de innovación referían a cuestiones más de
londo. alíñenles a las formas de construcción de las imágenes leprcscn-
tativas del ser nacional En este sentido, se impone una vez más la
comparación con las decisiones tomadas a pnnclpios de siglo. En esa
oportunidad, la invitación a participar en el concurso de bocetos del
monumento a Artigas fue expresamente abierta a escultores de “fama
mundial". Uirgo de una primera ronda, la Comisión encargada de la
« le» clón decidió efectuar un nuevo llamado entre el italiano Angel Zanelli
y el connacional Juan M. Ferrari, expresando su aspiración de que la
obra definitiva contemplase tanto el aspecto "artístico" como el “históri¬
co". Finalmente, en marzo de 1915. el artista Italiano resultó ganadur y
"el Artigas de Ferrari fue descalificado, al entenderse que tenia una
branca inclinación nativista' [...|, lo cual le restaba —a criterio del
jurado— dimensión heroica y contenido universal". 74
Estos tramites de elección de una estatua para el héroe muestran
claramente las tensiones, implícitas a toda representación nacional,
entre los valores universalistas por una parte y la afirmación de las
particularidades por la otra. 78 En este sentido, la opción de 1915 habla
de una concepción "abierta" de la identidad que se definía en su
asimilación al mundo. En 1975. por el conlrario. el consejero Labadie
Abadie explicaba que la Comisión Especial había querido mantener el
tono de conmemor anón patriótica y sobre todo nacional [yj por eso limitó
el boceto de las monetlas y del mausoleo a artistas nacionales 76 Tal
decisión ejemplifica adecuadamente la manera propia de la dictadura de
concebir las relaciones entre el "adentro" y el "afuera”. Se trataba de una
linea de pensamiento que reunía la advertencia sobre la influencia
externa con un relato del pasado que remarcaba el carácter autosuficiente
de los orígenes nacionales y de todo el acontecer posterior.
Si las monedas circulan entre los miembros de la colectividad, la
emisión de sellos busca proyectar una imagen oficial del país hacia el
exterior. Como otros tantos elementos de uso cotidiano, los sellos han
adquirido un nuevo significado desde que dejaron de ser imprescindi¬
bles. La posibilidad de sustituirlos por otros medios redefinió su condi¬
ción. argumentando su pervivencia en el mantenimiento de una tradi¬
ción. Asi. la elección de las estampas transmitidas en los sellos permite
analizar las imágenes nacionales que se quería difundir desde el poder.
Entre la multitud de acontecimientos conmemorados durante 1975,
el gobierno eligió algunos para ilustrar sellos postales. La Dirección
Nacional de Correos fue autorizada a imprimir 450.000 unidades
relativas a la Inada festejada por el “Año Cívico-Literario" y a los “I lechos
Históricos", exceptuando sin razones aparentes d encuentro del Monzón,
el sitio de Montevideo y la declaración de “Libertad de Vientres". Claro
está que el héroe nacional mereció un sello propio, en ocasión del 50°
Aniversaria de la Fundación de la Escuela del Solar de Artigas en el
Paraguay. 77
Resulta notorio que la colección de sellos de 1975 reproducía las
grandes lineas de las conmemoraciones oficiales. En este sentido, no
innovaba demasiado en su propuesta de figuras representativas del ser
nacional, aunque mostraba ciertos énfasis particulares. Por supuesto,
la imagen postal del Desembarco de la Agraciada correspondía al manido
óleo de Blanes.™ Meses después, con audacia innovadora, la Dirección
de Correos se permitió poner en circulación otra versión de los Treinta
y Tres Orientales, esta vez dd pincel del autor nacional Angel Medula
Medina, tradicional ilustrador de los sellos uruguayos. 79
36
37
Cuando el desprestigio internacional era hasta tal punto una preocu-
paiácn dri gobierno que el pre-ddente comento públicamente las rriticas
de un uruLrrsitano canadiense, todas las iniciativas de apoyo exterior
eran ampliamente publicitadas.* 5 El scsquicemenario fue una ocasión
propicia para que algunos países manifestaran su adhesión a un
régimen cuestionado en los foros internacionales. En este contexto, la
España de Franco y la Argentina de Isabel Perón emitieron sellos
conmemorativos de las fechas uruguayas. La Comisión Argentina de
Homenaje al Sesquicentrnario propició la edición de un millón de
ejemplares con el cuadro de Blanes En ocasión de los feste|os dd 12 de
octubre, la f abrirá Nacional de Moneda y Timbre española, por su parte
emitió una serie denominada "Hispanidad 1975". con motivos de edifi¬
cios históricos nacionales. 81
La utilización de elementos de uso cotidiano para la difusión de una
prédica histórica enlazaba las conmemoraciones del sesqu(centenario
curi los mecanismos más comunes de veneración al pasado. De esta
forma, los contenidos polémicos de la lectura histórica dictatorial se
servían de los canales tradicionales para imponer sus imágenes
referenciales. Ixjs acontecimientos y personajes reproducidos por las
monedas y los sellos perduraron junto con el recuerdo de su propia
exaltación oficialista. ,
3. Recorridos y paisajes históricos
Us <*statuas y las plazas, los nombres de las calles, las rutas y los
puentes reproducen una visión de la historia que convive con los
individuos. Aunque oscurecido por el trajín cotidiano, este panorama
refleja ciertas decisiones sobre el pasado nacional. Las nuevas señales
se incorporan en forma perdurable al paisaje provocando cada vez menos
estrañeza hasta convertirse m un escenario aparentemente despojado
de significado histórico. De igual forma, se van olvidando progi calva¬
mente las intenciones políticas y las controversias históricas suscitadas
al modificar el entorno físico. En ese sentido, d plano de la ciudad revela
los énfasis de las políticas oficiales, pero expresa también las reivindica¬
ciones locales, las propuestas corporativas o las iniciativas partidarias.
Bajo un gobierno autoritario, estas disputas por imponer objetos y
denominaciones se dirimen entre los actores y organizaciones auspicia
dos por las fuerzas en el poder.
La dictadura uruguaya demostró un interés especial por demarcar el
espacio físico con nuevas interpretaciones, formas o contenidos. Para
dio. utilizó una concepción “tradirionalista" de la identidad cultural que.
al decir de García Candini. se sustentaba "en un patrimonio, constituido
a través de dos movimientos la ocupación de un terntorio y la formación
de colecciones". Desde esta concepción la Identidad se equipara a
habitar un lugar, compartiendo un conjunto de símbolos y rituales. Ese
bagage simbólico se ordena en colecciones que restauran constantemen¬
te ios vínculos esenciales que mantienen unida a la colectividad. 82 En
este sentido, la preocupación de la dictadura por signar el entorno
geográfico se vincula, seguramente, con la capacidad de estas “coleccio¬
nes" de borrar las tensiones inherentes a su origen e integrarse a las
imágenes consensúales de la comunidad nacional. Al respecto, el mismo
autor afirma "La perennidad de esos bienes hace imaginar que su valor
es incuestionable y los vuelve fuente del consenso colectivo, más allá de
las divisiones entre clases, etmas y grupos que fracturan a la sociedad
y diferencian los modos de apropiarse del patrimonio". 83 El análisis de
las innovaciones del enlomo permite desarmar esta apariencia consen¬
súa!, visualizando las interpretaciones del pasado y las lecturas del
presente que le subyacen.
El “Año de la Orientalidad" ambientó los impulsos monumentalistas
e incitó a reíormular el nomenclátor oficial. Ambas intenciones expresa¬
ron una voluntad de ordenamiento y parcelación del espacio público, en
consonancia con la redefimeión de la galería de héroes. Los personajes
fueron ordenados en un riguroso escalafón en linea ascendente según su
Importancia en la fundación nacional. En base a esta rígida graduación,
se evaluaron las nóminas de calles y monumentos, comparando la
disposición en d plano con d lugar que ocupaban en la escala de valores
oficial. La Cruzada Libertadora fue el punto de partida para este examen
escrupuloso de gran piarte del pasado racional. De esta forma, se buscó
reparar las "omisiones" de los gobiernos anteriores y enmendar sus
"negligencias", actitud usual al cambiar las orientaciones políticas
oficiales
Treinta y tres individuos en el paisaje
La oficialización de la “Nómina de los Treintay Tres Orientales" es una
muestra extrema de las modalidades autoritarias de construcción de la
galena de héroes. En febrero de 1975. a pedido de la CNHS. el Poder
Ejecutivo sancionó la lista oficial de los treinta y dos hombres que habían
acompañado a Lavalleja Esta resolución se fundamentaba en un
informe de la referida Comisión, por el cual esos nombres deben ser los
adoptados en el año 1876 por la Comisión Encargada del Monumento
Conmemorativo de lo Independencia de la República, inaugurado en
Florida el 19 de mayo de 1879 y por el pintor nacional don Juan Manuel
Blanes. Jlgurando, además, en documentos con las firmas autógrajas de
Lavalleja y Oribe. 84 Esta argumentación se apoyaba en veredictos
historíeos emitidos por personajes cuyas virtudes patriótica» eran
incuestionables para un gobierno que reivindicaba el latornsmo. El
“Juramento de los Treinta y Tres Orientales" era rcfonnulado hasta
convertirlo en prueba de la veracidad de los mismos hechos que en su
origen habla contribuido a exaltar. La lectura histórica oficial equipara-
ba la r ep re sen tación paradigmática de la 'Cruzada Libertadora" con el
análisis documental refrendando en su coincidencia la “verdad lustort¬
ea” del acontecimiento. De alguna forma se pretendía dar al cuadro el
valor testimonial de una fotografía.
Además el Informe de la CNHS se apoyaba en un estudio documental
que no había sido específicamente redactado para la ocasión. Por el
contrario, retornaba d analista realizado den años atrás por la "Comisión
Encargada del Monumento Conmemorativo" de la Florida. Con intencio¬
nes de dotar a la medida de mayor credibilidad y verosimilitud, la CNHS
y el Estado Mayor del Ejército auspiciaron la reedición de un trabajo del
coronel Antúnez de Olivera, llamado “Lista oficial de los Treinta y Tres
patriotas".* En la propia edición se remarcaba el Interés de cumplir con
el Decreto l09/75del4/2f 1975. adoptando la resolución de elaborar una
nómina según el orden dispuesto por el pintor Blanes , m Nuevamente, se
trataba de hacer del “Juramento" el parangón de la veracidad histórica
y de su autor una suerte de "testigo presencial" incontrovertible. Asi. se
equipar aba la significación patriótica del desembarco con la de su retrato
más conocido o. como dijera F. O. Asaun^ao. se reverenciaba ei instante
cenital que captóJuan Manuel de Blanes en su tela, tan inmortal ésta conw
el episodio mismo.* 7 De todos modos., el estudio del coronel Antúnez
buscaba cumplir con los requerimientos eruditas, analizando los docu¬
mentos e incluyendo su reproducción facsimilar. Es interesante consta¬
tar asimismo que tanto los antecedentes históricos manejados, como la
reedición de ese trabajo no implicaron nuevos aportes sobre el tema.
La intención de la CNHS y del Poder Ejecutivo era. seguramente,
resolver un problema puntual de orden organizativo. Más que aportar
datos historiográficos. pretendían establecer con claridad los nombres
de los personajes venerados desde las primeras épocas de vida indepen¬
diente. El deerrio mostraba la obsesión por la exactitud de una concep¬
ción Jerárquica típica de una mentalidad modelada en la disciplina
militar. Bajo este objetivo pragmático, se evidenciaba una forma de
construcción de los referentes históricos de la colectividad que tiñó todas
las celebraciones dictatoriales El País ironizó sobre la pretensión de
definir la lista mediante un decreto, pero entendió las razones concretas
de la CNHS de hacer distintos homenajes e Incluso un monumento a los
protagonistas de la gesta. Y por supuesto, precisa de una nómina oficial
de los integrantes de la gran Cruzada. Ello motivó el insólito decreto de la
víspera, que no pretende sentar una verdad histórica, sino ajusfar una
nómina oficial para la realización de los correspondientes homenaje s
/-i- 88 Sin embargo, la actitud del diario oficialista había sido otra cuando
el Ejecutivo decidió por la misma vía los festejos del sesquicentenario.
A pesar de haber oficializado la nómina, sólo algunos de los treinta y
dos orientales merecieron, ajuiriodelaCNHS. la veneración personalizada.
El objetivo de marcar con sus nombres el paisaje urbano y rural quedó
relegado después de haberse sancionado la listar se prefirió enfatizar en
) la ya conocida apelación colectiva. l«as figuras individuales quedaron
unidas en la extensa, pero ya no difusa, denominación de los ‘treinta y
tres”. Al designar con ese apelativo un núcleo del Instituto Nacional de
Colonización, el secretario de Relaciones Públicas explicó que: La
denominación genérica '33' es más conocida que la lista.** Sin embargo,
algunos personajes fueron homenajeados individualmente mediante la
inclusión en el nomenclátor. Izis nombres de Ignacio Medina. Agustín
Velázquez. Felipe Campé y Francisco Lavalleja pasaron a identificar
calles montevidcanas. 90 De este modo, solamente cuatro de los Ireinta y
I dos orientales accedieron a la “chapa" que el general Cnsli les había
prometido por cadena nacional, exactamente dentó cincuenta años
después de su desembarco. 91 Por otra parte, se procuró denominar a una
ruta del departamento de Florida con el nombre de Manuel Francisco
Artigas y la CNHS apoyó las reparaciones de la casa de los Spikerman
para convertirla en un museo M
La conservación del pasado
Esta escasa atención individualizada se contrapuso a la concitada
por el personaje colectivo de los "treinta y tres". Con una presencia
consolidada en el paisaje público, varios de los sitios bautizados con el
apelativo grupal ascendieron durante 1975 al rango de “monumentos
historíeos". Asi. una plaza un cuartel, una virgen y el sitio del desembar¬
co fueron simbólicamente integrados a una clase de objetos que preten¬
día reproducir el pasado de la colectividad. 93 Mediante la denominación
de "monumento histórico" se buscaba conformar una colección de
objetos evocalivos de las zonas y valores del pasado que representan
oficialmente la identidad nacional. Durante 1975 vanas decenas de
sitios y edificios entraron en esta categoría, denotando el interés
gubernamental por definir los límites del patrimonio histórico. Las
políticas oficiales a este respecto fueron una versión “primitiva" de lo que
García Candirá llamaría "tradicionalismo fundamentalista" refiriéndose
a una caracterización del patrimonio como "conjunto de bienes estables
y neutros, con valores y sentidos fijados de una vez para siempre". 91
Durante la década del setenta, la UNESCO organizó una serie de
conferencias internacionales, propiciando el debate y la definición de
políticas culturales gubernamentales. Ya en 1968 se habían dictado
"Recomendaciones sobre la conservación de los bienes culturales que la
ejecución de obras públicas o privadas pueda poner en peligro". En 1970
se realizó una “Convención sobre las medidas que deben adaptarse para
prohibir e impedir la importación, exportación y la transferencia de
propiedad ilicilas de bienes culturales". Dos años después se celebró la
“Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y
Í natural". 93 Bajo la influencia directa de este impulso, numerosos países
se preocuparon por guardar y proteger sus bienes naturales e históricos.
Cuando estas corrientes renovadoras comenzaban a plasmarse en
dedBionracHtatalr.s. Uruguay aún no había transitado por fases anterio¬
res de conste rvarión patrimonial, ya cumplidas en otros países latinoa¬
mericanos Sé bien nu pueden desconocerse las iniciativas cumplidas
Ixtjn rl impulso personal de figuras cuma Horacio Arredondo. Juan Pivcl
Devoto y í ulnn I¥rez Montero, la "C omisión de Patrimonio Histórico.
ArtiaUrt.v Cultural" comenzó a trabajar en Uruguay en junio de 1972 con
una tradición prácticamente nula. La inminente Convención mundial de
la UNESCO seguramente había influido en la creación de este organismo
en octubre de 1971. Esla influencia se hizo evidente en las definiciones
de |wtinmonio contenidas en el informe presentado al Ejecutivo en 1975.
Kstc documento retomaba las directivas de la Ley 14.040 y establecía
cpir fxximn ser declarados monumentos historíeos los bienes muebles o
Inmuebles vinculados a acontecimientos relevantes, a la evolución histó
ncu nacional a personqfes notables de la vida del país o a lo que se
considere represen rodeo de la cultura de una época. Sobre esta base
agregaba, en clara coincidencia con las definiciones de los foros interna¬
cionales. que la expresión "monumento histórico “ (...) reviste un alcance
mui/ amplio, puesto que „ además de las obras arquitectónicas y paisajes
urbanos, considera comprendidos en ella, a los yacimientos arqueológicos
y paleontológicos, a las obras de arte de los más diversos géneros, a los
manuscritos, impresos, planos, mapas, grabados, partituras, piezas de
riuniLSinúíica. deJUatelia y todos otros exponentes que puedan asociarse
a la evolución histórica y social de la República y a las manifestaciones que
en el decurso de los añas han formado su acervo cultural. Pero este
informe se apartaba de los lincamientos de la UNESCO al sustituir el
criterio de preservación de los lugares de valor etnológico y antiopalógim
por la referencia a los bienes de personajes notables de la vida del país
o a la que se considere representativo de In cultura de ana época.*
Esta visión tradicional del pasado desplazaba el protagonismo colec¬
tivo implícito en los términos etnológico y antropológico, para privilegiar
el papel de los "grandes personajes". Sin embargo, el Poder Ejecutivo
analizó el escrito y redeflnió los objetivos prácticos, restringiendo aún
más radicalmente sus alcances. En base a consideraciones de orden
práctico y con temor ante las posibles reacciones de los propietarios, el
Ejecutivo decidió un plan gradual de medidas que priorizaha los bienes
afectados por la modificar ion de las costumbres y modernización de las
ciudades. Los criterios de la Comisión fueron reducidos a los sitios en que
residió un personaje de notoriedad histórica, los que fueron escenario de
hechas relevantes, sede de organismos oficiales o privados asociados por
ello a la vida institucional cultural religiosa, social, industrial o económi¬
ca. de tus edificios representativos del estilo o del gusto de una época, de
las obr as < fe ejecución más recientes, que por sus valores deben preservarse
porque están llamadas en el futuro a que también se las considere como
expresión de un periodo /.../. 97
Desde estas ideas primitivas sobre el patrimonio cultural, las medi¬
das írnplementadas por la dictadura nunca llegaron a consolidarse en
una política sistemática de conservación. Aún más. el gobierno urugua¬
yo no ratificó las normativas emanadas de la Convención sobre patrimo¬
nio cultural, ni adhirió al fondo de recursos errado con tal objetivo. La
única medida tomada en cumplimiento de isas decisiones consistió en
la confección de un inventario de bienes. A lo largo de 1975 más de un
centenar de lugares y objetos fueron arbitrariamente integrados a una
colección de reliquias. La incorporación al "muestrario histórico" signi¬
ficaba únicamente la imposibilidad de vender o modificar el “monumen¬
to". Una vez que hubo sancionado la “sacraiización" de estos espacios y
bienes, el Poder Ejecutivo limitó sus intervenciones al suministro de
reducidos fondos para cuestiones puntuales y a la mudanza del taller de
restauración a la órbita de la referida Comisión de Patrimonio . 1 * 8
Las divergencias existentes entre las definiciones de la comisión y las
del Ejecutivo pueden abordarse mediante el esquema propuesto por
Raymond Williams para analizar políticas culturales. Este autor distin¬
gue. por un lado, el nivel “arcaico" de los objetos reconocidos como
pertenecientes al pasado de una sociedad. Define también un nivel
“residual" de bienes que. aunque percibidos como productos del pasado,
se mantienen vigentes. Por último, denomina "emergentes" a las expre¬
siones innovadoras en el plano simbólico y de las prácticas sociales . 1 * 9
Según este análisis, una política cultural que omita alguno de los niveles
fracasaría por descuidar manifestaciones culturales importantes.
Puede percibirse que el criterio de la Comisión tenía en cuenta los dos
primeros niveles, mientras que la concepción del Ejecutivo se limitaba
básicamente al estadio “arcaico". Esta última nocion reducía la categona
"monumento histórico" a los bienes representativos de una serie de
valores nacionales y culturales definidos a pnon. Mediante esta selec¬
ción. se “sacralizaba" un conjunto de objetos, manteniéndolos aislados
del entorno físico y resguardados de toda mlluencia perniciosa para la
“pureza" de los valores representados. En este sentido, una resolución
del Ejecutivo declaraba "monumentos históricos" a varios inmuebles,
entre los cuales se incluía un sector de la muralla de las fortificaciones
de Montevideo existente sen el subsuelo de la casaTrabucatíl un Palomar
que perteneció a la Quinta de Manuel Sainz de Cavia, en la que se reunió
el Congreso de Tres Cruces en abril de I&I3, un inmueble' de las
postrimerías del periodo colonial representativo de la arquitectura de la
época y el Mercado del Puerto. 100 Esta reunión arbitraría de porciones de
la ciudad muestra, además de la ausencia de planificación, una concep¬
ción fragmentaria de la historia.
La declaración como "monumentos hislóncos" de los cuatro sitios
reunidos bajo la denominación Treinta y Tres Orientales" evidencia, por
su parte, una concepción más claramente "arcaizante" de las políticas
culturales. La confunción de una vtrgen. una playa, un cuartel y una
plaza componen una muestra grotesca de una concepción estática y
42
43
*
tradicioruiliMa de la nación La “Virgen de los Treinta y Tres" aportaba
al muestrario histórico de la dictadura el caudal simbólico del único
icono religioso con significado histórico nacionalista del país y el
reconocimiento de una sostenida veneración popular 101 De este modo,
la Iradkión cristiana, la vertiente militar y un nacionalismo conservador
confluyeron en una lectura de la historia impuesta a la exposición
pública. Esta forma de veneración histórica se tunda en un continuo
tpmporal que hace significante al pasado en relación al presente v al
futuro, en tanto prolongación de los modelos de vida y las patita»
culturales dispuestos más allá del tiempo. De este modo, la unidad del
grupo social se mantiene en el sentimiento de un origen común, donde
se rastrea una tradición üicucstionada y atemporal que prescribe los
valores morales 102
Un lugar en el mapa
Como ya se ha planteado, durante 1975 la preocupación por equipa¬
rar la importancia asignada a individuos y acontecimientos con su
presencia en el entorno físico caracterizó las medidas de nomenclatura
histórica. Esta inquietud tuvo su máxima expresión en los homenajes
dedicados ai Jefe de la Cruzada Libertadora. Aunque los nombres de los
cruzados no adquirieron una relevancia propia. Lavalltja fue. segura
mente, la figura individual que centró las conmemoraciones. En un
panteón dominado por Artigas, héroe nacional indiscutidn. el escalón
consecutivo era ocupado por J. A. Lavallcja. como Segundo Jefe de los
Orientales.
A poco de comenzar el “Año de la Orientalidad". el consejero Siemens
Amaro advirtió con inquietud que ese titulo no se correspondía con su
espacio en la ciudad. El consejero argumentó que In capital de la
República está en deuda con la rememoración adecuada de la figura
gloriosa del Jefe de los Treinta y Tres /.../. Sólo existe en la dudad de
Montevideo una calle, ni siquiera un Bulevar ni tampoco una avenida, que
recuerde su nombre heroico. Pero aun es atinado destacar que esa calle
es una calle secundarla. 103 Por eso. reclamó que se le mgfera un
monumento en la Plaza de los Treinta y Tres Orientales, según lo
dispuesto hada mas de una década. En respuesta a estos requerimien¬
tos. el Poder Ejecutivo decretó la construcción de la estatua y la CNHS
realizó el llamado correspondiente al concurso de bocetos para irrigirla
en el cruce de Av. Italia y Garibaldi. i<M
El llamado se restringia a escultores nacionales y se preveía una
inversión de 45 millones de pesos destinados a cuatro premios y cinco
menciones especiales. 105 Las bases describían un monumento de simi¬
lares características a las estableadas por el llamado para el de Artigas
en 1883. Se disponía la erección de una estatua ecuestre fundida en
bronce, sobre un pedestal revestido de granito, sin ningún otro elemento
agregado. Elfrente del pedestal llevará esta inscripción- LAVALLEJA. Esta
44
última precisión apostaba al poder persuasivo de la imagen, con
prrscindenda de cualquier explicación adicional. Por eso. se fijaban
claramente los entonos que el escultor debia asumir, asegurando que:
Habrá total libertad para ta concepción de la obra, en tanto su realizador
se inspire en las virtudes ciuicas y militares del prócer.
A estos electos, se adjuntaba un escrito de Dionisio Trillo Paya,
incorporado a las anteriores bases del concurso publicadas en 1963 bajo
la impronta del gobierno blanco. Este trabajo exaltaba las condiciones
militares de Lavallcja. afirmando que ha de ser en un señalado momento
riesu nieta de guerrero impemoso.yacaballo. que lo captará el artista para
aproximarlo en el bronce a la respetuosa contemplación del pueblo, un
pueblo que disfruta de la independencia política en mérito de los trabajos,
las fatigas y la audacia del Jefe de los Treinta y Tres Orientales. Se vetaba
expresamente la inspiración en los últimos 25 años de su vida, es decir,
se eliminaban todas las facetas del personaje relativas a las disputas
intercaudillistas que minaran su Imagen de luchador desinteresado por
el bien de la patria. Se afirmaba que los acontecimientos de esta etapa
no agregan nada a la figura ecuestre que deben realizar los escultores
concurrentes con unción patriótica, con arreglo a la verdad histórica y con
sensibilidad artística. 10 *
Es Interesante constatar que el llamado Incorporaba las mismas
referencias visuales que en 1963 Estas eran un retrato al natural de
1835 de J. P. Goulú. un daguerrotipo de 1852 o 18.53 y la foto de la
Espada que perteneció al general Juan Antonio Umolleja. 107 Aunque no
figuraba en el folleto de las bases, la CNHS no olvidó incluir el consabido
retrato del cuadro de Blanes m su aviso publicitario del concurso. El
Jurado se reunió a fines de noviembre y la CNHS inauguró la exposición
de los bocetos presentados."* De esta forma, se dio cumplimiento a una
osada reivindicación del Consejo de Estado que no había sido prevista
entre los festejos programados.
Hada fines del arto, el Jefe de la Cruzada mereció nuevamenteja
atención del Consejo de Estado, en ocasión de discutirse la iniciativa del
Ejecutivo para designar con el nombre “Juan Antonio Lavalleja" a la
Escuela N° 38. ubicada en el lugar donde ciento cincuenta años antes
había acontecido la Batalla de Sarandi. La Comisión de Educación y
Cultura propuso modificar el proyecto, incorporándole a la denomina
nón d grado militar del procer En tal sentido, los argumentos del
informe eran similares a los esgrimidos en las bases del concurso para
la estatua. Se trataba de resaltar su condición de guerrero y de generar
admiración ante su espíritu audaz Este sentimiento era la herencia que
las nuevas generaciones debían recoger ya que pocas son las palabras
para describir la Cruzada Heroica, porque aparte del juicio serena de la
historia, hay un aspecto sentimental aún no exaltado ni escrito con la
intensidad y profundidad necesarias, que no encuentra comparación en
los pueblos ron milenaria ¡rarluión. que nornnientra similitud níoon 108
hechos heroicos de la Guerra de Esparta ni de la noble Atenas.
A
La reíemiiia n la antigüedad elásica aludia al sustrato común de una
herencia ort idrntal y rrlatlana, retomada en su calidad de rrpresenta¬
ción |Mi!itdtj,MiiiUcn de “lo épico”. Unía el pusade propio a la historia
univn ruil. i«‘<liint listonando su valor en la comparación. Asi. d aconte¬
ce i n .m i mi ti nc adueñaba de todas las características del modelo clásico.
Eat uní» |h.U tico de la herencia grecorromana tenía antecedentes en el
no/i'tiiui y rl fi «seísmo. Claro está que la referencia a la historia clásica
ti.i nido un lugar común en la retórica apologética de la nainón y no se
ii «lo «Ir un rasgo exclusivo de kis gobiernos autoritarios. Ya en los
fmtr|ii* del Centenario de 1825. Duvimioso Terra había calificado a los
I* ti iibics i h* la independencia como una generación homérica, retomando
la 11 adición de la “Nueva Troya ". 111 En 1975. al comentar el informe del
I* |r< olivo sobre el sesquicentenario. la consejera Coohghan Sangumetti
represó con orgullo que en las estrofas de los himnos de cuatro países
americanos se menciona in Batalla de Sarandl A tanto llegó el prestigio
de esa batalla, que puede decirse que fue realmente homérica. 113 La
iiiIhuih fuerza ganada por la Batalla de Sarandi medtante la calificación
de homérica. obtuvo la Cruzada al ser comparada con los modelos
ateniense y espartano.
Por otra parte, el informe insistia en la equivalencia entre quienes
homenajeaban en 1975 a la figura heroica de Lavallcja y d pueblo que
había combatido Junto a él por la Independencia. Se sostenía que este
homenaje lo hace el pueblo de Sarandi Grande, un recuerdo imperecedero
de aquella grande batalla que consolidó la Declaratoria de la Independen¬
cia, de esa batalla que se libró en esos mismos lugares donde hay se
levanta una escuda que quiere Ueve su nombre para tenerlo siempre
presente, al Jefe y a todos los que con él lucharon y murieron, viviendo
otros para ejemplo de los generaciones frituras . 113 De este modo, el "Año
de la Orlentalldad" reproducía los sentimientos patrióticos que unían al
pueblo oriental y sus lideres desde la fundación nacional. Pero si en las
publicidades de la CNH5 el pueblo rodeaba borrosamente la figura de
Lavallcja, en el informe de la Comisión cumplía un rol auxiliar para
desaparecer de las bases del concurso del monumento. A pesar de estos
matices, las tres modalidades cefcbratorias coincidían en su reiterada
alusión al carácter de conductor militar del héroe.
En el caso del Consejo de Estado, este énfasis en la imagen militar se
relacionaba con la actitud asumida durante la dictadura por los conse¬
jeros en su condición de civiles. Sin ningún tipo de rodeos, fueron estos
“civiles" quienes reclamaron que no se olvidaran los galardones del
general quien, argumentaban, nunca renegó de su grado militan al
contrario, en todos sus retratos, óleos, etcétera siempre lo vemos con su
uniforme militar y desde que estudiamos en las aulas de las escuelas lo
conocemos como el General IxwalUga. Eso queremos transmitirle a los
niños que «xiucurren a la escuda, a esa esperanza del futuro, para que lo
vean como lo recordamos nosotros en el cuadro de filones de los Tremía
y Tres Orientales: bota alta pistola al cinto, bandera de la libertad en la
mano, guerrera azul, cuello y puño noforado . 114 Estas palabras, de la
inconfundible pluma de la “señorita" Coolighan Sanguinctti, volvían a
convertir las imágenes enaltecedoras del procer en contundente eviden¬
cia de sus cualidades.
Con la misma voluntad de establecer al Segundo Jefe de los Orientales
en el esparto urbano, se designó con su nombre una calle montevideana
y el Instituto Normal de la ciudad de Minas . 115 Asimismo, una de las
varias rutas bautizadas con los nombres de los Héroes Nacionales se
llamó Brigadier General Juan Antonio Lavalleta Las otras carreteras
fueron denominadas Brigadier General Manuel Oribe. General José
Artigas. Andrés Artigas. Brigadier General Fructuoso Rivera y Coronel
Leonardo Olivera. Mediante esta decisión, los habitantes del territorio
nacional pasaron a estar comunicados, literalmente, a través de los
héroes nacionales.
El espado asignado a cada una de las figuras de este panteón oficial
se relacionó ron la valoración de su rol en la historia de la nación. Pero,
además, se encontró y publicitó una vinculación entre el espacio
geográfico que se les asignaba y su trayectoria personal. De esta forma,
la ruta 3 fue denominada General José Artigas por su aproximación a la
ruta del Exodo del Pueblo Oriental La ruta 4 se llamó Andrés Artigas
porque conduce a Ias Misiones, donde Andresito Juntó las fuerzas
indígenas que comtilgaran can el ideal ariigitista. En el caso del Brigadier
General Rivera, la rula 5 que lo homenajeaba refería, además, a la
historia conmemorativa al considerar que atraviesa el país en direrxóón
aL departamento que tiene su nombre, y que cruza Durazno, el paraje
favorito del caudillo en momentos de crisis. Al Brigadier General Juan
Antonio Lavalleja se le asignó la ruta 8 para evocar el camino de su
primera gran misión militaren la gesta de 1825 cuando, desde el litoral,
con un puñado de hombres, marchó a poner sitio al reducto extranjero
refugiado tras los muros de Montevideo. Para el Coronel Leonardo Olivera
se eligió la vía 9. ruta del Este, para homenaje a ese caudillo patriota que
conquistó esos parajes para la lucha de los orientales. Por úllimo. la Ruta
1 se bautizó Brüjadier General Manuel Oribe sin enunciar razones,
olvidando significativamente que esa vía comunicaba con Argentina,
donde el caudillo blanco había tenido fieles aliados . 116
El establecimiento de una red de caminos sobre todo el mapa del pais
expresaba en una sola resolución los dos movimientos de constitución
“tradicional" del patrimonio. Al mismo tiempo que demarcaba más que
simbólicamente el territorio de la nación, establecía la “colección" de los
héroes nacionales Con sus nombres se bautizaban las vías más
importantes de comunicación y transporte, exponiendo a la veneración
cotidiana del tránsito carretero los títulos de los personajes que habían
recorrido esos lugares en su lucha por la independencia de la patria.
Los nuevos nombres incluían los grados militares de los personajes
según se usaban ya en la ¿poca independen lista. Estas Jerarquías Fueron
recuperadas por la Ley Orgánica Militar de 1974 como títulos honorití
cus. La preocupación por los galones se extendió a muchas de las
instancias celebra lorias de la dictadura aunque no fueran auspiciadas
directamente por las Fuerzas Armada» Tal inquietud se expresó más
que claramente en la promoción dd coronel I«eonardo Olivera al grado de
general Según manifestó el consejero Aparicio Méndez, esa decisión nos
conforma ¡ ¡ de que el grado de General no lo ¡unja obtenido durante el
transcurso de su vida ejemplar: porque k> recibe u/iora. por voluntad de un
gobierna respetuoso en todos sus aspectos de los grandes valores nacio¬
nales {...J. El consejero .Jorge Spangerberg. por su parte, advirtió la
consecuente necesidad de subir de grado al tramode la Ruta 9 bautizada
con el nornbrc de Olivera, a lo cual Méndez replicó que la ley vendría a su
debido tiempo . 117
El sitial del Compadre
La constatación del Consejo de Estado sobre la pobreza del recono¬
cimiento urbano a Lavalleja reflejaba el legado de décadas de gobiernos
colorados. Ana Prega sostiene que los héroes recordados por la “fiebre
monumcntistica" del siglo XIX "habían peleado a favor del Partido
Colorado Se olvidaba a figuras como .Juan Antonio Lavalleja o Manuel
Oribe, del partido Blanco. Recién en el siglo XX se conformó un panteón
de héroes ‘simétrico*!... l - . 11 * De esta forma. Rivera gozaba de una
presencia consolidada en el entorno urbano, que podía visualizarse en
estuluas. callea y parques. Los sitiales que ambos caudillos habían
conquistado en d espacio publico mostraban las pugnas partidarias por
la demarcación de la ciudad «un sus personajes y acontecimientos.
Refiriéndose a los énfasis de las divisas en la versión de los orígenes
nacionales. Real de Azua afirma. "El estereotipo tndependentista ha
incluido la imagen de los dos caudillos mayores del quinquenio 1825
1830 como acérrimos, inquebrantables autonomistas. Claro que no a los
dos simultáneamente. La historiografía partidaria colorada, a partir de
Bauza, que dio la pauta de la versión, lo ha hecho con Rivera, en tanto
que la nacionalista, aunque también con la adhesión de Blanco Accvndo.
de Salteram (con matices) y de historiógrafos menos embanderados,
realizó similar ajuste eon la trayectoria de Lavalleja". a ®
De este modo, aunque ambos personajes escoltaban la figura uielu-
dible de Artigas, las lecturas coloradas reafirmaban d "autonomismo" de
Riveray el “argenbnisnio" de Lavalleja, mientras las versiones de filiación
blanca enfatizaban en la “traición" del primero y en el sentimiento
independentlsta del segundo. En la polémica de 1923. los defensores de
la ‘tesis clásica" marcaron sus perfiles parbdanos al interpretar la
incidencia de sus lideres en la consolidación nacional. A este respecto.
Real de Azúa sostiene que los historiadores colorados no dudaban en
preferir d 25 de agosto sobre d 19 de abril puesto que en ese momento
Rivera ya se había incorporado a las fuerzas antilusitanas. A su vez.
reiv uidicaban la campaña de las Misiones como la contribución decisiva
de su caudillo a la independencia. • Los blancos, por su parte, podían ser
más flexibles con respecto a las fechas, ya que su líder había conducido
la Cruzada Libertadora desde los prolegómenos.' 30
Al celebrar los “Hechos Históricos de 1825". el sesquicentenario
subordinaba los homenajes a Rivera a su intervención en ese calendario.
Tampoco puede olvidarse que la plana mayor del ejército de 1975 tenía
simpatías predominantemente blancas. Asi. este caudillo tuvo escasas
ocasiones de ser venerado individualmente, perdiendo relevancia bajo el
alud de festejos patrióticos. Un busto en el Liceo Militar N° 2 de la
localidad de Santa Bernardina, la construcción de una plaza tai Fray
Bentos y la sanción de su casa como “monumento histórico” fueron los
medios utilizados para enaltecer la figura de Rivera. 121 Este héroe
merrrió. además, algunas de las iniciativas más originales de la profusa
actividad de la CNHS. El Hk/uerón de Rivera fue uno de los centros de su
preocupación forestal, reafirmando la personalidad histórica nacional
en la Dora autóctona. En este sentido, se decidió trasplantar junto a su
estatua en Montevideo un gajo del mítico Higuerón del paraje donde el
caudillo se refugiara a su regreso de las Misiones. Amenazado por el tan
pub licitad o embalse de Salto Grande, el Paso del Higo fue también
declarado “monumento histórico". 133
En 1975 el perfil de Rivera adquirió relevancia en tanto "actor
privilegiado” de los ‘Hechos Históricos", a los que se incorporó "invitado"
por Lavalleja en el famoso episodio del Monzón. Este acontecimiento
unificó las glorias particulares y permitió que Rivera desplazara a Oribe
del sitial de Segundo Jefe de la Cnizada. mediante su victoria en la
Batalla del Rincón Ambos “Hechos' merecieron sendos homenajes por
parte de la CNHS. incluyendo la señalización exacta de los sitios
mediante estelas cvocaüvas. 123 Si el triunfo militar de Rivera marcaba su
contribución especificadla independencia nacional, el gesto del Monzón
adquiría una significación especial en la pretensión oficial de enaltecer
a la nación por encima de sus divisiones internas.
El montaje histórico del sesquicentenario. empero, no podía obviar
antenores políticas cclebratorias. ni lecturas del pasado nacional defini¬
das bajo la influencia de las divisas tradicionales. El empeño por hacer
de sus líderes los héroes sin mácula de la colectividad nacional Implicó,
en el caso de Rivera, una insistencia marcada en su contribución al
proceso Iniciado por Lavalleja. La expresión más llamativa de esta
operación fue la decisión de las autoridades de Flores de indicar con
estelas rada paso de la hazaña militar de Rivera, desde su triunfo en
Rincón hasta su aporte a la victoria de Lavalleja en Sarandí. 134 F. O.
Assunyao asignaba claramente los méritos individuales de los jefes
• Compota de tas Misiones, expedición de las fuerzas comandados por F Rivera a ti»
Misiones y conquista de su territorio en agosto de 1828 frente al Imperto de Brasil.
48
49
militares explicando que Lavativa cristalizó en Sarandi los ajanes
tantas veces Jrastrados. Fue ei ,)efe de la epopeya de los Treinta y Tres
Orientales Kíivra compartió con éi la responsabilidad del comando
emancipador luego del acuerdo det Monzón que selló la cor\funcióri que
precisaba la Ptitrta. 1 **
Las peculiaridades de la Integración de Rivera a las celebraciones se
fundaron, entonces, cu una determinada versión de la historia. En la
lectura ofrecida por la CNHS. la filiación antilusitana de Lavalleja era
incontrovertible, mientras que la posición de Rivera resultaba cierta¬
mente mas difícil de exphear. Se hizo necesaria una fundamentauón que
lograra eximir de culpas ai discutido caudillo colorado. Sin embargo, esta
"purificación" sr estancaba en una insistente reiteración de argumentos
pro rivcrísUs. Se remarcaba su fiel participación en las luchas artiguistas.
las equivocas situaciones que lo enrolaran junto a los portugueses, el
gesto patriótico del Monzón y su aporte decisivo en la Batalla del Rincón
y en la Campaña de las Misione.s. ,2 * En una conferencia en el Instituto
Histórico y Geográfico. A&sun^ao habló: ftirci aquellos que aún no creen,
para las que dudan de la sinceridad o aim de la veracidad y coi Heñirla de
aquel episrxiio ejemplar (...¡ Para los que extrayendo lodo de su propia
espíritu siguen queriendo arrojar sombras o salpicar las imágenes de
aquellos hambres que nos dieron la Patria /.../. A estos les explicó que ya
no Importaban las circunstancias previas al encuentro entre Rivera y
I-avalleja porque lo que importó e imporiafueron sus enormes consecuen¬
cias. (.../ |Alli| Hubo dos hombres enteros de alma generosa, que unieron
sus corazones en un abrazo leal por ei ideal auténtico del patriotismo
sano. 127
En esta concepción, el ‘Abrazo del Monzón" representaba, simultá¬
neamente. lu transformación de Rivera en cruzadodela causalibcrtadora
y el reconocimiento implícito de su tardía incorporación El Encuentro de
InsJqfes era tributario, por su propia denominación, de una concepción
"simétrica** del panteón nacional. Este acontecimiento simbolizaba,
udmias. la unión de los “orientales" frente al enemigo externo, antepo¬
niendo los intereses comunes a las rivalidades partidarias. Este “Hecho
Histórico” expresaba también la mnceptualizacíón de la colectividad
nacional en términos de “gran familia". Por ella, ambos caudillos
depusieran los antagonismos que los habían separado por algún tiempo
y se duran el abrazo que selló la unidad del pueblo oriental. Desde
entonces nuestras querellas entre hermanos siempre Jueron superarlas
cada yez que el destino de la Patria estuuo amenazado. Por encima de las
pasiones del momento, el ejemplo de los Tenientes de Artigas seguirá
siendo nuestra guia. Que nunca más nadie se atreva a rfñJidir la familia
oriental. Porque asi como Rivera y lxwalieja se confundieron en un abrazo
para damos libertad, del mismo modo formaremos una muralla contra el
extraño que pretenda d iludimos. lM
Estos intentos oficiales de “limpiar la actuación del líder colorado
buscaban integrarlo a una visión de la historia que proponía una
concepción “cerrada” de la nación. Sin embargo. Lavalleja y Rivera
mantenían su carácter de héroes partidanos. lo cual se evidenció en la
decisión del diario El País de responder los requerimientos de “lectores"
y publicar la conocida carta que Lavalleja enviara a su esposa relatando
su versión del celebrado “abrazo" ,M La edición de esta nota epistolar
contrariaba el sentido que otorgaba la CNHS a la inclusión de extensos
documentos en su campaña publicitaria. De esta forma, la pretendida
voluntad monolítica de los héroes nacionales se resquebrajaba ante la
pluma coloquial de un marido que narraba “intimidades".
En la visión defensiva oficial, en cambio. Lavalleja y Rivera sellaban
con su A brazo de Compadres la "paternidad artigulsta" de la colectividad
nacional. Con este gesto, los dos tenientes de Artigas afirmaban asimis¬
mo su carácter de descendientes legítimos del ‘Jefe de los Orientales".
Esta nueva afirmación de la unidad de la familia oriental refería a una
antigua forma de concebir los vínculos nacionales, usual en la literatura
política del siglo pasado. Ana María de Torres muestra la interrelación
entre las Ideas de “orden" y de “familia" en este tipo de teorizaciones, al
señalar que en el "‘sueno de un orden' que orientó a la ciudad letrada,
familia y nación han funcionado como articulaciones correlativas en el
imaginario acuñado por los proyectos hegemónlcos nacionales en la
América Latina del siglo XIX. En electo, la nación como cnnstructo tuvo
siempre como uno de sus pilares en el discurso liberal a lu figura de la
familia como centro donde reposa’ la unidad naiuonal. es decir, como
Institución-base encargada de preservar la estabilidad del estado y de
transmitir sus valores”. 130
En esta concepción, la sociedad aparece como una entidad "natural"
y no como resultado de un contrato voluntario entre individuos. Marr
Abeles explica que la Idea de la sociedad como prolongación de la familia
puede encontrarse ya en la fundamentadón de la monarquía absoluta.
Esta teoría equipara el poder real al del pater. argumentando que "la
autoridad política es una autoridad natural", emanada del arden divi¬
no. 131
En 1975 la dimensión “familiar" de la nación se expresaba en una
obsesión genealógica que fundamentaba las innumerables pensiones
graciables otorgadas a bisnietos y choznos de aquellos héroes de la
patria. A lo largo del año. el Consejo de Estado concedió numerosas
pensiones a descendientes de Art igas. Lavalleja. Oribe y otros personajes
de la Independencia. I-os trámites incluían una relación de los méritos
de los predecesores y de las penurias económicas de los descendientes,
quienes debían además demostrar fehacientemente su filiación. Asi. la
valentía y las dotes militares excepcionales del General Lavalkja le
sirvieron a su bisnieta para obtener una ayuda económica que ya
recibían otros parientes. 131 Estas medidas contaban con tradición
legislativa desde comienzos del siglo hasta los prolegómenos de la
dictadura. Sin embargo. durante 1975 se alcanzó la misma cantidad de
pensiones graciables de Upo genealógico concedidas entre las años 1961
y 1966. sin contabilizar lus numerosos aumentos, traspasos y concesio¬
nes a personas aún vivas. 133
liada linajes del año. los consejeros comenzaron a manifestar
preocupación por la proliferación de solicitudes y en 1976 lograron
aprobar una ley al respecto. 134 En esa dirección. E. Praderl opinó que por
lo menos debemos suspender el sistema a los tataranietos, ante lo que
Apando Méndez recalcó que se trataba de un año que nos pone
sentimentales y. por consiguiente, proclives al otorgamiento de pensiones
graciables . ,J5 Quizás fue este mismo ‘ sentimentalismo" el que impulsó
al general Omar Porclúncula. a apadrinar una chozno del Jefe de los
TVeínta ij Tres Orientales, ofreciendo un pequeño ágape en et Club
Uruguay. Más usual fue que los descendientes figuraran en los
programas de actos y desfiles patrióticos. Su presencia en sectores
especiales de los palcos oficiales fue, seguramente, la expresión más
simbólica de esta proyección "familiar" de la colectividad nacional 137
En la versión de la dictadura, entonces, la asimilación entre familia
y nación adquiría una sene de significados caractensticns. Por un lado,
permitía establecer las relaciones al interior del panteón de héroes,
mediante las ideas de Padre y Compadres. A su vez. la organización
familiar se extendía a los vínculos entre estos jefes y su pueblo,
afirmando simultáneamente la filiación artiguista de Rivera y Lavalleja
y la de todos quienes lo acompañaron en su lucha. Pero además, se
cxplitnlubuf i los lazos de herencia entre la Familia Oriental de 1975 y sus
heroicos antepasados del proceso independen lista. Estas múltiples
ilaciones explicaban los vínculos sociales en términos dr una escala
Jerárquica determinada por relaciones de parentesco, equiparando la
autoridad del gobierno militar a la rígida estructura de la familia
patriarcal
Los héroes de la década
Durante la dictadura, la celebración de acontecimientos y personajes
ya siicralizados adopto muchas veces las modalidades más tradicionales
utilizadas por d Estado Además, como se ha planteado anteriormente,
el régimen busco apropiarse de diversos personajes históricos, ya
proponiendo una lectura nueva, ya explotando antiguas interpretacio¬
nes. Es natural suponer que en rata búsqueda de soportes históricos, se
Intentara dotar de significación nacional a individuos propios de la
dictadura Sin embargo, durante el “Año de la Oricntalidad". cuando la
obsesión evocativa alcanzó su apogeo, la recuperación de personalida¬
des vinculadas al golpe de Estado no fue una característica predominan¬
te. Es asi que la única figura tomada para resigniíicar el espacio público
con su evocación fue Martin R. Echegoyen Presidente del Consejo de
Estado desde su instauración liasla que murió en 1974. se hizo acreedor
52
de diversos homenajes propulsados por esc organismo. Al cumplirse un
año de su muerte, se colocó una placa en el despacho correspondiente
al presidente del Poder Legislativo. Posteriormente a iniciativa de
A. Méndez, se designó con su nombre la Escuela N° 38de Montevideo. 138
El énfasis conmemorativo de personajes vinculados a la dictadura se
puso en una apelación de carácter colectivo que envolvía a todos los
caldos en la lucha antisubuersiva. Como se verá más adelante, esta
conmemoración mantuvo su carácter militar aunque buscó signar la
memoria colectiva. Proveniente del 8 o Regimiento de Caballería de Meló,
la inauguración del Parque del Recogimiento para los caídos frente a la
sedidón buscó traspasar la esfera propiamente militar al insertarse en
los festejos del 180" aniversario de esa ciudad. Sin embargo, el acto tuvo
un marcado tono de reivindicación del contenido corporativo del acon¬
tecimiento. El martirologio de estos nuevos "héroes de la patria’ fue
representado por cuarenta y cuatro árboles y placas de mármol con sus
nombres. Además, se pasó la lista de los muertos y cuarenta y cuatro
soldados dijeron “presente" por ellos. Los festejos continuaron durante
once días con campeonatos de pelota vasca y fútbol, exposiciones de
dibujos y monedas, obras de teatro y elección de reinas. 139
La otra iniciativa importante en la modificación deJ entorno urbano
fue la decisión de construir una Plaza del Ejército en Avda. Gral. Flores
y Bvar. Batlle y Ordóñez Aunque el jurado falló en abril y anunció que
se llamaría a licitación en octubre ésta aún no estaba terminada. 140
Recién en 1977. luego de dos años de obras, esta plaza fue inaugurada
al público. AI igual que lu Plaza de la Bandera, abierta unos años
después, esta construcción impacta por la presencia del cemento y una
estética de orden y austeridad, que no propician otros usos que las
paradas militares y los palcos oficiales.
La escasez de apelaciones a figuras identificadas con la dictadura
muestra la influencia de una matriz de larga duración en la relación con
el pasado de la sociedad uruguaya. Paradójicamente, un gobierno que
rompía con los tradicionales vínculos de ciudadanía política y social,
proclamando la necesidad de rcformularlos. descuidaba la reivindica¬
ción de acontecimientos y figuras propios. Esto es más interesante si se
considera que este régimen modificó efectivamente tanto los énfasis y
contenidos de la lectura histórica oficial como las modalidades
ceiebratortas. Lo antinlor revela la percepción del elenco gubernamental
de los limites estatuidos socialmente para la integración de símbolos y
representaciones del pasado. La escasez de referencias a su instauración
en el poder muestra que esos límites ambientaban más una recreación
sobre ciertas bases compartidas que una producción innovadora. Pero
udemás. la definición de nuevos hitos fundacionales probablemente
estuviera obstaculizada por una conceptualizauón "arcaizante" que
ubicaba los referentes fundacionales en un tiempo original condensaría
en una estampa estática. Sin duda, las referencias al pasado inmediato
podían incitar rivalidades y divisiones Internas.
53
Puede pensarse también que esta restricción de la autocelebraeián
tenia que ver con la propia dinámica del proceso iniciado en 1973 En
este sentido, la búsqueda de legitimación htstórlca precedió a la defini¬
ción del provéele político, permitiendo visualizar los complejos
entrelazamientos de ambas esferas. Además, pudo incidir una reticencia
a destacar el protagonismo individual en la actuación de la corporación.
Asi. el énfasis laudatorio se puso en la condición genérica de las Fuerzas
Armadas en tanto herederas y continuadoras de las tradiciones nació
nales.
Un legado de cemento
En rl marco de los festejos del 19 de abril, el general Cristi se dirigió
a la opinión publica por cadena nacional informando las actividades
proyectadas por la CNHS. Reseñó la creación de la Comisión y transmitió
el espíritu que debía predominar entre los uruguayos, explicando que les
esperaba un año de reflexión y de trabajo, de rememoración y reverencia,
de esperanza y deje. Sostuvo también que las celebraciones se orienta
rían en dos direcciones. Por un lado, se refirió a los usuales actos y
ceremonias de exaltación patriótica y por otro, expresó que: Escapando
a lo que pudiera resultar efímero . |se debía) procurar Jalonar definitiva¬
mente la presencia de este año y dentro de los recursos disponibles
mediante colaboraciones o realizaciones propias con la concreción [.../
de obras para beneficio de nuestros compatriotas, en esperta! de los ninas
y de la Juventud.
De esta forma, la celebración histórica se unía a un proyecto de
desarrollo buscando que la evocación patriótica perdurase en realizacio¬
nes de liso público. Se trataba de Incorporar al paisaje obras que. por su
uLilidad. recordasen la gloriosa historia de la patria y los honores del
"Arto de la Orlenlahdad". El espíritu patriótico que había Inspirado a los
héroes de 1825 era retomado de acuerdo a una evaluación de las
necesidades del Uruguay de hoy.
En esa oportunidad, el general Cristi anunció entre las actividades
previstas la compra de una policlínica móvil para el interior y el
mejoramiento del saneamiento en Sarandi Grande, un plan de emergen¬
cia relativo a la situación edilicia de primaria y secundaria, la unporta-
ción de un grabador electrónico para el SODRE. un plan de forestación
de 200.000 hectáreas Junto al MGAPy la creación de un Parque Nacional
lacustre y Area de Uso Múltiple en las lagunas de José Ignacio. Garzón
y Rocha. w * A lo largo del año. la prensa informó del cumplimiento
paulatino de estas decisiones En muchos casos, el acto de inauguración
dr Iub obras se hizo coincidir con alguna celebración histórica. Asi. por
ejemplo, la puesta en funcionamiento del saneamiento en Sarandi
< '.i ande se enmarcó en los actos por la histórica Batalla celebrada en el
inlnnio lugar. ua
1forestación, por su parte. íue una de las medidas más publicitadas
va que simbolizaba una herenria útil y emotiva para las generaciones
futuras Durante todo el año apareció un aviso de la Junta Honoraria
Forestal que: prescribía: En el Año de la Orientulidud plante cubóles y
cuídelos, el país los ueccsr/a. 1 ** Además, las plantaciones enraizaban la
veneración histórica en el suelo nacional. De esta forma, se buscaba
enriquecer el paisaje autóctono con las simientes de la historia, reveren¬
ciando a la naturaleza como componente primordial de la nacionalidad.
Esta idea subyace a la concepción romántica de la nación en tanto
expresión de una sene de dalos "naturales" como raza, lengua, costum¬
bres y religión, en estreclia relación con un territorio. En este mismo
sentido, durante 1975 el Consejo de Estado homenajeó al escritor
Fernán Silva Valdés y al pintor César Pesce Castro por inspirarse en el
color y olor de nuestra tierra, en el rústico paisaje campesino . 144
Los árboles fueron los objetos preferidos para representar en núme¬
ros la veneración patriótica. Así. la Comisión de Forestación del Consejo
de Educación Primaria planto 150 árboles que simbolizan los hechos
históricas. El mismo organismo implemento también la siembra de tres
árboles en cada escuela para el 19 de junio y la colocación de treinta y
tres árboles en las escuelas con predio, festejando el 25 de agosto. De esta
forma, los números se cargaban de diversos contenidos, expresando los
ciento cincuenta artos de la independencia nacional, los festejos histó¬
ricos actuales, los treinta y tres orientales y. quizás, las tres banderas
patrias. En el marco de las celebraciones, la forestación hizo de arboles
y números una alegoría patriótica. No era menos obvia la intención de la
distribución de semillas con un instructivo adjunto entre los escolares
de Santiago Vázquez. 145
Esta transformación de las obras públicas en celebraciones no fue
privativa de la dictadura militar. Se trataba, por el contrario, de una
modalidad ampliamente utilizada por los gobiernos anteriores. Los
ejemplos más recordados son. seguramente, la inauguración de las
obras del puerto de Montevideo en 1901. del Palacio Legislativo en 1925
y del Estadio Centenario en 1930. Asi también en 1975 muchos
organismos oficiales y algunos privados aprovecharon la culminación o
el inicio de sus proyectos para expresar su adhesión a los festejos del
sesquicentenarío. Los actos del 25 de agosto, por ejemplo, fueron
representativos de esta modalidad celebratoria. En esa ocasión. El
Gobierno se reunió 150 años después en Florida en una junta de gabinete,
simbolizando la continuidad entre la histórica asamblea y el proceso
dictatorial. El orden del día incluyó varias medidas referidas a la
actividad productiva: Proyecto de Ley de Código de Aguas, declaración de
interés nacional de la actividad industria) de leche en polvo de Conaprole
y de la explotación de hierro, aprobación del Plan Nacional de Energía
Eléctrica para la próxima década, adjudicación a la empresa Chevron
Overseas Petroleum lnc. de la explotación de hidrocarburos. 1,6
Las palabras de Bordaberry al inaugurar la reunión resumían
adecuadamente la intención de materializar el sentimiento nacional del
54
55
régimen en proyectos rímetelos Kl presidente explicó que: No ha querido
el Poder Ejecutivo que este acto y que esta decisum fueran puramente
sunbóitcas. Dentro del esfuerzo de recuperación moral y material en que
está empeñada Ja noción, ha entendido el Poder Ejecutivo que para este
acto y esta oportunidad debía reservar un conjunto de decisiones, que se
Inscriben en ese esfuerzo /.../porque son medidas que conducen hacia su
progresa material ij hada el bienestar de sus habitantes. 147 Estas pala¬
bras refieren, además, a un rasgo recurrente en los discursos de los
voceros del gobierno dictatorial. Se trataba de la expresa intención de
diferenciarse del denostado estilo de actuación política de los dirigentes
partidarios, censurando sus debates y alocuciones. En esta ocasión, el
propio presidente declaraba la voluntad oficial de omitir las palabras
para "hablar" mediante acciones.
Este discurso interpelaba al pasado desde los objetivos de la moder¬
nidad haciendo de los planes de desarrollo programas de homenaje a la
historia nacional. Modernización y transformación buscaron de este
modo enr alzarse en una tradición que se prolongaba en sus logros. Esta
conexión entre pasado y futuro fue una característica saliente de los
planteos gubernamentales, más allá del alcance concreto que estos
planes hayan tenido en el país. De hecho, la prédica oficial del "desarro¬
llo" se vela frecuentemente paralizada por una apelación histórica
francamente tradtrtonahsta. Esta tendencia se expresaba en la reiterada
alusión a una "revolución’ cuyo cometido esencial parecía ser la "restau¬
ración" de un conjunto inmutable de valores. En el acto del 18 de julio
el Ministro de Trabajo y Seguridad Social. José E. Echeverry Stirling
afirmó que la segunda gran Revolución dé los Orientales (...} es. en gran
medida, proceso restaurador de los mqjores legados patrios. 149 No se
puede desconocer, empero, que esta tensión entre pasadoy futuro suele
estar presente en todas las promesas de cambio radical.
III. La historia en su lugar
1. Vitrinas y anaqueles para el pasado
Ijís archivos y museos son ámbitos especialmente diseñados para
guaidur los objetos representativos del pasado de la comunidad. Mien-
tras los monumentos y la nomenclatura se integran al entorno cotidiano,
los archivos y museos son lugares donde los individuos concurren con
la intención expresa de conocer el pasado. Pero tanto unos como otros
son producto de una operación de selección, fruto de decisiones sobre los
objetos a conservary los que no importa perder. Es decir, resultan de una
cluMlirac ion oficial de los elementos exhibidos para comprender el
pasado de uno colectividad.
56
Desde el trabajo de García Canctini en relación a América Latina, la
reflexión sobre estos tópicos no puede prescindir de algunas de sus ideas
para entender estas modalidades de construcción de la identidad
nacional. Este autor plantea: “Si el patnmonio es interpretado como
repertorio fijo de tradiciones condensadas en objetos, precisa de un
escenario depósito que lo contenga y proteja, un escenario-vitrina para
exhibirlo. El museo es la sede ceremonial del patrimonio, el lugar en que
se le guarda y celebra, donde se reproduce, el régimen semiótica con que
los grupos hegemónicos lo organizaron". Por tanto, los museos ordenan
las diversas diferenciaciones ejdstentcs al intenor dd grupo, disponien
do la continuidad entre el pasado y d presente y entre lo propio y lo
extranjero.
1.a propia decisión de crear un museo demuestra d interés por
reordenar el patrimonio nacional, por volver a organizar colecciones de
objetos y exponerlas a la veneración pública. MU novecientos setenta y
cinco fue un año de frecuentes inlciatfvasen este sentido, ron la apertura
y reacondicionamiento de más de una decena de museos, la mayoría de
los cuales no guardaba relación directa con los festejos del
sesquícentenario. En este campo, las únicas resoluciones de la CNHS
vinculadas con los "Hechos Históricos de 1825" fueron el acondiciona¬
miento de la finca de Ordoñana. donde Blanes pintara el "Juramento",
y la reparación de la casa de los hermanos Spikerman (participantes de
la Cruzada Libertadoral. destinada a Museo Nacional y "amadnnada"
por la consejera CooMghan Sanguinetti. lB0
En la órbita oficial, numerosas mudanzas y refacciones de museos
expresaron el interés por acondicionar los sitios privilegiados para
conocer el pasado narional. Así. por ejemplo, se mudó el Museo Marítimo
a la Aduana de Oribe, se reformaron los museos militares de la Fortaleza
General Artigas y Santa Teresa y se refaccionó la casa de Juan Manuel
Blanes. entre otras obras. 151 También se adquirieron o recibieron en
donación acervos documentales y edificios históricos. ,sa A este respecto,
resulta interesante que la CNHS auspiciara la creación de un "Musco de
Fútbol" en la Tribuna Olimpica del Estadio Centenario. 1.a Comisión
propiciaba la creación de un museo en uno de los “cscenanos" más
representativos de los lazos emotivos que unen a los individuos con su
nación. Se trasladaban las características del musco a la cancha, al lugar
donde la nación se encama en las camisetas de los Jugadores; aquel
espacio donde habían acontecido las mayores “glorias" del país en
contiendas internacionales. Posteriormente, se quiso también reeditar
estas victorias mediante un partido amistoso con Alemania, en un
intento que continuó en 1980 con el Mundialíto. 153
La iniciativa que adquirió mayor relieve fríe la apertura del Museo de
Arte Precolombino y Colonial, dependiente de la Intendencia Municipal
de Montevideo, concretando un proyecto de 1968. 154 Este museo acogió
1a colección del arqueólogo uruguayo A. Taddei. pero la inmensa mayoría
57
de los mate nales provenían de las donaciones de las Embajadas de
México y Perú. Para El País: Las Humuiadas Salas del Museo /.../
penan irán al púbí ico uruguayo enraizarse en el pasado dei con ííramfe. 153
La inauguración de un museo precolombino se relacionó, ciertamente,
con una preocupación por el pasado Indígena que ambientó también
otros proyectos. Acuciado por la inminente inundación que produciría la
represa H Musco Municipal de Histoiia Natural de Salto dirigió las
tareas dr rescate de piezas indígenas en las islas dd Salto Grande. 158 No
es menos cierto, sin embargo que esta revalurizaciúu del pasado
indígena provino de sectores estrechamente vinculados a la actividad
acudí mu ay no fue integrada a la lectura oficial para extender su versión
de los orígenes nacionales. 157
A lo largo de 1975 los museos constituyeron una preocupación
Importante del elenco gubernamental. Se buscaba cultivar el sentimien¬
to patriótico en una apelación "tradiciunalisLa” al pasado que enaltecía
en las vitrinas los objetos considerados absolutamente representativos
de la nación Un aviso emanado de fuentes militares trasuntaba esla
furnia de pensar la identidad nacional, al afirmar que la Fortaleza de
Srmta Teresa, cuya construcción empezó poco después de las Invas iones
Inglesas, mantiene vivo el recuerdo de nuestro pasado heroico, exhibiendo
en sus recintos y en sus patios, armas y objetos que atestiguan la
Inquebrantable vocación de libertad de aquellos orientales que nos dieron
Patria . 1 w Además, la refacción de ese objeto de las disputas inlenmperiales
recuperaba las raíces hispánicas como antecedente de la nacionalidad,
al recrearlo según la tradición militar espartóla dd siglo XV1I1. lM ” Estas
iniciativas museísticas respondieron a un tipo de conciencia histórica
que. según García Candini. se fundamenta “en la certidumbre de que
hay una coincidencia ontológíca entre realidad y representación, entre
la sociedad y las colecciones de símbolos que la representan. Lo que se
define como patrimonio e identidad pretende ser el reflejo fiel de la
esencia nacional". 160
2. Una nación expuesta
El intento de refaccionar e inaugurar museos y espacios de exhibición
del patrimonio histórico prácticamente no se fundó en las concepciones
inuseistlcas desarrolladas contemporáneamente en d mundo. La expo¬
sición organizada por la CNHS acerca del "Nacimiento de Nuestra
Nación" fue una excepción relativa a esta concepción patnmonial
perimida. Pura su montaje, la Comisión se apoyó en un amplio grupo de
«écnlcos y especialistas que incluía asesores artísticos, fotógrafos y
vid rusias. Este verdadero suceso de los festejos del sesquícentenario de
IH25 lúe inaugurado en ocasión del aniversario del 18 de Julio de 1830.
!•»!.«. otnnr lencia suprimía de hecho las rivales concepciones simboliza¬
ría
das por el día de la Jura de la Constitución y de la Declaratoria de la
Independencia. Ademas, la exposición se alojaba en el edificio del Palacio
Legislativo no solamente por sus convenientes instalaciones, sino tam¬
bién por su peso simbólico. Este gran monumento inaugurado por el
batllismo en d centenario de 1825, hospedó en 19751a muestra histórica
oficial de un gobierno dictatorial que no pudo prescindir de un Icgislalivo
que avalara su actuación.
El imparto visual propio del Palacio fue engrandecido mediante la
iluminación escénica de su linterna central con graduales cambios del
verde al rojo. Asi, desde varios puntos de la ciudad era posible apreciar
este altar magnificado de la identidad nacional La contundente
“monumentaiidad" del edificio fue utilizada para contagiar el inaprensi¬
ble sentimiento patriótico. Ya desde el exterior la exposición estaba
disertada para imprimir en cada visitante una percepción tangible del
"espíritu nacional". Esa intención apelaba a un montaje "teatral" de los
símbolos patrios mediante: Un centenar de banderas (que ¡flameaban en
los accesos y la ciipula del Palacio Legislativo. 101
Según dijo.l. M Bordaberry en la inauguración, la exposición tenia
el objetivo de promover un vibrante y emotivo reencuentro de los orienta
les con los heroicos actos de la lucha por la Independencia. En esa misma
ceremonia, el profesor F. O. Assuncao remarcó el papel asignado a la
evocación histórica en una coyuntura valorada en términos semejantes
ala lucha independentista. En ese sentido, sostuvo que: Aspiramos a que
esta muestra sea un hito más del reencuentro de los orientales consigo
mismos, en la jorja del nuevo Umguay. Que el ejemplo del aacrtficío. dei
valor, del desinterés, del patriotismo puro de aquellos prohombres, sirva
para galixmizar el espíritu de quienes, por ser los herederos de aquellos
leyendarios orientales de la epopeya, debemos sentir diariamente la
responsabilidad de un alto deber, ser dignos de ellos y en definitiva,
capaces de entregar a nuestros hijos y nietos, incólume y 'al día', la Patria
maravillosa que ellos nos legaron. 163 De este modo, quedaban establecí
dos los contenidos que debían signar una correcta Interpretación de la
historia y su repercusión en la vida diana. O por lo menos, se dejaba
constancia de cuáles eran los sentimientos que la exposición pretendía
despertar en los visitantes.
La propuesta se centraba en la historia nacional comprendida entre
los artos 1811 y 1830. Este periodo representaba la versión propugnada
por la dictadura sobre “el nacimiento de la nación" trazando un continuo
entre la primera expresión de las intenciones autonómicas y su definí t iva
sanción por el texto constitucional. 163 Desde esta lectura del pasado, los
organizadores reunieron una serie de objetos que transmitieran la
vocación nacionalista de las Figuras y acontecimientos del periodo. De
este tnodo. la renovación de las técnicas no significó reformulación
alguna de la versión histónca tradicional. Es asi. por ejemplo, que la
muestra estuvo centrada en aquellas figuras stA¡ resal untes y rn las
bU
acontecimientos épicos forjadores de la independencia 164 El montaje de
la muestra se adaptaba a ciertos presupuestos I listón ros expresados por
Assunpao en el Catálogo de la misma. Estas explicaciones pueden
enmarcarse dentro de la "tesis independen lista clásica", a la que Real de
Azua definió como “interpretación romántico-providencialista de la
independencia oriental tal como la habría ido enramando el curso de su
pueblo desde la condición de dispersa tribu indígena hasta 1830“. 165
En su Pórtico a la muestra. Assuncao coincidía oon esa interpretación
de la historia nacional, rastreando en la etapa precolombina las ralees
del Uruguay independiente. l,a “predestinada diferenciación' se afianza¬
ba. paradójicamente, a partir del descubrimiento y de la colonia. Las
disputas entre españoles y portugueses habían consolidado una socie¬
dad humana y una cultura independiente como ninguna y un arquetipo
socio cultural, el gaucho, al que se ha definido como la más reprcsetiíatwa
exteriorizarían de la autonomía americana. El afianzamiento del senti¬
miento hispano-criotioy la labor Jesuítica sobre lo» guaraníes engrosaron
la naciente sociedad gaucha, contribuyendo a acentuar su auionomtsmo
cultural y potenciulrnenle político. Si a todos estos factores se sumaba la
consabida lucha de puertos entre Montevideo y Buenos Aires: Hemos
demostrado acabadamente que la vocación de independencia, el espíritu
de autonomía total de nuestro país ij de sus gentes, sigue una linea
definida y creciente, desde fines del sigla XV a comienzos del siglo XIX. A
partir de entonces, se desencadenaban los acontecimientos directamen¬
te abordados por la exposición. O.xomo decía Assun^ao: A partir de allí
vienen los hechos, es decir, los méritos realizados por ese pueblo para
justificar esa vocación, fruto de cuatro siglos de histona. ,be
En el mismo “Año de la Orientalidad". Real de Azúa concibió “Los
orígenes de la nacionalidad uruguaya" observando d monólogo de las
tesis oficialistas. 167 En este trabajo se resume la postura histórica
“clásica" con las siguientes palabras: “desde comienzos del proceso
social y poblacional que tuvo por escenario la zona oriental del rio
Uruguay y el norte del Río de la Plata se inarca en él una voluntad de
conducta autonómica y una efectiva y ostensible diferenciación con los
grupos espaciales colindantes que. retrospectivamente apreciada y aun
antes de configurarse en una meta ideológicamente nacional' implicaba
potencialmente, aspiraba a ser. rotundamente, una nación ” El autor
diagnosticaba agudamente las Ideas rectoras de la mencionada posición
hlstoriográfica. definiendo incluso los dos momentos que Assiin^ao
denominaba de gestación de la vocacióny de consecución de los méritos.
Real de Azúa continuaba diciendo: "Subconscientemente primero, cons¬
cientemente después, esa voluntad y esa peculiaridad rotundamente
'nacionales' fueron atributo de los comportamientos de la inmensa
mayoría, por no decir de la unanimidad, de los orientales: extremada¬
mente fijos, mantuvieron Incluso esa inamovilidad en condición de
subyacencia aun en todas las coyunturas que la presión de las circuns
tandas compelió a la adhesión o al mero consentimiento a cualesquiera
otras formas que pudieran contradecir tan irrestrañablc tendencia". 168
El “Nacimiento de Nuestra Nación" exponía los méritos conscientes
del pueblo oriental en cumplimiento de aquella vocación subjetiva. Es
decir, i eseñaba los hitos militares y políticos asi como las personalidades
que los protagonizaron, desde la Alborada de Asencio. pasando por la
Batalla de las Piedras, el Exodo y la Cisplalma hasta la Cruzada
Libertadora, las Grandes Batallas y la Jura de la Constitución de 1830.
En su exhibición de csLos “Hechos", la muestra promovía un acercamien¬
to más emotivo que racional, uniendo pasado y presente en una
concepción atemporal de los lazos nacionales. Al ingresar a la exposi¬
ción, el visitante se encontraba en el hall de honor con la poco novedosa
presencia de "El Juramento de los 33” de Blanes. aunque esta vez se
trataba del célebre original. Luego de caminar casi dos cuadras en una
única dirección, el espectador se retiraba con las imágenes de un
hermoso audiovisual de 35 mimóos de duración /.../ proyectado en
pantallas gigantes ron auxilio de modernas técnicas. Seguramente,
después de este impacto visual, los bocetos de las medallas conmemo¬
rativas del scsqulcentenario. últimos objetos exhibidos, fueran olvida¬
dos. 170
No se puede dejar de notar la alusión al sentido univoco de la historia
nacional a través de la unldireccionalidad dd recorrido. Además, los
visitantes entraban en grupos de a diezy eran rigurosamente guiados por
Jóvenes ataviadas con los colores de la patria. Las ocho guias poliglotas
lucían atuendos típicos de la exitosa linca Cardo, consistentes en:
Chaleco, falda pantalón q sombrero de contrastantes tonos azul-cardo
confeccionados en napa, blusa celeste en Jullliard con un estilizado del
Escudo Nocional, pañuelo azul y botas negras 171
Al llegar al final, los asistentes llevaban aproximadamente una hora
de recorrido por los salones del Palacio Legislativo. Habían atravesado la
sala dedicada al gaucho, donde pudieron observar los facones, espuelas,
desjarretadores. rebenques y boleadoras de la colección particular de
Assun^ao. quien tan detalladamente describiera estas "Pilchas criollas"
en su libro homónimo. 172 En este tipo humano la muestra condensaba
la representación del "pueblo", constituyéndola única relerencia concre
ta al protagonismo popular durante el proceso independentista. Excep¬
tuando unas pocas pinturas de escenas gauchescas, sólo elementos de
uso diario aludían a este actor social. Los objetos y pinturas expuesto»
eran valorado» en tanto ilustraban la vida de estos hombres y no por
considerarse expresiones artísticas. Se exhibían diversos elementas,
como un tubo Uso de plata y una calabaza con la palabra amor y boquilla
de plata, en forma aislada y con la única conexión de aludir al lerna de
la sección. 173
Cerrado este apartado, cü visitante continuaba su recorrido por
aquellos acontecimientos sucedidos bajo la égida del "Fundador de la
Nacionalidad" y llr gaha al éxodo. cuando en el abandono y el dolor noce
la OrieniaLídad. Al comentar su visita a la exposición, la consejera
Cooliglian Sanguinetti transmitió vividamente a sus pares que: Uno ríe¬
los lugares que me pareció más emocionante es aquel en que. luego de salir
de la íintaila de las Piedras . por medio de un corredor llegamos hasta el
momento de la Legislación de las Instrucciones del Año Xlll. Todo ese
corredor está representando el Exodo del Pueblo Oriental y andar por él
nos hace sentir que realmente estarnos en el Exudo. 174 Se trataba de un
túnel ilustrado exclusivamente can una fotografía ampliada a tamaño
natural del friso del monumento a Artigas de Zanelli. Por ese pasadizo de:
30 metros, el visitante caminaba escuchando la marclia fúnebre. 175
La unidad de cada “capítulo" quedaba establecida por la organización
del espacio y su amblentacíón musical, mientras la perspectiva global se
uniformizaba mediante paneles que recogían trozos de la “Leyenda
Patria" alusivos a las secciones. El cronista de El País resaltaba los logros
de la muestra mediante el uso de cortinados de color netitro. caños
tubulares apenas perceptibles, excelente iluminación, aprovechamiento
de pequeños espacios para diagramas u objetos apropiados que alternan
con las más generosas extensiones adjudicadas a las piezas más impar
tantes y. en general, un equilibrio que proporciona un atmósfera perfecta
de recogimiento acorde con los propósitos de la exhibición. Mús ica especial
en cada uno de los ambientes y pensamientos del Poeta de la Patria. Juan
Zorrilla de San Martin . que dan una anidad espiritual al conjunto,
constituyen otros aportes unportanles para el clima de la muestra . 178
A pesar de los favorables comentarlos de la prrnsa, esta exposición
no traspasaba los limites de una concepción patrimonial “tradieionahs-
ta" y de una postura historiográfíca estrechamente ligada a los ámbitos
oficiales La comparación de la muestra con los análisis de García
Canclini permite caracterizar esta experiencia, en sus similitudes y
diferencias con otras del contexto latinoamericano. Así. por ejemplo, el
recorrido unidireccional establecido implicaba la imposibilidad del visi¬
tante de elegir su propio itinerario y. a partir de esas opciones, sus
propias interpretaciones dentro del marco total de la exposición. Se
proporcionaba a los concurrentes una lectura unívoca y cerrada, con la
que sólo se podía asentir e identificarse emocionalmente. Esta relación
con el pasado era reforzada por la colección expuesta que. aunque reunía
objetos de diversas procedencias, no auspiciaba la aceptación de la
diversidad sino su ocultamiento. Es decir, el facón del gaucho y los
anteojos Impertinentes de Rivera, buscaban menos representar los
diferentes sectores sociales que mostrar una imagen de la nación que
subsumia tales diferencias. Además, la presentación aislada de elemen¬
tos afianzaba su desconlextualización histórica, vinculándolos directa
mente con el ideal abstracto de la patria. La propia sede de la exposición
transmitía esta concepción totalizadora y autosuficientr que ensambla¬
ba perfectamente con la representación de un país encerrado en sus
fronteras. 177
esa
De esta forma, pueden apreciarse los escasos márgenes dejados por
una concepción tradietonalista" de la historia a las posibilidades de las
innovaciones técnicas. Tales dificultades no impidieron que la exposi¬
ción fuera un real «odio de público y una de las actividades mas
impacientes de los fest^os del sesquiccntenario. Hacia finales de 1975
la exposición se había prolongado más allá de la fecha establecida para
su cierre Desde Julio, numerosos grupos de escolares de la capital y del
interior concurrieron a esta muestra que. al mes de ablin i t ®* había
recibido mas de 70.500 visitantes, según sus organizadores.
3. Los despojos del héroe
La decisión de conslruir un mausoleo a Artigas en un espacio del
paisaje cotidiano ya consagrado a su memoria, resignlficaba este lugar
de veneración. De esta forma, se agregaba a este escenario "sacro" de las
ceremonias púbhcas. la función de las estatuas fúnebres. Esta modifi¬
cación representaba toda una forma de concebir la relación de la
colectividad con su pasado Si la estatua ecuestre podía convertirse en
telón de fondo de la vida cotidiana, el objetivo tlel mausoleo era instalar
un lugar cerrado específicamente consagrado a la rememoración del
héroe. Si al pasar por la Plaza Independencia, el carácter patriótico del
monumento podía pasar inadvertido, la sola concurrencia al mausoleo
involucraba la intención de aproximarse al héroe nacional. La
resignificadón de uno de los lugares de la ciudad mas representativos de
la identidad permite visualizar las tensiones entre innovación y ruptura
implícitas a la propuesta histórica de la dictadura.
La iniciativa de erigir un lugar especifico para resguardar los restos
de Artigas implicaba también romper con la costumbre de colocar los
despojos mortales de «citas personalidades en el Panteón Nacional.
Aunque constituye un área exclusiva, cale sitio reúne a los muertos
célebres en un cementerio donde figuran personas menos ilustres Sin
embargo, años atrás una uma conteniendo los restos del prócer había
sido traslada desde el Cementerio Central hasta la sede del Batallón de
Blandengues de la Capital, temiendo ciertos planes de la sedición A
pesar de confiar en la fiel custodia de esc cuerpo, la presidencia deridió
que Artigas se merecía en muert e un lugar a la altura de su vida. Por eso.
incluvó en el proyecto de los festejos del sesqu¡«Milenario un llamado a
concurso para la erección de un mausoleo, previendo que el diseño
permitiera la exposición de la uma a la veneración pública, condición a
la que el Consejo de Estada agregó la limitación de la partulpación ¡i
artistas nacionales. 175 A mediados de enero de 1975 rl Jurado integrado
por arquitectos representantes de la Presidencia, la IMM la Facultad de
Arquitectura, la Sociedad de Arquitectos y los concursantes, decidió
entre los veintiocho proyectos presentados, declarando ganadores por
unanimidad a los arquitectos Lucas Ríos y Alejandro R. Morón. La
propuesta de los triuntadores preveía construcciones subterráneas
desde el monumento hasta la Puerta delaCiudadda. cundo» escalinatas
laterales. 180
A principios de marro comenzaron las obras de cateo del terreno
circundante al monumento de la Plaza Independencia. Durante todo el
proceso, se hizo evidente la premura del Ejecutivo en la rápida sanción
de varios decretos especiales autorizando la importación de materiales,
exonerándolos de Impuestos y aprobando todo lo actuado por los
organismos encargados de la construcción. En base a esta urgencia y
considerando que la ejecución de las obras por su carácter artístico debe
ser realizada por empresas especializadas y competentes, se descarta el
procedimiento de licitar km i f se autoriza /.../ a realizar una contratación
directa . 18! Entrelas cuíco propuestas finalmente presentadas, los arqui¬
tectos ganadores del concurso y la Comisión Honoraria dependiente de
la Presidencia, eligieron a la Empresa Stiler S.A. expresando su apuro
pero reconociendo la imposibilidad de terminar la obra antes del próximo
aiiu. Los trabajos comenzaron a fines de agosto con cuidadosas
excavaciones con palas mecánicas en búsqueda de posibles restos
históricos que no aparecieron.
A medida que avanzaban las larcas, se fueron conociendo nuevos
detalles de las estructuras proyectadas. El mausoleo consistiría en un
cuadrado de hormigón con tratamiento visto, de 29 metros de lado por 6
de altura, mientras las escalinatas laterales serian de granito “Artigas"
de Piriápolis. el mismo que cubría la base del monumento. La urna, por
su parte, sena de cristal con una parte superior de granito negro. 1 * 2
Estas construcciones distorsionaron completamente la instalación ori-
ginana del monunieiiLo. elevado hasta obstaculizar la visión del friso de
Zanelli. De este modo, se acrecentaba la grandiosidad de la estatua,
distanciándola de los transeúntes medíanle d cercado de granito de las
escalinatas. Además, se construyó una pirámide trunca del mismo
material para resguardar la claraboya de iluminación de la urna. Esta
pirámide evocaba “lo misterioso, lo sagrado, lo impártanle y ofrecía la
ventaja de ser visible desde una gran distancia", rasgos que numerosas
construcciones monumentales desde siglo XVIII en adelante retomaron
de la arquitectura egipcia. 183
El interés manifestado por las decisiones del Poder Ejecutivo y. mas
específicamente, por la Presidencia no fue acompañado por los conseje¬
ros de Estado ni por las FFAA. Las referencias al mausoleo estuvieron
ausentes de las sesiones del organo legislativo, así como de las páginas
de El Soldado v de los discursos militares. Esta omisión resulta especial
mente llamativa dada la envergadura del proyecto y la inclinación de
estas autoridades a la fraseología patriótica en honor a Artigas. La
necesidad de rclarionar la gesta artJguista con los “Hechos Históricos de
1825" era una opinión consensual entre los diversos sectores oficialistas.
Desde El País hasta la consejera Coolighan Sanguinetti y desde el general
Cristi hasta su colega Amaunti Prantl. habían resaltado expresamente
el papel señero de Artigas en el proceso Independcnüsla culminado con
la Cruzada Libertadora Asi. el proyecto de los festejos del sesquteentenario
sancionaba una filiación que todos los voceros oficiales consideraban
válida. Por eso, es adecuado interrogarse sobre el significado de su
silencio y la solitaria premura de la Presidencia en las obras del
mausoleo.
En principio, resulta más sencillo establecer el sentido adjudicado
por Bordaberry al mausoleo, ya que él miainu había explicado que: Esta
es una obra a la que yo le atribuyo gran importancia. Yo creo que en
nuestro país, las luchas políticas y partidarias, fueron sacando el centro
de la atención de la Jigura uruficiulora de Artigas, para pasarlo a las
Jlguras de nivel partidario: las antiguas y las mós recientes. 1 * 4 Estas
palabras provenían de un presidente que había sido elegido constiludu-
nalmrntc. de una persona que había militado en ambos partidos
tradicionales, pero que. a la vez. había apoyado el golpe de Estado,
firmando el decreto que clausuraba el funcionamiento del poder legisla¬
tivo. En 1975 Bordaberry buscaba legitimar su actuación pública
explicando su abandono de los lincamientos partidarios y su apoyo a las
Fuerzas Armadas, pero también inarcar su perfil a la interna golpista.
En diciembre de 1974. cuando el Ejecutivo propuso la exección del
mausoleo, el horizonte de noviembre de 1976 ya estaba signando el mar
de fondo de la política nacional. La necesidad de tomar decisiones sobre
el futuro había provocado discrepancias entre la Presidencia y las FFAA.
donde existían resquemores sobre la gestión del presidente. En mayo de
1974, éste había declarado públicamente la necesidad de efectuar
elecciones “porque a este pueblo no se le puede quitar el derecho a
expresarse". 1 ® En la misma fecha había enviado a los mandas militares
un documento donde planteaba que "no hay otro instrumento que los
partidos políticos" para lograr el apoyo popular a la reforma constitucio¬
nal. ,HÜ Cunosamente. hacia el primer semestre de 1975, cuando empe
zaron las obras del mausoleo. Bordaberry había cambiado de opinión.
En diciembre, envió a las FFAA otro documento donde proponía presein
dir de los partidos en el nuevo ordenamiento institucional.
En el marco de los festejos del sesquteentenario. esta propuesta se
expresó en una lectura histónca que hacia de Artigas el héroe por encima
de los partidos. Esta lectura tenia la ventaja de referir a una concept uti¬
lización fuertemente cimentada en la colectividad nacional. Mientra» las
FFAA proyectaron su nuevo rol en el coronel Latorre. una figura
desmerecida por la tradición liberal. Bordaberry buscó sustentos histó¬
ricos en un firme puntal de la condénela histórica nacional, un perso
naje que encamaba la fundación de la colectividad. Parecería, entonce**,
que el titular del Ejecutivo deseaba hacer de la inauguración <1*1
mausoleo un acto de rcafirmadón de una interprctadón del pasado que
relegaba la intervención de los partidos en la consolidación del Estado
nacional. En ese sentido, afirmó en forma explícita que ha llegado el
momento de retomar a la figura de Artigas el papel unificador que tiene
como Fundador de nuestra nacionalidad. Por eso, le atribuyo una gran
importunan a esta obra. 1 * 7 Estas declaraciones establecían claramente
la relación entre la obra y la caracterización de Artigas en tanto unificador
de una colectividad posteriormente "dividida" por las divisas. En un ario
dedicado a homenajear a figuras nacionales de raigambre partidaria, la
rrvalorizadón presidencial del "Padre de la Patria" destacaba los intere¬
ses políticos subyacentes a la aparente unanimidad de los discursos
patrióticos.
En ocaáión de una visita oficial a la Plaza Independencia, el presidente
se mostró especialmente interesado en la marcha de la construcción,
estableciendo pluzos para su concreción. Sostuvo entonces que: La obra
va muy enfecha, todo hace pensar que podamos enel primer semestre del
año próximo trasladar los restos de Artigas con la solemnidad y los fastos
que corresponden a su figura.'** Esta fecha aseguraba que el mausoleo
estuviera pronto para cuando se debieran hacer públicas las decisiones
oficiales sobre el rumbo del proceso político iniciado en 1973 Parece
probable que el presidente deseara hacer coincidir la culminación del
mausoleo con una eventual confirmación de su mandato. Pero en julio
de 1976. cuando Bordaberry había previsto que ese lugar de veneración
y de meditación estuviera abierto al publico, las Fuerzas Armadas le
retiraron su confianza y el proyecto del mausoleo pasó a su órbita. Su
inauguración en 1977 fue una de las expresiones más recordadas de la
grandilocuencia celebratoria dictatorial.
La constatación del marcado interés presidencial en la fortificación de
la presencia pública de Artigas no refiere de modo alguno a la renuencia
de los otros sectores oficialistas a la reivindicación de su figura. Por el
contrario, tanto los consejeros de Estado como la oficialidad castrense
reafirmaban permanentemente una lectura elogiosa del pasado artiguista.
enraizada en la recuperación de sus facetas más salientes. La confluen¬
cia de estos sectores en tal enaltecimiento, asi como el episodio del
mausoleo expresaron las características más salientes de la lectura
histórica de la dictadura.
Para empezar, ejemplificaban las tensiones que provocaba la implan¬
tación de nuevos contenidos políticos e ideológicos. Cactano y Rilla
explican que frente a una interpretación histórica que unía el nacimiento
de Uruguay con la génesis de los partidos tradicionales, los “terceros
excluidos" solieron hacer propia la figura de Artigas para integrarse al
sistema político. 181 * En este sentido, tanto Bordaberry como las Fuerzas
Armadas se apoyaron en la reafirmad ón del héroe como modo de
enraizar en la historia nacioiial sus nuevas posiciones y roles. Pero
además, el primero veía en esta exaltación la posibilidad de justificar sus
postulados políticos más inmediatos, es decir, el desplazamiento del
sistema partidario de un nuevo orden institucional. Las FFAA. en
cambio, reivindicaban su raigambre artiguista para formular sus prece¬
dentes políticos y encontraban otros anclajes históricos en la trayectoria
nacional. De este modo, la relectura del pasado artiguista no era el único
centro, sino uno de los episodios de su intento de legitimación histórica.
Más exactamente, la institución militar reafirmaba la inspiración
artiguista de su intervención en la escena política, apelando a su guía
para justificar el golpe de Estado en la salvaguarda del legado naciona¬
lista del procer Esta apropiación militar del héroe nacional se simboli¬
zaba en dos acontecimientos sintomáticamente asociados a su muerte.
Antes de 1973, habían trasladado los restos de Artigas a un cuartel para
evitar que los enemigos de la nación se apoderaran de sus despojos
mortales. En 1975. mientras Bordaberry planeaba exponerlos al públi
co. la corporación militar conmemoró solemnemente el aniversario de la
muerte del héroe, fecha que según C. Perelll "sufrió una apropiación
simbólica por parte de las Fuerzas Armadas nacionales". Ia0
En esa oportunidad el general Prantl afirmó que. Las Fuerzas
Armadas, sienten y practican permanentemente el culto al Padre de la
Patria y Protector de los Pueblos Ubres y asi fieles a sus principios. /.../
asumieron ¡a responsabilidad, la tareaque surgiadet mandato del Jefe de
|<>s Orientales, de enfrentar y destruir una sedición arrogante, asesina,
artera y solapada, que actuaba agresivamente desde las sombras /.../.
Asi. el orador recogió una imagen de Artigas como "padre" y guía
rspiritual de la colectividad, propia del sentimiento religioso. 191 Al pie de
la tradicional estatua, con sus bases removidas por las obras, esta
expresión del “culto" artiguista. terminó con una plegaria al procer
pidiéndole protección para el proceso dirigido por las FFAA MI General
Artigas, que el pueblo generoso de mi Patria alcance la prospendad. la paz
II Ui feHadad que tanto ansia y necesita para sus hifos . IM
Durante 1975 hubo aun otro episodio que puso a Artigas en el centro
• Ir las rctnterpretaciones históricas de la dictadura Entre abnl y julio.
•i| Consejo de Estado discutió y finalmente aprobó la creación de la
Condecoración "Prolector de los Pueblos Libres General José Artigas".
Iniciativa proveniente de la CNHS con el aval dd Ejecutivo. Luego de
. u.Uro meses de discusiones y seguramente urgidos poi la intención del
Kjrcutlvo de condecorar a Juana de lbarbourou en los festejos del 25 de
aguato se lograron los votos necesarios para aprobar el proyecto tal como
Itul'M llegado originalmente 193
Nn embargo. la idea había despertado polémica entre los consejero»,
i pite ora expresaron sus reparos a la creación de una condecoración con
••I nombre de Artigas en un país que había heredado de su procer el
.1* «pierio por las distinciones honoríficas. Esta pauta de valores trudl
i límalo» lúe esgrimida durante largas sesiones para restringir la conde
I •emonalidadcs extranjeras y a militares uruguayos. En el
|Mloii«r rano, r*r argumentaban razones de reciprocidad y en el segundo
66
U7
los rasgos propios de la carrera militar y la actuación de la institución en
los últimos años. En rste último sentido, el cnnsejero Osvaldo Soriano
sostuvo que si en ex te inomento tenemos aún la casa sucia, porque ésa es
la realidad de la República, na somas precisamente las civiles quienes
podamos apetecer la recepción de esa condecoración, por las razones de
estilo reiteradamente referidas. Discernámosla a quienes nos están
ayudando o. más aún. a quienes estiui limpiando la cosa. 194
Este panorama de las tensiones implícitas a la rcformulación del
máximo héroe nacional mostraba la centralidad rie su figura y su poder
dr albergar una multiplicidad de contenidos. Si. enmo plantea A.
Prega. 199 los cuarenta anos transcurridos entre la aprobación de la Ley
y su efectivtzactón en el monumento de la Plaza Independencia confor¬
maron una etapa de consolidación de la identidad nacional, las inicia¬
tivas emprendidas por la dictadura durante 1975 reflejaron un intento
de resignificaeión de muchos de loa referentes construidos bajo ese
impulso inicial. En esta dirección, la envergadura de las modificaciones
realizadas en el espacio público consagrado a la memoria de Artigas
mostró la voluntad dictatorial de Imprimir su sello a la ciudad.
Mas allá del sentido que esta apropiación adquiría en cada sector
oficialista, subyacia la intención de contrarrestar una imagen de Artigas
difundida antes de la dictadura. En los artos sesenta, corrientes
historiográfieus renovadoras produjeron una relectura del artiguismo de
gran incidencia en la opinión pública. La obra de un grupo de historia¬
dores marxístas repercutió especialmente en las ámbitos educativos y
traspasó las fronteras de la izquierda. Aun en 1975 estas ideas motivaron
la preocupación oficial por “rescatar” al héroe. En la inauguración del
monumento a Artigas en Madrid, el embajador Pacheco Areco alertó que
el “reglamento de tierras" había sido interpretado /.../ con propósitos
demagógicos y presentado por lo mismo como acto “ revolucionario".
producto de la violencia y el arrasamiento del adversario, que algunos
preconizan como principio de "Justicia socialY nada más falso! En eso.
como en todos los actos de Artigas. /.../ está presente la lógica de su
pensamiento: supeditación delgocedc tos derechos al cumplimiento de los
deberes y la observancia del respeto ai orden establecido.' 09
Este Intento de sanear al héroe se plasmó en medidas concretas que
buscaban monopolizar la apelación arfiguista. limitando su libre uso. En
este sentido. Yamandú González relata que en Junio de 1975 la Jefatura
de Montevideo Intimó a la gremial debancarios (AEBU) a retirar una frase
de Artigas de la fachada de su sede. 1 * 7 En una dirección similar, un
frustrado proyecto de ley del consejero Juan Rodríguez López prohibía
la utilización de los nombres Artigas" y "Uruguay" en la propaganda y
denominaciones de las empresas privadas. 1 * De este modo, la preocu¬
pación por acabar con una interpretación de corte izquierdista condujo
a un control riguroso de las invocaciones patrióticas. Esta obsesión
68
dificultó las propias referencias del elenco dictatorial al pensamiento
artiguista Tal obstáculo se hizo patente cuando, al inaugurarse el
mausoleo, aparecieron las paredes cubiertas de fechas y despojadas de
frases.
IV. En busca de apoyos
1. El pueblo oriental
Los sectores golpistas habían fundamentado la instauración de un
gobierno dictatorial en la incapacidad del sistema político de superar lo
que consideraban una crisis nocional. Esta desvalorización abarcó tanto
a los partidos políticos como a las formas tradicionales de participación
ciudadana, descalificando los mecanismos más usuales de
relacionamientn entre representantes y representados. Esta prédica
proclamaba interpretar el total desprestigio al que habían conducido al
Parlamento su i/ioperancta romo órgano de gobierno e irresponsabilidad
como representantes del pueblo /...]. El Poder Legislativo se convertía asi
en el paradigma de los vicios asignados a las Instituciones democráticas.
Esta embestida atacaba especialmente las modalidades de discusión
propias del Parlamento, afirmando que su actividad se orientó a dijicultai
la gestión del Gobierno con oratorias deliberadamente prolongadas c
interpelaciones
El pasado democrático salía desmerecido al ser contrastado con el
presente El marco de seguridad institucional imperante en la República
permite desarrollar una labor legislativa seda y responsable, sin la
interferencia de mezquinos intereses políticos y sin la prepotencia dr
"barras" regimentadas. Ahora en el Palacio Legislativo todos trabajan
para el país 200 Este énfasis critico atacó al ciienteterno y la comipdón.
extendiéndose a los discursos de los políticos, las reuniones en los clubes
partidarios y todos los mecanismos que habían definido durante largo
tiempo los vínculos político-partidarios en Uruguay.
Como ya se ha planteado, las actividades patrióticas de 1975 tendie
fon a revitalizar determinadas instituciones y representaciones dd ser
nacional, alternativas a esa otra serie de tradicionales vínculos sociales
Las diferencias ideológicas sobre este tema subyacian a los proyectos
políticos de los militares y Bordaberry. De hecho, éste fue el aspecto mas
pu lili citado de los diferendos que condujeron a la caída de este ultimo rti
Itinlo de 1976. En ese momento, se definió, además de la perpetuación
dr! régimen, una serie de medidas que apuntaban a la creación tic un»
nueva legitimidad para la conducción de las FFAA.
mi
Desde sus primeros años, la dictadura uruguaya se enfrentó ai
dilema de generar un apoyo popular criticando sus canales más usuales
de expresión. Como se lia sefialado, frente a este problema. Bordaberry
propuso una solución radica) que suprimía el voto y los partidos
políticos, apelando a su sustitución por corrientes de opinión. En 1975
fundamentaba que estamos en el tiempo de la Moción, que no es el de los
/tarados ni el de los hombres. Sé que lodo oriental siente profunda
devoción por la divisa colorada o por la diolsa blanca, pero sé también que
hoy [...) tiene que prevalecer el sentimiento nacional, que el sistema de
partidos anterior a 1973 había conducido a desconocer. Su esquema
político no desplazaba de ningún modo a los militares de la escena
pública, sosteniendo la necesidad —fuente irresistible del Derecho — de
que las Fuerzas Armadas continúen ntjrmal y legítimamente, como garan
tes de la supervivencia de la Nación, de sus principios y de la consecución
de sus grandes ottfetivos y como sustento del Gobierno Civil y de su
autoridad. 201
Imaginaba un orden que observara los derechos individuales (liber¬
tad. vida, honor, propiedad, respeto a la familia, libertad de enseñanza,
trabajo y comercio) y los colectivos (de reunión, asociación y prensa),
pero advertía que no debían ser utilizados abusivamente como instrumen
tos de disolución nocional. De la misma forma, admitía la vigencia de los
sindicatos, pero negaba su participación en el Poder Pitblieo que debe ser
la expresión de la Nación soberana y par eso debe ser. por esencia, uno
solo y nacional. El centro de su concepción política era. Justamente, la
unidad de la nación ante las amenazas de fragmentación que veia en los
partidos y los sindicatos, pero también en otras manifestaciones de las
distinciones sociales. 303 Asi. afirmaba: Combatiremos, con la unidad
nacional, las divisiones artificiales entre clases y generaciones. Contesta
remos a quienes todo lo someten a la discusión y a la duda con la
ratificación de las verdades Indisculible.s: la independencia, el honor y las
tradiciones nacionales, la existencia de virtudes morales permanentes y
la defensa de los derechos naturales esenciales de la persona humana . 203
Por eso proponía un nuevo ordenamiento institucional que respetase
el mandato trascendente emanado de las acciones del pueblo oriental En
reiteradas oportunidades. Bordaberry planteó claramente su concep¬
ción de la expresión popular al afirmar, por ejemplo, que no es una ficción
demagógica decir que es el pueblo el que impone y protagoniza el proceso
político actual El ciudadano común consiente hoy la acción del
gobierno porgue f. .} no teme la acción agresora del marxismo y porque no
tiene que concurrir a ningún comité para resolver sus problemas con la
administración pública. Desde esta negación de las modalidades mas
tradicionales de participación política, el presidente reclamaba una
nueixx legitimidad plasmada en un nuevo texto constitucional 304
Llegaba de esta forma el centro de su preocupación, es decir, el
descrédito de quienes creen erróneamente que el resguardo y la construc¬
70
ción de la libertad sólo es posible bajo detemúnadajorma de gobierno: la
democracia formal al estilo clásico. En un alegato claramente dirigido a
los militares afirmaba que las fuerzas en el gobierno tenían como su
primer deber, su gran responsabilidad, nacida del mandato popular, no
regresar fainás, directa o indirectamente, al estado de cosas que coloco a
la República al borde del caos y la disolución, posibilitando el avance de
la irifiltración extranjera. 20 *
Los militares, en cambio, proponían para el largo plazo un régimen
que mantenía los canales formales de la democracia bajo su estricto
control. Su proyecto trataba de sanear al sistema político de las prácticas
y personalidades que lo habian corrompido, pero no descartaba la
posibilidad del voto ni los partidos. Asi lo expresaron en el comunicado
que anunció los motivos de la deposición de Bordaberry. sosteniendo que
tas FFAA no quieren compartir el compromiso, la responsabilidad histórica
de suprimir los Partidos Políticos Tradicionales. 206 Afirmaron además la
vigencia del voto y postergaron la promulgación de una nueva constitu
ción. Como plantea L. E. González. “La versión final y más completa de
ese nuevo orden es d proyecto plebiscitado en noviembre de 1980'. 207 A
corto plazo, sin embargo, la corporación castrense procuró obtener el
apoyo popular mediante modalidades sustitutivas de la relación tradi¬
cional entre gobernantes y gobernados en Uruguay.
De hecho, entonces, la concepción de la participación popular
defendida por los militares y la enunciada por Bordaberry durante 1975
se contraponían a los fundamentos de la democracia representativa,
aunque desde bases doctrinanas muy disímiles. El presidente, fuerte
mente influido por el secretario Pacheco Seré, rechazaba la tradición
liberal y el influjo de la revolución francesa para asumir “los conceptos
del Jus-naturalismo ncotomista en su vertiente más autoritaria'. A partir
del siglo XIX. esta vertiente Ideológica de larga data en el pensamiento
occidental enfatizó en la incapacidad de la democracia como sistema de
gobierno. Desde una idea de la sociedad como un organismo fuertemente
estratificado, se hacia hincapié en el principio de autoridad derivado de
un derecho natural de origen divino. En esta concepción. “la actividad del
Individuo-ciudadano y del individuo miembro de una clase social es
mi stituida por la actividad y el ordenamiento jerárquico de los individuos
drhktamentc educados como miembros de los organismos intermedios.
«1 especial, la familia y las corporaciones locales y profesionales'. 20d
Kn general, la búsqueda de ratificación de los militares se relacionaba
din una matriz ideológica diferente. Con respecto al apoyo social al poder
autoritario. George Mosse explica que en la Europa de posguerra el
I.MU'iamo y el nazismo se apropiaron de un “nuevo estilo poliiico" que
irnin una tradición común al liberalismo. Los gobiernos totalllarlo*
ullilxnron los cultos y mitos surgidos con el ascenso del nacionalismo y
ili* ta democracia de masas paru proponer una alternativa a la rrprearn-
i m* lón parlamentaria. En estos procesos, las ceremonias y los símbolos
71
funcionaron como 'una posibilidad de participación política más vital y
más significativa que aquella oferta de la idea ‘burguesa de democracia
parlamentaria De este modo, la mística nacional posibilitaba "una
expresión concreta del concepto de voluntad general (...|. transformando
la acción política en una repr usen tación dramática de la cual se pensaba
que el pueblo era el actor’. 209 Más allá de la notoria distancia entre la
dictadura uruguaya y los totalitarismos europeos, esta forma de pensar
la relación entre gobernantes y gobernados matrizó las apelaciones al
"pueblo" realizadas por los militares.
Al igual que el presidente, los voceros de la corporación militar
afirmaban la existencia de un conjunto de valores atemporales como
fundamento de la identidad nacional. En sus discursos la protección de
esos valores se convertía en el motivo primordial de su Intervención en
los asuntos públicos. Considerándolos amenazados. Jas FFAA se atrtbu
yemn la misión de velar por esa "esencia" trascendente, llamando a la
adhesión tácita del “pueblo". Así lo evidenciaba el general Prantl cuando
afirmaba: En nombre de las Fuerzas Armadas, que son pueblo organizado
para desarrollar su acción dentro de un orden común, que son unidad que
nada ni nadie podrá resquebrajar/.../ rindo homenaje al Pueblo Oriental,
a ese Juez Supremo que nos juzga permanentemente, a este pueblo que
es el gran protagonista de este proceso, a este pueblo que jamás se
equivoca y por el queformulamos encendidas votas, para que conserve ese
admirable espíritu de lucha, esa fibra y ese temple que le han permitido
superar tanta adversidad, para dejar paso a las más caras esperan¬
zas. 310 Estas palabras expresaban claramente una eunccptualización
del “pueblo" como único tribunal de las acciones de las FFAA. Expresa¬
ban también la idea de una aprobación intangible, manifestada exclusi¬
vamente en la apelación retórica al “juicio popular".
Por otra parte, la figura de "pueblo", como muchos de los términos
manejados en el discurso militar, se dibujaba por oposición a una
alleridad condensada en el concepto de “subversión". Además, se solía
tipificar al "enemigo" como “comunista" o “marxista". Junto a estas
identificaciones, la idea de subversión fundamentaba la vigilancia
estricta y se convertía en una amenaza constante. Como explican José
Luis Caslagnola y Pablo Mi eres, este término "abarca todo hecho o acto
que. de una u otra forma, afecta las posibilidades de desarrollo, los
valores o las concepciones éticas de la Nación. |...J Lo que define al acto
subversivo no es su adecuación o no al orden jurídico sino la valoración
sustantiva de su finalidad respecto al sistema de vida vigente [.. .|". 2 * 1 En
1975. lo que las FFAA se proponían detender era. justamente, ese
inaprensible "sistema de: vida vigente". Para eso. convocaban a la
conformación de un frente único y monolítico resumido en la expresión
El Uruguay somos todos. En un sentido similar al detendido por
Bordaberry. esta cláusula negaba expresamente las diferencias Internas
en base a cortes "generacionales", “clasistas" o “partidarios", unificando
las bajo una serie de actitudes cotidianas y valores morales.
72
Desde esta denegación de las divisiones internas, la apelación
Inclustvista s "lodos" los habitantes de Uruguay tuvo una preocupación
especial por diferenciar sectores y actores sociales. En este sentido, se
desarrollaron una serte de medidas destinadas a grupos específicos de
la población, a la vez que se postulaban determinados prototipos
humanos considerados paradigmas de la identidad nacional. Estas das
direcciones de las políticas oficiales se cumplieron, muchas veces, en
forma simultánea. Asi. por ejemplo, cuando se hablaba de hombre de
campo, se haría referencia también a la laboriosidad y austeridad de los
orientales. Muchas veces se extendieron las prácticas y valores propios
de sectores particulares como rasgos que debían representar a toda la
colectividad. Los atributos militares, las formas de sociabilidad del
campo y ciertas obras de la intelectualidad nacional, se erigieron en
valores que la colectividad toda debía conocer y respetar. Además de
remarcar estos contenidos para rcdefuür la identidad nacional, estas
apelaciones buscaban generar apoyos sociales efectivos.
En esa dirección, se buscó generar una red de ámbitos de inserción
en una clave diferente a la ciudadanía política y a la filiación sindical.
Para dio. se estimularon formas de nucleamiento derivadas de los
ámbitos de sociabilidad barrial o local, asi como del desempeño de los
roles cotidianos. De esta manera, el año se pobló de actividades
impulsadas por asociaciones de padres, comisiones de fomento barrial,
grupos de damas y clubes sociales, ya fuera en adhesión a los festejos y
fechas nacionales o en celebración de su propio calendario e Intereses.
Leones y Roíanos, por ejemplo, demostraron su especial celo patriótico
organizando todo tipo de eventos y programas destinadas a contagiar de
fervor histórico a los sectores usualmente acreedores de actos de
beneficencia. Asi. por ejemplo, el Club de Leones del barrio Brazo
Onental organizó un multitudinario desfile dr niños con banderines en
honor al natalicio del “Padre de la Patria". 312 Con igual sentimiento
nacionalista, los Leones del Prado y del Parque Rodó proporcionaron los
premios para el concurso "lina canción para mi Patria", celebrado entre
los presos del penal de Punta de Carretas. 213 De la misma manera.
Rotarlos y Leones aunaron sus esfuerzos para solventar la educación di*
una niña de Tranqueras, ganadora del concurso de redacciones "Cómo
defenderé a mi Pal na", organizado por la Escuela Nacional de Policía. 214
No menor espíritu celebrábalo demostraron los profesores y alumnos
tle la Escuela y Uceo Elbio Fernández al montar "Abril de los Orientales",
obra teatral presentada ai el Teatro Solis con el auspicio de la CNHS y
elogios de los circuios oficiales. 215 Uniendo similares intereses histórico»
con la preocupación barrial, se formó la Comisión de Fomento Edificio
y Social del Cordón, que auspició los trabajos de la profesora Pcretru
Peí eirá, empeñada en demostrar que l>avallcja. Artigas, y Serrato hablan
sido distinguidos habitantes de la zona. 210 La Empresa Frigonal. por su
liarle decidió honrar a la Declaratoria de la Independencia repartiendo
T. I
golosinas entre los nidos que habían asistido a un festival folclórico
organizado para la ocasión. La misma fecha histórica fue celebrada por
el Instituto Cultural Germano Uruguayo con una conferencia del profe¬
sor Washington Reyes Abadir aolire “Componentes de la orientalidad“.
a la que siguió la actuación de una soprano alemana. 217
2. Redes locales
Seguramente, las festejos oficiales de 1975 vehicullzaron contenidos
que en otro momento hubieran adoptado modalidades distintas. Los
más variados ámbitos de recreación y de sociabilidad se contagiaron de
un espíritu adecuado al “Arto de la Orientalidad". canalizando intereses
y preferencias que. en diversas circunstancias políticas, hubieran
encontrado otras vías de satisfacción. Así. aunque el objetivo guberna¬
mental fuera la sustitución de toda forma de identificación poh'tica y
social por el nacionalismo, la adapción del tono patriótico involucraba
prácticas sociales no necesariamente adscriptas a la Identificación
nacional. Tampoco la participación masiva y voluntarla en estas instan
cías de reunión significaba forzosamente la adhesión al régimen dicta¬
torial.
Estos son factores importantes para comprender la proliferación de
asociaciones locales que. bajo la forma de "comités patrióticos" o
“sociedades de fomento", impulsaron las actividades sociales y las
celebraciones patrióticas en los puntos más diversos del país. Estas
organizaciones poseían una vasta trayectoria a escala nacional y en las
diferentes ciudades del Interior. Desde 1916 la Asociación Patriótica
cumplió un rol destacado como articuladora de los sectores conservado¬
res. intensificando su accionar en la ofensiva previa al golpe: de Estado
de 1933. En esa ocasión, traspasó los limites de la exaltación patriótica
e intervino directamente en asuntas políticos y económicos. 218 Durante
1975. en cambio, su papel se restringió a enmarcar la parafemalla oficial
en las actividades centrales y locales.
Na puede olvidarse tampoco que el apoyo local a los festejos y
convocatorias oficiales respondió a formas dé sociabilidad propias del
interior del país. Seguramente, en estas “unidades sociales más peque
ñas" se ponía particular atención en la resolución de los problemas y
necesidades puntuales por parte del gobierno dictatorial manifestando
“cierta inquietante tolerancia hacia los aspectos más chocantes de la
represión", en palabras de C Demasi. 218 En la eventual valoración
positiva de la dictadura pueden haber Influido también otras peculiari¬
dades del "desarrollo de las relaciones sociales en el interior", donde
predominaba una conceptualización del “nosotros" fuertemente recelo¬
sa del “diferente". 220 Por otra parte, en los pequeños núcleos urbanos la
vigilancia sobre las actividades sociales y los "deberes patrióticos" fue
más estricta. 221
74
Dentro de la gran variedad de actividades, es interesante visualizar
diferentes modalidades de articulación de la perspectiva local con la
nacional. Por un lado, puede ubicarse las clásicas actividades en
adhesión a conmemoraciones nacionales, ya que habitualmente las
autoridades departamentales y locales preveían medidas que. acompa¬
ñaban los actos principales. Durante 1975 pudo percibirse una uilensi-
flcación. tanto de las decisiones tomadas en forma autónoma como de las
preceptivas emanadas centralmente. En la primera dirección, se debe
enmarcar el apogeo de los comités patrióticos, la proliferación de
iniciativas particulares y las medidas de carácter departamental. De esta
forma, por ejemplo, mientras la ciudad de Florida fue el ambiente elegido
par a los festejos centrales, el Comité Patriótico Departamental de Salto
convocó a quienes quieran aportar iniaatioas deportivas, sociales o
culturales, planificando una abigarrada semana de entreteniiiuentos
con una tónica diferente al programa oficial. 223
En la otra dirección, puede anotarse los estrictos lincamientos
decretados por el Poder Ejecutivo para los actos del 19 de abriL al
disponer que en todas las dependencias de la Administración Pública.
Unidades de las Fuerzas Armadas de la República y en los organismos de
Enseñanza dependientes del CONAE y L/ntuersíiiod en todo el territorio
nacional se proceda, en horas de la manaría al izamienlo de las tres
banderas y a la ejecución del Himno Nocional 223 La inasistencia a 1 <js
actos sólo podía ser justificada mediante parte médico. La CNHS se
congratuló de que en cumplimiento de estas directivas se realizaran
quinientos actos en todo el país. Fue así que: Al despuntar el alba, los
funcionarios de la Comisión de Abasto iniciaron la cadena de sucesivos
homenajes, con una sencilla y vibrante ceremonia en sti sede del centro.
Eran pocos minutos pasados de las siete, cuando izaron los tres pabelkr
nes y entonaron con tremendo fervor las estrofas del himno. Entre tanto,
los res Cantesfuncionarios de toda la adminis tración comenzaron a emigre
garse en sus oficinas, en este sábado de asueto, para lomar su lugar en
la recordación de la gesta heroica. 224
Por otra parte, se puso especial atención en el movimiento inverso, es
decir, en la evocación de acontecimientos y figuras de la localidad que
perfilan una identificación al ámbito más próximo. Este grupo de
actividades abarcó desde las tradicionales "fiestas patronales" hasta el
telegrama del Comité Patriótico Femenino, la Asociación de Maestros
Jubilados y el Comité Popular de I lomenaje a la Maestra Manuela Noain
de Carmelo, solicitando al Consejo de Estado que la Escuela N" 6 llevara
su nombre. 225 Este tipo de homenaje requería la sanción de las autori¬
dades nocionales, liabilitando la incorporación de personajes pertrne
denles al espacio físico local. Otras veces, empero, las uncial ivas de
pueblos y ciudades no precisaron del aval central y canalizar on por mis
propios medios la voluntad de conmemoración histórica. 220 En otitis
oportunidades, se constituyeron comisiones para la conservación y
70
embellecimiento de los edificios públicos considerados representativos
de la identidad y el pasado local. Las teatros y las iglesias fueron los
principales destinatario» de este esfuerzo comunitario por el rescate de
los símbolos autóctonos.* 27
Entre esos dos movimientos, se desplegó una amplia gama de festejos
y recordaciones, a medio camino entre la conmemoración de las “fechas
nacionales'y la evocación de los acontecimientos estrictamente locales.
Dentro de este espectro, puede señalarse la intención de las autoridades
centrales de hacer participe al Interior del pais del espíritu nacionalista.
Además de auspiciar todos los eventos propuestos por pueblos y
ciudades, existió una preocupación por dar dimensión nacional a hitos
de origen local. El ejemplo más notorio de este interés fue. sin lugar a
dudas, la celebración del bicentenario de Rosario. A lo largo de los doce
meses del arto, los entusiastas rosarinos organizaron todo Upo de fiestas
y eventos en honor a su ciudad. Este fervor localista tuvo un merecido
aval gubernamental con la emisión de 50 mil sellos engalanados con
rosas. 22 * El apoyo oficial se expresó en reiteradas ocasiones mediante la
declaración de “feriados no laborables’ específicos para los oriundos de
la zona, aunque ya no residieran allí. A medida que fueron multiplicán
dose los pedidos, el Consejo de Estado comenzó a restringir sus
concesiones a las personas que efectivamente concurrieran a las cele¬
braciones. 229
Fue frecuente también que las organizaciones locales aspiraran al
reconocimiento centra) de su contribución a la trayectoria histórica
nacional. En vanas ocasiones, pueblos y ciudades pidieron que se
sancionara la participación de sus predecesores en la gesta libertadora.
En este sentido, el Centro Comercial e Industrial de Florida reclamó al
Ministerio de Economia la utilización de la piedra alta como símbolo para
acuñar las monedas del Sesquicentenano. 2 ® En otras ocasiones, se
conmemoró la peripecia local de acontecimientos o procesos de alcance
nacional. 1.a Comisión Departamental del Sesquicentcnario de Canelo¬
nes. por ejemplo, organizó una serie de eventos en recuerdo del
sesquicentenarin de la entrada a la ciudad f...¡ de las fuerzas al mundo del
General Juan Antonio Lavaüeja. Entre estas actividades, el consejero
Copetü destacó el desfile de alumnos con banderas, gauchos con sus
atuendos y agricultores con sus tractores, que marchó precisamente por
donde lucieron entrada las fuerzas de Lavalleja a la fecha señalada „ 83 1
En las páginas anteriores se ha intentado transmitir el clima de
vehemencia festiva que impregnó al pais. resertando prolusamente las
actividades e iniciativas que pueblos y localidades llevaron adelante.
Este Impetu alcanzó tal dimensión que logro irascender las fronteras y
proyectar la gloria nacional hacia afuera del pais. Se trataba no solo de
engrandecer los festejos propios sino de concitar apoyos para un régimen
cuestionado. Algunas veces, este espíritu expresaba una concepción
particularmente “americanista" de la trayectoria nacional, apoyada en la
70
unidad de su herencia hispánica o en principios derivados de la
■■geopolítica’, que de ningún modo se vivían en contradicción con el fervor
genulnamentc mdependentista. Asi. por ejemplo, la CNHS tuvo su
correlato en Argentina, donde se impulsaron varias medidas de adhesión
a los festejos uruguayos De la misma forma, fue. frecuente la presencia
de regimientos o bandas militares de los países vecinos en los desfiles y
actos de las efemérides nacionales. Como en otras épocas, tal presencia
se concretó en las ciudades fronterizas mostrando la vigilancia militar al
tiempo que la permeabilidad de los limites culturales. 212
Hacia fines del año. el Club Social y Deportivo del Sauce decidió
sobresalir entre tantas ocurrencias patrióticas con d orgullo de pertene¬
cer al paraje natal del procer Fue asi que surgió la "Cruzada de la
Onentalidad desde el Sauce a Asunción” con el expreso propósito de
homenajear a Artigas en el Año de la OrientaUdad. Con este objetivo,
decidieron llevarie uno flor al Paraguay al Padre de la Patria Junto a una
palada de tierra saucense. El grupo estuvo integrado por el conjunto
ganador riel certamen "Cantándole al Próccr”. los Troveros Nocturnos",
el “Trio Anair". Dunas Risso y otros veinticinco entusiastas, entre los
cuales ac destacaba la descendiente de Artigas Julieta Forras de Gadea
de 93 artos. Luego de tres dias de carretera, el pintoresco grupo arribó
a tiempo para rendirle honores al “Fundador de lu Nacionalidad" a los
125 artas de su muerte. Depositaron la palada de tierra en el Iblrapitá del
Solar, acompañado» por niños paraguayos, rendidos admiradores de la
patria oriental. 20
izis Comités Patrióticos, las Comisiones de Fomento y los Clubes
Sociales fueron algunas de las organizaciones alentadas por el gobierno
para canalizar la intervención en la vida comunitaria y replantear los
términos de la participación social Estos fueron los ámbitos autorizados
de relaclonanilento entre la esfera pública y la privada. Allí se permitía
que los Individuos expresaran sus intereses y preferencias dentro de los
limitados marcos de una gama ideológica fuertemente regimentada
Estas organizaciones fueron espac ios para el esparcimiento y sociabili¬
dad a la vez que constituyeron una red de apoyos tácitos al gobierno.
Tale» círculos sociales nucleaban a las fuerzas uftxisdel pais. aquellos
uruguayos comprometidos con la actual coyuntura histórica. Esta
expresión aludía implícitamente a la idea de puelAn organizado contra la
agresión extrail)era. promoviendo el desarrollo del país v la seguridad de
su estilo de vida. Desde estas nociones formuladas en un lengua)c
Intencionalmcntevago e impreciso, los voceros oficialista» fundamenta
ron la aceptación popular de su actuación política. Esta prédica se
centraba en la posibilidad de encontrar canales de expresión dr la
opinión publica alternativos a la» modalidades democráticas. A esto
refería El Soldado cuando afirmaba. El pueblo ya hizo conciencia sin
palabras: con sólo salir a la calle, con sólo concurrir a lu oficina o a la
fábncu o al comercio, con sólo concurrir a las aulas. con solo salii a pus caí
n
Esío significa qua. bás,comenté- rt vu.hln,, pn pQJ 1' ,e II ^ país a o(ro.
sentando. «< espWta v su “ "° CS “ " n *“
querían imponer las nwnlri dr cl ‘ ,heTtma J e social que nos
lograba hacerse tangST^t™^^ /ort ^“ ** ‘Pochln-
tudos los uruguavos y también en I i, “* actJvldades ' otidlanas de
act, B . obr»y*JSi^^^e S Jf,™" UmCrablre d '-*Pc«m„ de
«gura de -pueblo- medíante* lnaslble
concretas de quienes participaban de d fuSlon de Ias IniciaUvas
institucional. pai>Jn de alguna manera en la nueva red
3. Con ánimo folclórico
culturales de larga^datT^^r^p^Jto OÜÍSn | 0 " rL ' t,,mó ^P^siones
of, nales se amplificó U SwrSSÍ n” Dcsde ,os
redimensionando su significado h ** l 50 ^ 1110 eslos fenómenos,
iden ti tartas a partir de nucV3w ■»**"«
antiguos, encausándolas en la Ideología # Jf® b J mb, ’ cs - v émbolos más
Hobsbawm plantea Tn -I iLÍ r*? 00 * d,n,atorial A este respecto
«■* ««£ uTle I Sat P ^¿ C 0 T qUlCr *°“ , - í ■££
comunicación. A veces las nuev^^dicíone^^ SÍmból,ra5 V de
de otras antiguas en otras ocasione* ‘ í Pueden surgir fikdhnente
das del surtidísimo almacén de lo* h, 68 ,I ? renta Prendólas présta¬
las exhortaciones morales f |- E j ,OS almboIlí4mos Y
diferentes medios- por un lado se lmbóIlco ** °peró por
criollas-, reallzando^Z^^^^^^ ** -ftesL
por otra parte, se exaltaron V,«* hi .. Payadores, asados con cuero;
reivindicaban esta tradición cultu^^n^^”* ü1lc,rctua,c * Que
la literatura gauchesca del siglo^XLX h Ja ^ adp,ante - desde
contemporáneos tuvieron un luglr dSLaí ° S cam P^s
modificación de los referentes Identu™ ? ,as P° lltlca8 oficiales de
las fiestas criollas eran consld^ad^^p^! ^tivldades realizadas en
campoy adquirieron un sentido nun-oa jX '** J 1 ^"''**** del
conservarlas El apadrina^ partJr dc propia intención de
en tanto parte dc las tradiciones autOct^as' R '‘ in ' Xi 3U revalo,faa '‘ d n
vernáculo" por opostettn a .a innovación y ,a
78
La inauguración de este tipo de festejos con desfiles cívico-militares
mostró en forma burda la cooptación dictatorial de una expresión
popular.
Este mecanismo puede ejemplificarse en “La Gesta Oriental", el Gran
espectáculo folclorico-patriótico que recrea I os hechos gloriosos del ano
1825. a través de las mejores expresiones del arte vernáculo: canto, baile.
payado y recitado, organizado por la CNHS. A los payadores y recitadores
característicos de una fiesta criolla se le unieron artistas del género, ya
fueran cantantes, grupos dc ballet Jotctórico o músicos. El espectáculo
cantó con una producción que coordinaba las disimiles manifestaciones
culturales, de modo que resultaban integradas en una estructura imita
ría. mediante un relato cuya función es vincular narrativamente las
sucesos históricos evocados. Junto con la presencia siempre vigorosa de
la tradición, otros elementos de conccptuación moderna y original laportes
escenográficos de indudable valia) concurren para hacer de Gesta
Oriental * el más hermoso homenaje artístico a la Epofxnja de 1825.** De
este modo, la tradición gauchesca materializó el nexo entre la época
heroica de "los cruzados” y el periodo contemporáneo, representando
simultáneamente al pueblo oriental de 1825 y al del "Ano de la
Orientalidad".
Los espectáculos tradicionales —canciones y bailes folclóricos, tor¬
neos de destrezas físicas y comidas tipleas— se transformaron y adap
taron a los nuevos requerimientos. En ese proceso existieron instancias
para la creación musical, uniendo los contenidos apr opiados al momen¬
to político con estilos más antiguos. Tal fenómeno tuvo, durante 1975.
su expresión más nítida en d Festival “Canciones a mi Patria", transmi¬
tido por Canal 5 y Radio Carve. Este certamen, donde se podía competir
en los rubros dc solistas, grupos, composiciones e intérpretes, fue una
iniciativa desplegada en conjunto por d Ministerio de Educación y el
diario El País. Durante más de dos meses se desarrollaron dos rondas
regionales en Minas y Rosario, para dar paso al tomen final en Monte¬
video. La propia denominación del concurso proponía una inspiración
patriótica para las composiciones y. además, la comisión organizadora
evaluó y seleccionó entre las 450 propuestas recibidas. De este modo, en
la tarde del 1 “ de marzo se inauguro el “Primer festival foldórico oriental"
con las canciones. A los treinta y tres: Una tierra que vuelve a cantar. La
muerte del General Gesta heroica. Sueño de Artigas. Los tres Jinetes, los
redentores. Cielito del 25. Gesta de Asencio. Entreveros heroicos. Al
caballo. Mis tres banderas. 19 de Abril Desagravio. Un sueño de gloria.
/ViLsqjes de mi tierra y Sentimiento patricio. 237
La iniciativa fue para las autoridades un signo indiscutible dd apoyo
popular al régimen en la misma dinámica retónca explicada con anterio¬
ridad. En palabras del consejero de Estado Rodrigue/. López, el evento fue
un ¡Hijueiio acontecimiento, un tanto insólito, que se prodigo en el /sus en
fot últimas semanas: seguramente, que cuatro o cinco años atrás no lo
hubiéramos podido presenciar. jya q.ie| Pocas veces se ha podido abser •
uar un espectáculo de esa naturaleza. El consejero elogió la sinccndad de
las personas que se disputaban el premio y: Por sobre todas las cosas
hay que destacar un hecho, cada vez que se repetían epítetos contra la
influencia extranjerizante, la asamblea rompía en aplausos el entusias
mo m /.../ El país está despertando, por fm. en un duna de fe
y esperanza. 33 * J
El cierre del Festival fue realizado en el Teatro Solis con entrada libre
para fomentar la concurrencia de toda la familia oriental. Allí el Jurado
ev-aluo que el evento había sido una fuente generosa |que| liberó todo el
caudal de amor y de respeto al terruño de los orientales, que plasmaron
en feüces Interpretaciones todo su patriótico sentir y toda la fe por una
Jornia de oída en paz y de apoyo a las mejores tradiciones. 33 » A esta cita
con la Patria concurrieron las autoridades oficiales para presenciar la
entrega del cardo de oro donado por El País a los ganadores. La canelón
acreedora de esta distinción hie “Primero Oriental' compuesta por Hugo
Ferran cuya inspirada letra sentenciaba. Clara que la Patria es chica/si
la medimos en leguas!/ Pero tiene cosas grandes/ el oriental en su tierra
/.../¿ftr qué Uorar las vidalas/ o festejar en las cuecas./ si tenemos los
cielitos/ o las milongas camperas /.../ Será Uvnorial Ayacucho/ pero es
histórica Las Piedras;/ /.../ sentir como cosa propia/ rodas las cosas de
América;/ pero cantar lo de aquí/y lo de aquí con pasión inmensa. / vestir
la Patria oriental/ para un estilo, de fiesta. 240
El Festival fue la plataforma de sus ganadores liarla la fama
participando de giras por los rnás variados puntos del pais y difundiendo
tes letras del nuevo cancionero oficial La exitosa evaluación ministerial
derivo en la(Oficialización del certamen, decidiendo su realización anual
e integrándolo a las políticas culturales con el argumento de que
constituye un deber úieludible cultivar el acervo histórico y musúaJ del
país, afumando el espíritu de orientulidad que nos legaron oalores
humanos e institucionales del pasado. Se sancionaba explícitamente el
valor adjudicado a la música folclórica (quej. a la vez de ser parte
importante de ese acervo, contribuye al fortalecimiento de una conciencia
nacional y de los principios activos de la sociedad democrática y sus
rasgos tradicionales. 24 1 Sí en su primera versión el festival era ya una
expresión controlada y regimentada, para el segundo se itpó una
comisión permanente dependiente del Ministerio de Cultura integrada,
entre otros, por uno de los ganadores anteriores. 242 Esta comisión
reglamento con gran precisión tes bases del concurso y confecciono una
ista de 1 ns formas aula ateamente nacionales a que deberían amatarse
las composinones musicales, estableciendo la imposibilidad de combi-
331 cnmo dc cualquier Innovación en instrumentos y géne-
Resulta especialmente interesante constatar la coincidencia entre
algunos rasgos de “Canciones a nü patria" y el ejemplo utilizado por
80
Hobsbawm para analizar el surgimiento de nuevas tradiciones. Refirién¬
dose al desarrollo del nacionalismo suizo durante el siglo XIX. el autor
relata que “Las canciones folclóricas tradicionales fueron sustituidas por
nuevas canciones en el mismo idioma, compuestas con frecuencia por
maestros de escuela, y trasladadas a repertorios corales donde el
contenido era patriótico-progresista Los estatutos del Festival
Federal de la Canción |...| declaran que su objetivo es 'el desarrollo y
mejoramiento del canto popular, despertar sentimientos más elevados
hacia Dios, la Libertad y el País, la unión y el compañerismo de todos los
amigos del Arte y de la Patria’. [...| Alrededor de estas ocasiones se formó
un ritual complejo y poderoso [. ..|'. 244 A pesar de los matices, estos casos
muestran semejanzas realmente notorias en la refnrmulación de moda
lidades culturales mediante su instJtucionalizacion de acuerdo a nuevos
propósitos.
Tal proceso muestra la tensión entre renovación y pervivencla.
característica de todos los esfuerzos por mantener la vigencia de
prácticas culturales tradicionales. Según afirma Hobsbawm. esta ten¬
sión se expresa en el propio surgimiento de movimientos y organizacio¬
nes empeñados en la defensa o rescate de estas expresiones. 246 Durante
1975 muchos grupos "tradicíonalístas" vieron potenciada su presencia
y capacidad de convocatoria a través del referido fomento gubemamen
tal. Varios de estas asociaciones “naüvistas" como “El Pericón". “Los
Tizones de Ansina". “Dr. Elias Regules" y "Potros y Palmas", amenizaron
los festejos históricos oficiales. Otras veces, estas mismas agrupaciones
organizaron encuentros y festivales donde, además de exponer sus
habilidades, recreaban las comidas y costumbres del país “criollo". Estas
Instancias eran promovidas desde ámbitos gubernamentales como
muestrarios "inalterables" del conjunto de bienes simbólicos constitu
yentes de "lo esencial de la identidad y el patrimonio cultural" del pais. 246
Femando O. Assun^ao publicó en 1975 una investigación que
reflejaba claramente tales tendencias tradicionalistas de la dictadura,
recopilando sistemáticamente los usos y pilchas criollas. El trabajo
fundamentaba la peivivcncia del gaucho a partir de su adaptación a los
cambiantes desafíos liistóricos y resaltaba su decisiva contribución u
cada etapa del pasado nacional. Medíante estas Ilaciones temporales, el
autor lograba convertir a los gauchos sueltos de Artigas en esforzado»
productores rurales. Tal interpretación no constituía un aporte removed»
sino que. por el contrario, exhibía amplios puntos de contacto con la
lectura romántica de un actor social que ya no amenazaba al Uruguay
moderno. Esay no otra era la versión que José Luis Zorrilla de San Martin
tuibin llevado al bronce en el monumento uiaugurado en 1927. El mismo
que tanto alabara Siemens Amaro en el Consejo de Estado a la murrte
di- tu autor, describióidolocomo una coincidencia extraordinaria y luisfri
milagrosa del paisano natk<o y del guerrero, con la expresión desafiante
sobre su caballo criollo: con la afirmación de esa actitud y de ese gesto se
81
puede comprender el enigma de Ui denodada resistencia f...J que ofreció
Artigas a las Jumas éwasoms /.../ y se puede comprender, además. el
milagro de la cruzada y de la comparta redentora de los Tremía y Tres,
porque sin esa actitud y sin ese gesto del gaucho /.../ esas hazañas
gloriosas y muchas otras más. hubieran quedado cubiertas por las
sombras irrevekibles del misterio.** 7
Las medidas sobre las expresiones populares apropiada» para repre¬
sentar la "orientalidad", en tanto resumen de las imágenes nacionales,
expusieron crudamente una concepción autoritaria Dentro del rauda!
disponible, las opciones refirieron inalterablemente a determinados
modelos y pautas morales, excluyendo sistemáticamente cualquier otra
tradición. En este sentido, fue prácticamente nula la presencia del tango
y el carnaval, pretiriéndose las modalidades culturales asociadas al
medio rural Desde las páginas de El Soldado se combatió con insistencia
a murgas y comparsas lubolas. censurando sus mensajes y exhortando
a dejar parodias y piruetas a un lado y trabajar por nuestro país con
honestidad patriótica, sin vestir colore s sólo por Juera I...}. 24 * El consejero
Alfredo Lamaison. por su parte, al discutir la fijación de los feriados de
carnaval, argumentó que esa festividad de origen pagano creaba una
Jalsa y momentánea inversión detestado sociaL fomentaba una excesiva
Ucencia sensual y por tanto bien vale que permanezca de lado en lo que
se rejicrc a la propia de/ensa del Cristianismo , 249 De este modo, las
expresiones más antiguas de la cultura urbana y obviamente otras más
innovadoras, fueron excluidas desde una concepción ideológica que
hacia del hombre de campo el prototipo del "buen oriental".
Las imágenes del campo fueron reiteradamente usadas para simbo¬
lizar el proceso político en curso. En una de las campañas publicitarias
militares, por ejemplo, se establecía claramente la comparación entre la
situación presente del país y las labores agropecuarias. liacfendo de la
tierra la. Entraría Jecunda donde se gesta el Uruguay del porvenir. Siga
arando su tierra. En I a semilla, está la promesa. En Ud.. la confianza viril
En la espiga, la recompensa. Siga arando. Sobre un horizonte de pan y
trabajo ya alborea una patria mejor. Tierra arada huele a patria... y es
mejor seguir arando
Estas apelaciones transmitían una serie de cualidades, ejemplificando
en la vida rural un modelo de valnres atemporales. En este particular, la
ideología dictatorial asumía una noción que Hobsbawm tipifica como de
consenso común : la apelación a grupos humanos "considerados como
los depositarios de la tradición y de la continuidad histórica". 2 '' Firmeza,
virilidad, confianza, abnegación y austeridad eran virtudes de los
hombres de campo que todos los orientales deberían asumir. Algunas
provenían de la herencia hispánica o de sus principios cristianos, pero
otras habfan surgido de la victoria sobre las inclemencias del paisaje
autóctono, conformando el tipo humano representativo del "alma nació
nal". Esta imagen reafirmaba el énfasis rural de la "orientalidad" y
aprovechaba el rechazo a la hegemonía capitalina y el sentimiento de
relegación del interior del país.
Esta valoración de la vida rural tuvo su correlato en la promoción de
aquellas instituciones consideradas "naturales", es decir, del
nucieomiento en base a los lazos familiares y la inserción laboral o
productiva Enfalizando el vinculo entre los conceptos de seguridad y
desarrollo, la División Ejército IV de Minéis, comandada por el general
Gregorio Alvarez. convocó al “Primer Congreso de municipios y fuerzas
productivas de la regiónestedel pais". 2M Esta misma intención fue laque
animó la iniciativa, de cuño seguramente presidencial, de declarar un
‘Día de la Juventud Agraria": Considerando que el Poder Ejecutivo hn
seguido de cerca, siempre, la trayectoria del Movimiento de la Juventud
Agraria, el que en su labor de promoción de los Jóvenes del campo, ha
desarrollado una tarca de gran trascendencia en el ámbito rural, propor
clonando la oportunidad a los mismos de aplicar técnicas racionales de
trabajo, uicalcando la vida de asociación y la acción cooperativa, d
desarrollo del empleo inteligente de los ratos de oao y el deseo constante
de aprender y superarse. 2 ** Este decreto expresó con suficiente claridad
algunos de los intereses del Ejeculivo en la promoción de las actividades
y formas de recreación propias del medio rural.
La política agraria fue en 1975 uno de los temas de enfrentamiento
entre el presidente y las FFAA. en el marco de diferencias acerca de la
Intervención estatal en la actividad económica. Según relata Alfonso
Iztshu. el episodio se inició con la destitución del vicepresidente del
Instituto Nacional de Carnes. Eduardo W. Pcilc. por haber favorecido la
faena de los productores de menos de 300 hectáreas. La medida de
l v «i daberry encontró fuerte» resistencias de los militares y. especialmen¬
te ifel general Alvarez.
La crisis condujo a una reunión dd presidente con los oficiales
generales en la base aérea de Bolso Lanza el 20 de mayo. Según Lessa:
"U reunión fue de una tensión y una dureza poco habituales y en la
misma no faltaron acusaciones a Uordaberry de oponerse a esa medida
|m»i intereses familiares. Los militares ejercieron una gran presión para
<!• ir el presidente diera marcha atrás en la destitución de Peile. Bordabcrry
¿tt embargo, se negó". Ante esta actitud, la Junta de Oficiales Generales
Ir envió un memorándum secreto, recordándole que "debía compartir
| | las atribuciones correspondientes ai poder global que está constitui¬
do por él con el asesoramiento. acuerdo y apoyo directo e Inmediato ck*
lo ■ Imita de Comandantes en Jefe". Además, fundamentaban la defensa
•I» i'rllr en su lucha contra "el enriquecimiento Indebido de intermedia
fina, grandes latifundistas y especuladores, en perjuicio directo de los
v« i linderos y sacrificados productores del sector ganadero". 2 ' 4 Este
r|.i«iKUo fue. sin lugar a dudas el antecedente mas importante de la
• i i *o. ilr junto de 1976. Es significativo que el motivo de la pulseada se
i • I irkmar.i con el agro De este modo, se puso en evidencia que aunque
tanto los militares como Bordabeny apelaban constantemente al país
rural, tenían visiones encontradas sobre la cfentivtzaclón de su prédica.
V. CIVICOS Y MILITARES
I. Olorias militares
En 1975 las Fuerzas Armadas contaban con una corta trayectoria de
Intervención en la vida pública y con una imagen social de larga data
sobre sus funciones, competencias y habilidades. Esa representación
Insistía en la segregación de los militares de los asuntos políticos,
sometidos a la decisión inapelable de las urnas y sin demasiadas
posibilidades de lucirse en una contienda Internacional. En este sentido.
C. Perelh afirma que la sociedad ambientaba un prejuicio antimilitarista
que la llevó a despreciar el oficio de las armas. Por su parle la corporación
militar se replegaba en los espacios que le fueran asignados, dentro de
los cuales los civiles eran una presencia distante. 255 Estas nociones
fueron modificándose progresivamente a la par que cambiaba la percep¬
ción de los militares sobre su propia misión y que aumentaba su
incidencia en la vida política. La nueva situanón fue alentada por
diversos sectores y actores sociales, pero también provocó un fuerte
rechazo. En ese contexto, fue decisiva la influencia de las promociones
formadas bajo la égida norteamericana en la Doctrina de la Seguridad
Nacional que. adaptada a las tradiciones propias, terminó encauzando
el papel asumido por la institución castrense en 1973.
El espejo del coronel Latorre
Un rol cada vez más importante requirió referentes simbólicos para
las nuevas atribuciones. En este sentido, durante los meses de abril y
mayo del "Año de la Onentalidad" apareció en la prensa una campaña
publicitaria ocupada de fundamentar la próxima repatriación de los
restos del coronel Latorre. Esta decisión mostraba la voluntad de
enraizar en el pasado nacional una doctrina elaborada para orientar la
intervención militar en el continente Los documentos deJ Ejecutivo y del
Legislativo en relación a este trámite abrieron la serie de avisos, haciendo
públicas las razones del gobierno para "reivindicar’' a este personaje.
Estos avisos reconocían el carácter controversial del gobierno de Latorre
y coraban una polémica por la via de difundir la sanción de los poderes
públicos. A su vez. presentaban las resoluciones oficiales como actos de
justicia liistónca". refrendados en una valoración retrospectiva de la
deuda que el pais había contraído con este militar: El Poder J&ecutmo
considera que a un siglo de los hechos y actos que le tuvieron de
protagonista y superadas las pasiones contemporáneas. Injusticia histó¬
rica y la razón nocional imponen la concreción de los homcnqjes que se
proponen. /.../ La razón nacional Impone el insoslayable deber de recontr
cimiento a quienes sirvieron a la causa de la Patria. 7 **
En una segunda etapa, se destacaba didácticamente los aportes del
gobierno de Latorre a la modernización en los diversos planos de la vida
del pais Se resaltaba a su vez la capacidad de asumir el gobierno cuando
el poder civil parecía Incapaz de hacerlo. Expresaban en este sentido:
Como Gobernador Provisorio y como Presidente Constitucional, el Coronel.
Lorenzo Latorre ha defado una inmensa obra para la posteridad. No sólo
ajumó el principio de autoridad para sellar la unidad del Pais. entorpecidu
por un caudillismo decadente, sino que además, creó las bases para el
desarrollo del Uruguay moderno. 25 ' Quedaban establecidas de este modo
las similitudes entre ese gobierno militar y el presente, ambos habían
puesto fin a un catado de desorden provocado por las disputas politico-
partidarias. De la misma forma, se sostenía que la imposición de un
gobierno fuerte había permitido en 1875 el progreso del pais. sugiriendo
que lo mismo sucedía cien años después.
Además, los militares de ahora enaltecían la labor cultural de I-atorre
V sostenían: A esa obra de perfiles concretos y constructhx>s, corresponde
la exaltación nacionalista, por eso surgen en esta época la Leyenda
ftitria de Zorrilla y el ‘Juramento de los Treinta y Tres' de filones. 25 * De
este modo, la recuperación de estas obras artísticas traspasaba su
•lignificación patriótica para ronvertirsc caí un acto más de “justicia" con
rl hombre bajo cuyo gobierno fueran creadas.
La repatriación de los restos cumplía también con la voluntad
manifestada por el coronel en su testamento, donde había pedido a su
buen hyo Lorenzo, que pasado un tiempo de mijallecimiento, y cuando él
lo crea conoenieníe traslade mis restos a la sepulturu que tengo en
Montevideo, pues mi deseo seria que ellos descansaran en el suelo querido
de la Patria. La incorporación de Latorre al panteón nacional se tunda-
mrntuba en una relación con el pasado por la cual la historia era fuente
de enseñanzas y obligaciones. En esta lectura, la mirada retrospectiva
ilebia cumplir la doble finalidad de iluminar el presente y permitir
reconocer las deudas contraidas. De este modo, la repatriación cumplía
un deber asumido con la historia y mostraba el correcto aprendizaje de
miH lecciones
l*ero la deuda no quedaría definitivamente saldada se postulaba.
Ii.rita que la voluntad popular avalara lo actuado por el gobierno: Ahora
ipil! las restos de Latorre vuelven, como él lo quiso, al suelo querido de la
hitrvt. el pueblo oriental le tributará el homenaje que merece su memo
ti n »' Y esto debía suceder durante el desfile previsto para el arribo dr
fe» testos del ex presidente. Este acto tenia el cometido dr avalar
NliiiiiUáneamrntc al polémico gobierno de Latorre y a quienes al rnvlu
di. «rio se sabían igualmente discutidos Se Intentó también olio meca
resino para mostrar la aprobación popular a la medida, mediante una
encuesta de Gallup Como planteó El País, a pesar dd pasible desacuerdo
con las formas utilizadas para realizar el muestrco de opinión, es evidente
que tos resultados marcan una clara tendencia de la forma de pensar de
la población. Justamente, según esos resultados, el 42% de los
encuestados consideró adecuados los homenajes a Latorre pero la
mayoría prefirió no contestar (34%) o manifestó su desacuerdo 124%).*®
Una vez mas. se hizo evidente la búsqueda de la dictadura de algún Upo
de ratificación de su gestión. En este caso, mediante una metodología de
discutida eficacia en un contexto autoritario. De todos modos, los
resultados no fueron tan elocuente» como se esperaba.
Esta información debió confirmar una percepción que la campaña
publicitaria de Latorre transmitía mediante el siguiente encabezamien¬
to Más allá de las criticas... acreedor a la eterna gratitud de su pueblo. x 1
Sin lugar a dudas, se: refería a la tradición liberal que utilizaba la
comparación con Latorre para descalificar, como había hecho Vasconcelos
al acusar de "latorritos" a los militares golpistas de febrero de 1973. 2 * 2
Pero el aviso parecia aludir también a las opiniones de Bordaberry.
Según relata Lessa. casi tres si-manas antes de la repatriación, el
presidente había enviado una carta al teniente general Julio César
Vadora expresando sus discrepancias sobre el tratamiento de Latorre en
la publicidad oficial. Manifestaba su voluntad de "acompañar todos los
homenajes que razonablemente se le realizaran", pero destacaba que
"desde el punto de vista de mi responsabilidad de gobernante, tengo
conciencia de que es una figura que aún divide a los uruguayos, por
cierto que injusta e innecesariamente" Añadía que "no es tiempo para
introducir o excitar elementos que nos dividan, cuando aún estamos
esforzadamente luchando por cerrar las profundas heridas que la
subversión y la política demagógica infligieron a la unidad nadonaT. 283
Como ya se ha planteado, el propósito del presidente en su revalon-
zación de Artigas fue. precisamente, e! fortalecimiento de un símbolo de
la unión nacional. Sin lugar a dudas, además, la recuperación de una
figura de corte netamente militar marginaba el protagonismo civil en el
régimen dictatorial, motivo de permanentes desavenencias entre
Bordaberry y las FFAA. Al mismo tiempo que se producían enfrentamientos
en tumo al agro, se ponía de manifiesto la importancia de la argumen
taaón histórica como modo de expresión de las diferencias políticas.
Nótese nuevamente que la larga crisis que separó definitivamente a
Bordaberry de los militares puede rastrearse en la parafemalia histórica
del "Año de la Orirnlalidad".
Estas tensiones se manifestaron incluso durante el cortejo fúnebre
La ceremonia comenzó ruando el Comandante en Jefe del Ejército
teniente general Vadora y el intendente de Montevideo Oscar Rachetti
colocaron una placa en la casa de Latorre en la calle Convención,
recientemente bautizada con su nombre Horas más tarde, apenas
86
arribado el buque con los restos, el marcial repique de tambor estremeció
la tarde montevideana. mientras la urna era transportada hasta la
cureña por miembros de la Armada. A continuación, la banda del arma
ejecutó el himno nacional, dando paso al conceptuoso discurso del
Ministro del Interior, general Hugo Linares Brum Luego el cortejo se
puso en marcha encabezado por el Cuerpo de Blandengues. En la casa
de gobierno la marcha se detuvo esperando que el toque de clarín
anunciara su reanudación. Mientras tanto, la presencia de Cristi decidía
a Bordaberry y a Pacheco Seré a Incorporarse al cortejo, lo que no estaba
previsto en d programa, dados los recientes altercados. 264 Civiles y
militares se dirigieron hacia 18 de Jubo, donde el Batallón Florida tomó
la ddantera y abrió el desfile al repique del tambor. El cortejo Integrado
por las autoridades y cerrado por contingentes gauchos y formación de
Blandengues, se encaminó al Cementerio Central, depositando los
restos con las ceremonias y los discursos del caso. 265
Este desfile transformó a la dudad en un escenario para la veneración
patriótica, ejemplificando la marcada teatralidad de los festejos oficiales.
Rígidas formaciones militares se extendían compulsivamente a las
instituciones educativas y sociales para poner en escena el guión
establecido por las autoridades Estos desfiles cívico-militares solían
preceder la llegada al palco oficial donde la plana mayor del Ejecutivo y
los mandos militares encarnaban al poder establecido. Además, sus
discursos verbahzaban la búsqueda de apoyos escenificada en la orde¬
nada formación de la concurrencia. Alrededor de estos episodios centra¬
les se disponía metódicamente una parafemaba de actos menores que
adornaban una bturgia patriótica expresada usualmente en el tzamlento
de las banderas y en el canto del himno Las Dianas de Pallefa. los tiros
de salva, las sueltas de palomas y las ofrendas florales solían rodear la
gestualidad central
En los párrafos anteriores se ha supuesto que la propaganda y los
actos dedicados a Latorre provinieron de las FFAA. aunque era imposible
encontrar en ninguna de las pubhcidadcs una identificación que probara
tal procedencia. Sin embargo, antes de su inicio, la prensa había
informado que la iniciativa de la repatriación correspondía a la Comisión
Directiva del Centro Militar, habiendo sido aprobada por la Junta de
Comandantes en Jefe. 266 Además, fue creada una “Comisión de Repa¬
triación de los Restos del Coronel Latorre" cuya actuación en la organi¬
zación de los eventos permaneció en el mismo anonimato que sus
integrantes. 267 Ni el Centro Militar ni esta Comisión firmaron la serie de
avisos sobre Latorre aparecida en la prensa periódica.
De todos modos, estas publicidades poseían una serie de rasgos
gráfico* y proponían una interpretación histórica muy similar a la
[ binada desde el Centro Militar en su revista El Soldado Por otra parte.
| |o« trámites concretos de la repatriación fueron cumplidos por miembros
itr las FFAA. En abril de 1975. el coronel Raúl Fernández Monteavnro
(vicepresidente del Centro Militad fue a Dueños Aires con la honrosa y
patriótica misión de vigilar la reducción y traer los restos a Montevideo. 26 *
El Centro se ocupó especialmente de crear un marco adecuado para la
veneración al extinto coronel, organizando un ciclo de conferencias sobre
I-atorre y agasajando con una cenajria a su anciana hija, la señora Isabel
La torre de Rosas 289
Todo indica que rala fue una iniciativa exclusiva de las élites
militares destinada a justificar liistóricamente su ingreso a la escena
política. Los altercados con Bordabcrry relatados por Lessa tienden a
confirmar este monopolio militar. En este sentido. Perelli plantea que la
reflexión sobre el rol de las Fuerzas Annadas ocupó un lugar marginal
en lo» ámbitos de decisión política y fue un tema espinoso para los
intelectuales liberales, conservadores y de izquierda. A su vez. la propia
corporación no auspiciaba el surgimiento de un pensamiento autónomo
sobre el tema militar. La autora refiere a esta situación como un "proceso
de doble ghcttificación” ya que. por un lado, “la institución castrense
acentúa ul máximo sus rasgos de institución cerrada y total y se
convierte en un ghetto. Por el otro, la sociedad de los civiles |...) cierra sus
filas a los miembros de la corporación armada. Ira hace el vacio, los aísla
e Ignora". 270
A medida que aumentaba su presencia política, las Fuerzas Armadas
debieron Jusilftcarla para generar apoyos sociales a su gestión. Si bien
en un principio su intromisión estuvo avalada por voceros tradicionales
del poder político, prontamente fue surgiendo un discurso legitimador
emanado de los propio» militares. Panizza analiza la forma en que las
FFAA adquirieron “visibilidad política" con anterioridad al golpe de
Estado. Plantea que "Justamente porque el elemento ideológico caracte¬
rístico de las FFAA por un largo período lustórico había sido definido
como su legaJismo’ (o. mejor aun. su civilismo’), en cuanto comenzaron
a intervenir políticamente surgió para los militares la necesidad de
construir un discurso de pasaje que les permitiera adquirir una identi¬
dad política Ixi que es más. esta identidad debía ser al mismo tiempo
política y diferente a la de los sectores políticos tradicionales". 271 Cabe
agregar, además, que esta Identidad buscó sus ralees históricas en una
zona poco frecuentada del pasado nacional.
El militarismo no había estado ausente de la reflexión historíográfica,
que reconocía con reparos los cambios operados en el país durante los
gobiernos militares del siglo XIX. La valoración positiva se acentuaba en
la reforma educativa, erigiendo a José Pedro Várela en el representante
del progreso ilustrado y la “civilización". A pesar de los matices, el
revisionismo había mostrado una clara preocupación por evaluar los
logros del período. En su interpretación. Lalorre había emprendido un
proyecto modemizador que. aunque equivocado, ostentaba logros indis¬
cutibles. Pero, además, los revisionistas criticaron a las corrientes
ideológicas que, coincidiendo con los objetivos modemizadores del
coronel, renegaban de la ilegalidad de sus medios. 272 También algunos
aulures de la llamada "nueva historia" comprendieron el rol del milita¬
rismo del siglo XIX en el proceso de ‘creación del Estado moderno" en el
Uruguay 273
La primera reivindicación sistemática de la figura de La torre fue.
entonces, la realizada por la dictadura, con un sentido muy diferente del
propugnado por las versiones historiográfteas de las décadas anteriores.
Un editonal de El Soldado elogiaba esta recuperación de: Su figura
inmensa de patriota. |que| permaneció durante casi un siglo oculta en las
sombras de una leyenda negra', tramada por sus enemigos, que fueron
también los enemújos de la Patria. En este sentido, las Fuerzas Armadas
intentaron asimilar su rol histórico al que jugaba el militarismo del siglo
XIX en su Interpretación. Partían de la apreciación consensual sobre la
envergadura de las obras emprendidas por aquel gobierno, pura tenni
nar Justificando el golpe de Estado de 1973. Para eso. sostenían que. ol
Igual que las Fuerzas Armadas en la década del sesenta, el Coronel
Lalorre palpó de cerca, en su época, el proceso de desintegración social
que se acentuaba dia a día carcomiendo las bases de nuestra nacionali¬
dad. por la acción negativa de quienes habían recibido del pueblo la
sagrada misión de conducir sus deshilos. 274
De esta forma, se buscaba i na trizar en la conciencia histórica de la
colectividad la veneración a un personaje que representa!» inequívoca
mente a la corporación militar: no era blanco ni colorado sino un
combatiente de la Guerra del Paraguay, formado en las virtudes del buen
soldado y capaz, de asumir la conducción del destino nacional. El
editorial antes mencionado explicaba que: Su acción y su pensamiento
estuvieron siempre signados por la sencillez, la franqueza y la austeridad
que corresponde a un Soldado.™ Según el coronel Fernández Monteavaro.
en Latorre los valore» del buen soldado /.../ escapan a la propia condición
humana . la que dedicó al senAcio de la Patria con dignidad, inteligencia,
valor y desinterés 276
Al dolarlo de los más altos valores, se buscaba integrar a Lalorre a la
conciencia nacional, destacando la capacidad del militar de intervenir en
la vida política y contribuir a la salvación del país. De este modo, se hacía
evidente un mecanismo dual de interpretación histórica que construía
un personaje propio de la corporación militar, id tiempo que pretendía
mi adopción por parte de quienes no pertenecían a ella. Los medios
empicados en este intento de apropiación y apertura evidenciaban las
dificultades de las Fuerzas Armada» para extender sus apoyos sociales
y preservar su "pureza ideológica - . En este sentido, la propaganda que
acompañó la repatriación de Latorre resulta un claro ejemplo de la»
Contradicciones que conllevaba el empeño arbitrarlo de generar el
consenso. Esta» tensiones son evidentes en avisos que repiten los
[ argumentos de ElSoldudoy aparecen sin firma. Esta ausencia es el gesto
que revela la pretensión de romper el “gueto" de una prédica, por todo lo
demás, claramente militar y fuertemente autoritaria.
También es cierto que la lectura del militarismo contenida en esta
campana concedió a ciertos civiles un papel activo, aunque subordina¬
do, en la puesta en práctica del proyecto Desde El Soldado se sostuvo
que: Para detener ese proceso de desintegración total del país, el Coronel
Latorre. contando con la colaboración desinteresada de aquellos urugua¬
yos que. encastillados en su hombría de bien salvaron su cuerpo y su alma
de la corrupción que comenzaba a entronizarse, a todos los niveles,
asumió ta difícil tarea y Ja enorme responsabilidad de conducir los
destines de la Patria. 177 Estos juicios históricos concebían los apoyos
políticos en los mismos términos que las FFAA habían propuesto para su
gobierno "cívico-militar". Tal interpretación daba cuenta de las peculia¬
ridades de un proceso de acceso al poder mediado por el consentimiento
del propio presidente constitucional. Los analistas políticos se han
ocupado de sertalar reiteradamente este rasgo del autoritarismo urugua¬
yo en el contexto del Cono Sur. explicándolo en la fortaleza de las
tradiciones políticas democráticas. Bordabeny. sin embargo, sintió que
la comparación con Latorre resentía la Imagen pública del gobierno.
La incorporación de voces civiles al concierto autoritario, tan anhe¬
lada por la dictadura uruguaya, hubiera proporcionado a la “operación
LalorTT" un marco mayor de credibilidad. Más aún si estos ctvtles
hubieran sido lo que para el militarismo fueron un Varela. un Zorrilla o
un Blanes. Pero así como la propia omisión de la firma delataba la rúbrica
militar y el protagonismo civil se limitaba a los papeles secundarios, la
voz autorizada del saber académico estuvo casi ausente. El único
historiador que figuró en la exaltación de l-atnrre fue el profesor Reyes
Abadíe En varias entregas. El Soldado transcribió su conferencia en el
Centro Militar. Junto a la dd coronel Fernández Montea varo. El martes
15 de abril, el profesor Reyes Abadie abrió su disertación: "El Coronel
Latorre y su época" con las siguientes palabras: Como Oriental y como
educador, estoy aquí en esta tribuna en este orden en particular, como
educador, porque también si me lo permitís compatriotas militares sot/
también un soldado de una milicia que tiene la responsabilidad superior
de custodiar las lindes impalpables, pero dejinitorias. del territorio espi
ritual de la Nación y de trabajar en ella, para la promoción de las almas
juveniles con un sentido de raigambre patriota americana, para enaltecer
con la luz de la ciencia, un criterio de interpretación, más amplio y
generoso, respecto de las cosas de nuestra tierra y de nuestro pueblo y ahí
pues, en esa actitud de espíritu, llega/nos a esta casa para nctipamos
particularmente hoy. de la época, del mundo, de la situación en que vivió
y luchó Lorenza Latorre ". í7R
En su conferencia. Reyes Abadíe contextualizó el gobierno de Latorre
en el panorama internacional, refiriendo la situación de las potencias
mundiales en el estilo caracteristicu de la historiografía revisionista
Abordó también los conflictos internos entre las divisas y el fracaso de
las políticas que intentaban superarlos. 279 Por ultimo, relató los porme-
90
ñores de los sucesos que llevaron al poder militar y las debilidades de los
civiles en la conducción del país. En este sentido, refirió que Latorre.
creyó ver en EUauri d hombre que podría concitar la unidad nocional la
reconciliación que él siempre quiso entre la familia oriental f...j [Perol
EUauri no tenia vocación para el mando: sentía que lo sobrepasaban los
acontecimientos del país y mentalmente, participaba de la ideología de los
llamados principislas. Luego de narrar la intervención militar que puso
fin a esta situación y comentar su obra de gobierno, el conferencista
culminó diciendo: Ojalá esas cenizas de Latorre. sean como un fermenta
sagrado que vuelva a levantar en 1975. la conciencia oriental en la
reconciliación y en la esperanza 290
En plena dictadura, el profesor Reyes Abadie avalaba can el prestigio
del saber la reivindicación del pasado militarista. A más de una década
de recuperada la democracia, vuhriO a disertar en el Centro Militar para
Justificar la intervención de las FFAA en el golpe de Estado de 1973. En
junin de 1996. el liistoriador fue aplaudido de pie por los mandos
militares que escuchaban su conferencia sobre "Los militares en la
formación de los partidos políticos tradicionales". En esa oportunidad
afirmó: Cuando el Estado cae. lo único que queda es la institución base
del mismo, que es el Ejército, ¡.../el Ejército tuvo que apechugar y apechugó
como pudo. Bien, mal o regular, eso es otro fenómeno. No interesa elJuicio
final de su administración. Lo que interesa es que cumplió con su misión
de ser el instituto veríebrudor de la existencia del país, de la república y
de su pueblo. 281
“Sangre fresca"
En el pasado más reciente de la institución, el intento de sanenonar
formalmente los homenajes a los Mártires caídos en la lucha antisubversiua
fue un hito en la elaboración de sus referentes histórico-siinbóhcos. Esa
Iniciativa representó, en su momento, la tensión entre los partidarios
mas apasionados de los nuevos roles y aquellos militares menos entu¬
siastas. es decir, entre las generaciones más jóvenes formadas en la DSN
y quienes lo liabían hecho durante la etapa "legalista". Según declaracio¬
nes del general Alberto Ballestrino. el homenaje a los soldados de
ejéictlus sudamericanos caídos en ¡...¡ la lucha contra guerrilleros y
mercenarios se le ocurrió a un militar al pasar frente la Universidad y
observar a los estudiantes conmemorando la memoria de los guerrille¬
ros . 281 Parecería que la idea fue apoyada por un grupo de militares, cuya
decisión de plantearla en el Centro Militar trascendió a los mandos
Mipcriores. quienes convocaron a una asamblea con d fin de vetar la
medida. Esa asamblea, de las más numerosas que se recuerden, signó
rl enfrentamiento interno de las Fuerzas Armadas, dividiendo Ioa
opiniones en dos bandos claramente definidos. En 1967. entonces. In
voluntad de construir un panteón de homenaje a la intervención militar
mía vida pública encontró una tuerte resistencia interna. En 1975, tales
discusiones estaban fuera del marco de lo posible: no había dudas sobre
cuál era la posición que predominaba en las FTAA.
Fue asi que la Jefatura de Policía de Montevideo, la Junta de
Comandantes en Jefe de las FFAA y los ministerios de Defensa e Interior
promovieron que d Poder Ejecutivo decretase la conmemoración del "Dia
de los caldos en la lucha contra la sedirión” en memoria de los hechos
luctuosos ocurridos el 14 de abril de ¡972.™ Ese día habían muerto
varios militares y un civil en un operativo del MLN que produjo una severa
reacción de las FFAA El asesinato de ocho tupamaros marcó el comienzo
de la desarticulación del grupo guerrillero La decisión de simbolizar en
esa lecha d recuerdo de todas las “bajas" producidas por d MLN reflejaba
la voluntad de abarcar mediante el término caídos a aqudlos muertos
que no pertenedan a la corporación militar. Si bien es clara tal voluntad,
no es menas cierto que Armando Acusta y l-ara no mereció demasiados
homenajes Individuales. De hecho, tampoco se evocaron los otros civiles
muertos por *1 MLN. de modo que los homenajes siempre mantuvieron
su naturaleza militar, simbolizando tanto las “bajas" en combate de una
institución cuya función era la guerra, como los nuevos cometidos que
habia asumido en la escena política.
I-a oficialización dd 14 de abril como fecha de recuerdo de los caídos
se produjo en agosto de 1975. pero a lo largo de los meses anteriores los
diversos organismos militares y policiales habían conmemorado a sus
propios muertos Entre estos actos, en abril la Policía de Montevideo
había rememorado frente al Panteón Policial dd Cementerio del Buceo
el tercer aniversario de los hechos ocurridos en 1972. En esa oportuní
dad. el comisario Hugo Campas Hermida evocó la memoria del
suheomisario Oscar Delega, de los agentes Carlos Leítes y Sagú uto Goñ!.
dd Capitán de Fragata Ernesto Moto y de Armando Acosta y Lara. En su
discurso, se lamentaba por estas muertes pero sostenía que esa vorágvie
de sangre injustamente derramada fue la que incentivó la /lama de coraje
y voluntad de quienes continuaron ese dio. a costa de más sangre de
policías derramada, una dura batalla que señaló el comienzo del Jln para
la asociación criminal y permitió que el Uruguay J...J recuperara la imagen
de paz orden y respeto por la vida y propiedad que otrora lo habían erigido
en modelo dd mundo civilizado. 7 **
Aunque ese día se realizaron otros actos, no se trató, aparentemente,
de una ocasión especialmente relevante en el conjunto de homenajes a
caklos ofrecidos en los meses siguientes. En mayo, junto con los festejas
de la Batalla de las Piedras, se cumplió un homenaje recordatorio a las
soldados caídos por la patria, organizado por el Comando General del
E|ército en d Cementerio del Buceo. Por su parte, el Circulo Patriótico
convocó a una nusu en honor de los cuatro soldados muertos en mayo
de 1972. La consigna Arriba los muertos replanteó en esta ocasión ios
conceptos sostenidos por Campos Hermida en los homenajes de abril . a8H
Su empleo recuerda inevitablemente d grito "viva la muerte" dd general
falangista Millán Astray en la Universidad de Sala m a n ca en 1936. Con
esta consigna se exaltaba el sacrificio personal y el mérito de quien mucre
luchando contra d enemigo. Durante los meses siguientes, otros bata¬
llones y regimientos rindieron homenaje a sus muertas. Asi. por ejemplo,
merecieron honores personales eJ capitán Julio César Gutiérrez del
Grupo de Artillería NT 0 2 de la ciudad de Trinidad, d teniente 2" Ricardo
L. Braída y el coronel Artigas Alvarez. 2 * 6
En lodos los casos, los oradores enfatizaron el sacrificio individual
como componente esencial de la misión de la institución militar. Luego
de someterse a largos años de rígida disciplina propia de su formación,
los mandos militares uruguayos no habían tenido demasiadas oportu¬
nidades para demostrar el valor y heroísmo de su ejército. Entr ar en
acción significaba, entonces, la posibilidad de demostrar las habilidades
adquiridas durante su entrenamiento. En este contexto, la "lucha
antisubversiva" fue asimilada a una "guerra" y las muertes producidas
durante el "combate" representaban el designio extremo de la vida
militar. Tales conceptas eran continuamente resaltados al conmemorar
la extensa nómina de integrantes de nuestras FFAA. caídos lealmente, en
el cumplimiento de su deber, haciendo gala de la valentía, el desinterés y
el patriotismo dignos de los espíritus más elevados. 2 * 7
Esta forma de referirse a los muertos militares en tanto "bajas en
combate" no fue una interpretación exclusiva de las Fuerzas Armadas,
apoyadas en una concepción de la política como continuación de la
gu erra . 138 Los poderes públicos democráticos habían legitimado que la
represión de los tupamaros fuera considerada de esta forma, al declarar
el Estado de Guerra Interno el 15 de abril de 1972. De este modo, el
parlamcntu avalaba la visualización de esa coyuntura política como
momento de coincidencia entre la función militar y la supervivencia de
la nación. Tal superposición constituía la plena justificación dd oficio
militar, al exigir el heroísmo personal para garantizar la continuidad
histórica del país.
En ese sentido Jéróme Mélle sostiene que las Fuerzas Armadas se
conciben como “depositarlas últimas de la identidad nacional". El autor
agrega que su "finalidad —el combate que unplica el sufrimiento y el
sacrificio— les procura un vínculo vilal con la existencia misma de la
nación".^ A este respecto, d teniente coronel Ricardo J. Galarza
sostenía que se debía Honrar las memorias de queridos compañeros con
fe renovada, con dichos y hechos que asi lo acrediten. /.../ con el generoso
nltmfsmode los que cimentaran nuestra Nacionalidad, pensar y hacer en
temimos de las generaciones que vendrán a sucedemos con su impulso
renovador [...J . 390
En d marco de la apelación genérica a los caídos, la figura del coronel
Ramón Trabal adquirió en 1975 una dimensión propia producto, segu¬
ramente. de las borrosas circunstancias de su muerte. En diciembre de
197*1. Trabal apareció asesinado en Pans donde se desempeñaba como
agregado militar de la embajada uruguaya. Organizaciones guerrilleras
negaron la autoría del crimen y la Policía francesa lo adjudicó a
mercenarios franceses. El arto siguiente los militares exaliaban este
hecho como otra tribuí ación, que de su sangre, ofrendan las FFAA al aliar
de la Patria.* 91 Al igual que en las otras ocasiones, la muerte adquiría un
valor positivo en tanto manifestación suprema del sentimiento naciona¬
lista y de los valores militares En el homenaje realizado rn el primer
aniversario del asesinato de Trabal. el coronel Francisco Silveíra expre¬
saba que caer en cómbale con honor (...) no significa la muerte, concibién¬
dola como un ritual dentro de ¡a hermosa religión del sacrificio (...) hecho
por convicción y por amor robusto a un tiempo realista, quijotesco y
sonador. que anida en el pecho del combate extendido, amplio y libre.™ 2
De este modo, la vida era considerada el mayor tributo que un militar
podía entregar a su patria. Es cierto que en la retórica militar esta idea
era tan vieja como la consigna "Libertad o Muerte".
En un aviso de la camparía “Seguridad para el Desarrollo" se llegó a
asimilar la donación de sangre a un gesto patriótico. Bajo la sentencia:
El Uruguay somos todos, la publicidad proclamaba que la población
carcelaria también, porque era donante voluntaria de sangre fresca a
cualquier hora del día y de la noche, lniualmrnte el aviso enfatizaba el
aporte de los presidiarios, pero luego incorporaba a sus guardianes. Se
reforzaba, entonces, la imagen de una colectividad hermanada por la
sangre. En esa dirección, se explicaba: Este Servicio de Seguridad para
la vida humana /.../ redune al recluso y enaltece al funcionario policial.
Finalmente, la contribución de ambos grupos era considerada con
orgullo como un inmenso banco humano de 3000 donantes (que] tiene,
ademas, la particularidad de ofrecer sangre perfecta, de cualquier grupo
sanguíneo y con las garantios del examen médico permanente del
Hospital Penitenciario. 293
De los cuarteles al gobierno
C. Perelli analiza detenidamente el montaje simbólico elaborado por
la institución militar para dotarse de referentes históricos, fortalecer el
"espíritu de cuerpo" y proyectarse hacia la comunidad civil. La autora
estudia las peculiaridad!» del calendarlo militar, su relación con las
celebraciones nacionales y las innovaciones producidas durante la
dictadura. De esta forma, enumera las fechas nacionales que las FFAA
se apropiaron: 18 de mayo. 18 de julio. 23 de seüembre y 12 de octubre.
Cada una de estas celebraciones ejemplifica una modalidad particular
de relación entre el pasado de la colectividad nacional y el circunscrito
a la esfera militar Es así que las FFAA buscaron hacer suyo el triunfo de
Artigas en la Batalla de las Piedras al convertirlo en "Día del Ejército". A
su vez. el 18 de julio fue sancionado como fecha del arma de Infantería
en recuerdo de la Batalla de Boquerón y se Intentó “reslgnificar el día de
la constitución civil como el día en que las fuerzas armadas orientales
hicieron el supremo sacrificio de abandonar toda pretensión política en
aras del bien común, al aceptar que sus miembros no pudieran ser
representantes políticos |...]*. 19 * Por otra parte, el aniversario de la
muerte de Artigas aparecía como un homenaje auspiciado por las FFAA.
mientras que la Batalla de Sarandi representaba a la caballería.
En un segundo lugar. Perelli aborda las fechas que representaban
acontecimientos particular!» de la corporación, “asignadas a la rememo¬
ración de los mitos fundantes de las diversas armas. (...| vitales para
crear y mantener la cohesión interna, en muchos casos no tienen
paralelo con hechos relevantes e. inclusive, pueden estar basados en
construcciones simbólicas de vieja data". 23 * Entre este último tipo de
celebraciones, se tneluyc. por ejemplo, el Día de la Artillería festejado en
la fecha de su patrona. Santa Bárbara.
El "Año de la Oríentalidud" ambientó la oficialización de una serie
Importante de modificaciones en el calendario de celebraciones milita¬
res. Entre aquellas fechas tomadas del pasado nacional puede mencio¬
narse otras dos ocasiones referentes al periodo artigutsta el 5 de
setiembre como Dia del Retirado de las Fuerzas Armadas en memoria del
retiro al Paraguay y el Dia de la Armada, el 15 de noviembre, fecha en que
fuera otorgada la primera patente de corso. 29b
Pero fue en la eategoria de celebraciones referidas al pasado propia
mentí: militar donde se produjeron mayores innovaciones. Dentro de
este grupo, puede señalarse el Dia de los Caídos, el Dia del Servicio de
Sanidad de las Fuerzas Armadas y el Día del Bombero. 2 ® 7 Estas dos
últimas celebraciones refieren a las fechas de creación de los respectivos
organismos, siendo usual festejar los aniversarios de las divisiones y
¡innas aunque no estuvieran incorporadas a la legislación nacional. Asi.
durante todo el año se realizaron actos y fiestas militares, ya fuera al
interior de la entidad, ya con una proyección pública más marcada
l -slas eran ocasiones propicias para desarrollar una serie de actividades
que buscaban irradiar a familiares y vecinos el espíritu de cuerpo y
lurtnleccr los lazos afectivos con la institución. Un ejemplo claro de la
Intcrrelación entre los cuarteles y la zona fue la organización de una
prueba pedestre a cargo del Club A. Independiente de Fray Bciitos para
festejar el 68° aniversario del Batallón de Infantería N° 9. a * 1 La realiza
• K»n de eventos deportivos en estas ocasiones era especialmente fomen
inda desde los ámbitos militares ya que posibilitaba la exhibición de
• li trezas físicas propias de su entrenamiento.
Rn relación a los referidos festejos de aniversarios, resulta interesan
le constatar que, aunque casi todos los organismos militares celebrados
Im-ron creados durante los gobiernos de José Batlle y Ordóñez. se omitía
matemáticamente la referencia a este personaje. En realidad, a lo largo
ili los discursos oficíales prácticamente no se nombraba en forma
• *l*liritn al batllismo. aludiéndolo a través de vagas imágenes tanto
[ |w|¿uUv;vm romo positivas acerca de su herencia.
Fue Dordabeny quien se refirió más extensamente al legado batllista
en oportunidad de describir al país ante observadores extranjeros. La
prensa publicó la carta abierta que el presidente escribió en respuesta al
tiniyersiíano canadiense que reclamara por la situación de los presos
políticos. En esa ocasión, manifestó: Uruguay /»o merecía esta, traiciói i de
algunos de sus hijos vendidos a la consigna internacional. No la merecía
porque es un país que desde largo tiempo atrás goza de una avanzada
legislación social ; que tiene uno de los ingresos per rápita más altos de
América y aun del mundo; lo que es más importante aún, tiene una
distribución de ese ingreso que es nuestro orgullo, porque no hay grandes
distancias entre tos distintos estratos sociales y hay un constante
traspasamiento de unos a otros, no existiendo por tanto castas o niveles
privilegiados e impermeables. El Uruguay túrne los indices de alfabetiza
ción y esperanza de vida más altos de América Latina y de los más altos
del mundo: sus habitantes disponen de medios de comunicación / prensa.
TV. Teléfono), por cabeza al mismo nivel que las penses más desarrollados.
No tiene problema de población indígena, que no existe: sus habitantes
son todos descendientes de los primeros colonos españoles, aumentados
luego por fuerte inmigración europea de distintos orígenes. Uruguay
ostenta un bajo indice de crecimiento demográfico, de los más bajos del
mundo y similar a los países industrializados 299
Aunque más de una vez resulta clara la alusión aJ batilismo. esta
acumulación de imágenes acerca de Uruguay como “Suiza de América’
nunca refiere en forma directa a su política. Se trata más dr una
representación de sentido común sobre el país en tanto excepción
continental que de una prédica aprobatoria de los gobiernos colorados.
En realidad, en documentos privados Bordaberry advertía sobre las
graves consecuencias del "mantenimiento tenaz y ciego de los postula¬
dos del viejo Batilismo*.- 100 Otros sectores golpistas fueron más explícitos
en sus opínitmeM. Asi. por ejemplo. El País mostró su tradicional
antibatlhsmo en un editorial sobre las responsabilidades de la crisis
nacional. En él se afirmaba que la mentalidad batllista /.../ limó la
dinámica uruguaya, y nos sumió enelquietisrno, el retrauníento, la molicie
que nos hizo perder pie /.../ | poniendo) en práctica la solución fácú. d
remiendo precario, la prórroga de las situaciones en lugar de la búsqueda
de las soluciones: al decir que si a cualquier reclamación, amontonando
disposiciones hasta Jocmar la más onerosa e improductiva maraña
legislativa, en previsión, trabajo, y simultáneamente. la más asfixiante
burocracia. 501
En la lectura de las Fuerzas Armadas, por su parte, aparecen
asimismo las imágenes de bienestar y progreso características de esa
época en las manifestaciones públicas del presidente. 3051 Pero también
hubo militares que reprobaron las consecuencias de los gobiemus
batllistas. Las diatribas contra el laicismo aberrante y al ateísmo de
inspiración masónica del coronel Julio R. Soto, por ejemplo, destilaban
96
un juicio más que negativo sobre el batilismo. 303 Más aun. el general
Libe: Seregni sostiene que d an ti batilismo está en los orígenes del
pensamiento y la acción militar de los artos setenta. Explica que esta
influencia se remonta a la salida del terrismo, cuando se recompuso la
carrera a los militares desplazados durante esa época. En esa coyuntura,
muchos batllistas ascendieron vertiginosamente, provocando el rencor
de los nuevos oficiales pexjudlcados. 304
De todos modos, tanto Bordaberry como los militares se preocuparon
por establecer una continuidad entre el país de la prosperidad y los
propósitos del régimen actual, enfatizando en el abrupto corte de los
años sesenta. En ambos casos, estas conexiones históricas eran dirigi¬
das a receptores extranjeros pero no cataban presentes en las versiones
destinadas al público nacional. Seguramente porque para los uruguayos
el país fundado en la primera mitad del siglo era el país de la democracia
política y somal.
Por otra parte, no fue usual reivindicar el terrismo. lo cual podía
resultar algo forzado o poco redituable para los militares. En esta
omisión parece haber jugado un papel importante la evaluación de los
roles de los diferentes actores políticos y la propia cercanía temporal del
periodo. En primer lugar, para las FFAA parecía poco conveniente apelar
aun régimen caracterizado por el decidido protagonismo de un presiden¬
te civil Parecena que el recuerdo del terrismo dificultaba el encuentro de
la imagen de concordia que se pretendía difundir. Para Bordaberry- la
comparación con el terrismo podría haber sido provechosa, explotando
d antecedente de otro presidente constitucional que disolvió las cáma¬
ras. Pero tal posibilidad hubiera contradicho el discurso de unidad
nacional con que Bordaberry criticó la reivindicación del coronel Latonr. 105
Más allá de tal prescindencía de ilaciones entre ambos gobiernos, la
exaltación nacionalista de la última dictadura exhibía notorias semejan¬
zas con la glorificación patriótica del terrismo. En relación a la década del
treinta. E Ruiz sostiene que "la celebración de las efemérides con
grandes concentraciones «vico-militares (...| incluían la participación de
escolares y estudiantes normalistas. Los fines de tales eventos fueron
varios. Por un lado un recurso par a estimular en el pueblo la interiorización
del nuevo patriotismo que se expresaba en símbolos, y se encerraba en
si mismo rechazando todo lo foráneo. Por otr o, proporcionar al régimen
un baño de popularidad, en la medida que la participación de los
ciudadanos, aun como simples espectadores, pudiera estar indicando
adhesión a lu nueva situación”. Este análisis podría aplicarse sin
modificaciones a muchos de los actos cumplidos durante 1975. Sin
embargo, las notorias dif erencias entre ambas dictaduras fueron eviden¬
tes también en su retórica patriótica. En primer lugar, durante el
terrismo el margen de disidencia era obviamente mayor, permitiendo la
manifestación de las diferencias políticas en las opiniones históricas. Por
•ti parte, los propios voceros oficiales de los años treinta advirtieron los
eventuales perjuicios de un exacerbado énfasis conmemorativo. 1flB
97
Por otro lado, la corporación castrense procuró conformar vin calen¬
darlo que incluyera los hitos del quiebre institucional en una perspectiva
histórica. Dentro de esas Tedias, el 9 de febrero representaba el ingreso
de las Fuerzas Armadas a escenarios políticos de lo» que tradicionalmen¬
te habían estado exduklas. En una nota de El Soldado se recordaba esa
Jecho, en la que los responsables de la Seguridad def Estado, asumieron
de pleno la responsabilidad del Desarrollo Nacional. /.../ ¡as FFAA
materializaron esa defensa Idc la Patrial. primero en el terreno de las
hechas, abatiendo a la sedición i/ luego en el orden institucional, acercan¬
do su apoyo integral y su asesoramienlo al Poder Ejecutivo, afín de sanear
¡a oílministración en sus focos espurias y restaurar el clima de paz social
indispensable para efectivlzar un auténtico programa de Desarrollo.** 7
Perelli sostiene que el 9 de febrero adquirió una "gran centralidad e
isotopía en la nueva cosmogonía de la comunidad militar Por ser tan
importante, la corporación tuvo la habilidad de no permitir su apropia
don simbólica* por ninguno de los cuerpos, sectores o grupos, que
podrían haber aspirado a ella" 10 "
Esa fecha fue radiada por los sectores civiles que prefirieron celebrar
el 27 de Junio. A su vez. los militares prácticamente no celebraban esta
última ocasión, aunque en 1975 emitieron un comunicado donde
mostraban la necesidad de argumentar la disoludón de las Cámaras y
celebraban el posterior milagro uruguayo. 309 El Consejo de Estado, por
su parte, se reunió en sesión especial para festejar el aniversario del
golpe de Estado y la fecha de su creación. Con la presenda de Bordaberry.
Demlcheli se preocupó por alabar el papel de los presidentes constitu
dónales en los cuatro golpes de Estado vividos por el puis a lo largo de
su historia. 310 Este interés por marcar la participación civil en los hechos
protagonizados por los militares se hizo evidente también al discutir la
extensión a los civiles muertos a causa de la lucha antisubversiua. de los
beneficios acordados a los causahabieriles del personal militar y policial.
En esa oportunidad, el Consejo aprobó la concesión de una propiedad a
la viuda de Acosta y Lara. explicitando que no se intentaba sentar
precedentes sobre el derecho de los civiles a los benefldos propios de los
militares. 311
Este panorama de la lectura militar de su propia historia permite
visualizar una atención especial hacia aquellos periodos definidos como
de coincidencia entre el accionar de la institución y la “historia nacional
A lo largo de 1975. las FFAA desarrollaron numerosas actividades
tendientes a construir un sustento histórico para su intromisión en la
vida política y. a la vez. propusieron una mirada sobre el pasado de la
colectividad en su conjunto. Es interesante constatar la escasa partid
pación de los servicios militares específicamente consagrados al estudio
del pasado. En el Departamento de Estudios Históricos del Estado Mayo»
del Ejército (DEH-EME) se Investigaba y difu ikÜ a la reflexión propiumrn
te militar sobre la historia nacional y. especialmente, sobre sin*
enfrentamientos bélicos y el desarrollo institucional castrense;. San
embargo, durante el "Año de la OrientalidacT este grupo de especialistas
no figuró en el elenco oficial encargado de organizar las celebraciones
históricas, limitándose a la publicación de su tradicional Doletin (editan¬
do mayoritariamente artículos realizados con anterioridad) y a auxiliar
a la CNHS ruando demandó su colaboración.
Este papel secundano puede explicarse en base a la conjunción de
diversos aspectos. Por un lado, puede haber influido la intención de
evitar una lectura de la historia centrada en la estrategia militar y en los
conflictos bélicos. Además, fue notoria la preocupación por garantizar
una filiación ideológica fiel a la DSN y por exhibir el aval de figuras
reconocidas. Como se recordará, los Integrantes de la CNHS fueron el
general Cristi, un representante del ala más dura de los golplstas. Junto
a los profesores Aasun^ao y Llamólas de Azevedo. civiles que pretendían
representar al saber erudito.
Por otra parle, seguramente haya incidido el peculiar perfil de los
“intelectuales militares" al interior de la corporación. Según Perelli. la
diililecondición de intelectual y militar entraña una ambigüedad de roles
que segrega, al tiempo que reafirma la misión de “ideólogo de la
institución’. En este sentido, el “silencio" de los "militares-historiadores"
durante 1975 puede entenderse como consecuencia de una división de
tareas al Interior de la corporación. Esta distribución de roles podría
vincularse, a su vez. al progresivo entronizamiento de las figuras del
I )KI I-EME en otros ámbitos relacionados con los estudios históricos. Asi.
« I mayor A. Corrales Elhordoy, Jefe de la División Historia del citado
I »epartamento. asumió cargos de dirección en la Facultad de Humani-
dmles y Ciencias en 1976 y en el Museo Histórico Nacional en 1980.
K*i<» factores contribuyen a comprender la participación de los ámbitos
militares de estudios históricos en los festejos patrióticos de 1975.
J Un asalto a la cultura
Armas doctrinarias
K| Mullido que la escena cultural fue un objetivo central de la política
i.|.i raiva de la dictadura. La represión significó el desmantelamiento de
lu* Instituciones y figuras más relevantes del quehacer intelectual. La
Hlugifitud de la empresa estuvo en consonancia con el diagnóstico sobre
U m ■amabilidad que intelectuales, artistas, docentes y estudiantes
h.(h|iin tenido en la coyuntura política previa al golpe de Estado. Poroso,
tu* | f luirí as medidas fueron las destituciones en masa, la clausura de
«vitiruH culturales y de enseñanza, la censura y la exclusión de la
MrtlVld.il publica de numerosas personalidades. Este vaciamiento fue
MMi*ld'tn»4lo una tarea necesaria para asegurar la reconversión moral y
jmllilca de la*» futuras generaciones En palabras dr El País, so Imponía
la tarea de descontaminar ese aire, erradicar esa nefasta polución mental
eso es lo que se está haciendo. Tenemos que recuperar para el país por lo
menos a una generación enteraque se vio arrastrada por una prédica tan
corrosiva como eficaz en la obtención de sus propósitos. 313
Luego de la primera tase destinada a la "depuración". »e intentaron
modificar las coordenadas ideológicas democráticas. El mismo edituriai
de El País planteaba que hay algo más que hacer, algo que sea el sostén
espiritual de lado uruguayo auténtico; una doctrina nacional, ciara y
definida, o si se prefiere, una mística nacional I I Las etapas del proceso
de recuperación no pueden precipitarse. Hemos hablado de una genera¬
ción perdida. Pues bien; ella equivale al pasaje de cuatro o cinco tandas
de alumnos por el primer ciclo completo de secundaría, que es donde el
muchacho adquiere la actitud política que sostendrá cama hombre /.../. El
rescate de la nación en el terreno psicológico, emocional e intelectual
—paralelamente a la recuperación material — es una tarea de máxima
prioridad 313 Como se ha planteado, también Bordaberry reclamaba una
"enunciación doctrinaria" para el régimen. En ese sentido. 1975 consti¬
tuyó el puntapié inicial para el replanteo de las bases culturales y la
promoción de figuras y espacios alternativos
Esta segunda etapa se concretó en un conjunto de medidas tendien¬
tes a operar una transformación de largo alcance. Especial atención
concitó el sistema educativo en sus tres niveles. El 2 de febrero de 1975
se produjo la intervención directa de las FFAAen Primaria y Secundaria,
constituyéndose la Comisión Supervtsora de la Enseñanza integrada por
oficiales generales con poder de decisión mayor al del Ministerio de
Educación y Cultura. Un mes antes, el entonces ministro Atilio Naran cío
había renunciado u su puesto, sin dar a conocer los motivos de su
decisión. 314
SI bien existieron reformas anteriores de programas, los cambios más
importantes se realizaron luego de 1976. Aunque ya se había publicado
en 1975. el proyecto del ciclo bcisico estructurado no pudo implementarse
por falta de tiempo y se mantuvieron los planes de estudio de 1941 y
1963. 3,9 De todos modos, el Consejo Nacional de Educación aprobó una
serie de resoluciones para garantizar la plena vigencia de la Doctrina
Nacional en los liceos. En ese rumbo, la ley 14.101. redactada por Julio
María Sanguinetti y sancionada el 3 de enero de 1973. se convirtió en un
insumo fundamental. Citando a Bordaberry. las autoridades educativas
recordaron que el propósito de esta ley habla sido preservar la enseñanza
que el Estado imparte de toda infiltración de tipo ideológico y polUico. y
fundamentalmente, a través ele ello lograr la tranquilidad y la paz para
que todos puedan ir a capacitarse en la forma que el País lo necesite y
formar libremente su propia ideología o sus propias convicciones politi
cas. 316
Se tomaron varias resoluciones de carácter general sobre los más
diversos aspectos de la gestión educativa. Ellas abarcaron desde el
too
sumario masivo de profesores y la designación de nuevos directores,
hasta la reglamentación del servicio de cantinas y la prohibición de usar
barba para alumnos, funcionarios y docentes. Otras normas se ocupa¬
ron del quehacer educativo con miras a la implementación de los nuevos
planes. En ese sentido, puede mencionarse la definición de los cargos de
adscripción, subdlrrcctón y ayudantes docentes, la regimentación de
sus funciones, el pormenorizado “Reglamento de calificación y promo¬
ción" de los alumnos y el de calificación de funcionarios no docentes. 317
La formación de la Comisión Asesora de Textos es un ejemplo
adecuado del ánimo que guió a las nuevas autoridades, lista comisión
debía trascender los aspectos materiales y priorizar los doctrinarios, ya
que los libros eran Instrumentos de la acción conspiraliva antinacional en
el plano de la lucha ideológica La comisión estaba obligada a ser fiel a ese
glorioso pasado, que encumbro a la Nación en el Continente Americano por
el níuel de Instrucción del puebla y retomar la sinceridad, el patriotismo y
la valentía con que (Artigas, Larrañaga. Varda. Vázquez Aoevedo y Elbio
Fernánrlezl f...¡ lo hicieron. En el pasado, se explicaba, la Nación debió
distraer tiempo y recursos, y aun contemplar el sacrijlcio de sus hijos
arrastrada y obligada a enfrentar en todos los terrenos una multiforme
agresión antinacional Por eso. la comisión debía remediar los males de
esc periodo, cuando la Nación se vio socavada en y desde los Organismos
de enseñanza, en una tarea de años, so pretexto de practicar un conscien¬
te extremismo liberal, por los enemigos de los principios liberales, demo¬
cráticos. republicanos [...]. Finalmente, se exigía a las direcciones de los
Uceas comunicar la existencia de materiales otj/ehüamcnte contrarios a
la Doctrina Nacional a la Soberanía Nacional, al Orden gala Segundad
Integral ilei Estado (...) y pedir autorización para aceptar donaciones de
libras. 318
Con ideas similares, el coronel Julio R. Soto, viccdircctor del CONAE.
dictó en octubre de 1975 una conferencia para los cursos del Instituto
Mayor de Estudios Superiores del ejército. El documento titulado
"Proceso de la educación en el Uruguay" fue repartido a todos los
•loccntes dependientes del CONAE sin mencionarse su destino inicial. 31 ' 3
Kl autor realizaba un racconto de la infiltración del liberalismo frenético
que enterró las ideas humanísticas de la herencia hispánica, abriendo
mniirio a la subversión marxista. Explicaba luego: La destrucción loco
muy Jiondo pnrln que hay que ir u la esencia misma del problema: el sentir
i tcl srr humano. Por aquí debe comenzarse el cambio, cambio en las
ilUrntalidades de los hombres que tra/isitan por los recintos de la Educa
i tión. Esto solamente se conseguirá con una doctrina pura, única forma de
ifuif iodos los hijos de esta tierra comprendamos que nos tiene que unir un
dffisaniienro enteramente nacionalista para vafearlo al bien común de
Herios los orientales. 334
, Desde ese marco doctrinario, las autoridades educativas tomaron
I nteilld.tH para acompasar el plan de celebraciones históricas. Los liceos
101
fueron notificado» rápidamente del decreto sobre el encabezamiento de
losdor"rne n t<M oficiales. Dado que las tareas estudianblesentraban en
U <WnS;í U iT' nte l T“!: lmn&3 rttnrriab ^ <|UC Vivian el "Ano de
U Orictalidad . Ademas, el CONAE Instó a autoridades profesores y
estudiantes a enviar sus Iniciativas a la C.MHS™ Los ceñiros educativos
a. ranpaftaroi. gustada y auténticamente la evocación sesquianíenaria
Regandose a la planificación central. Para ello, se aprobó un -Provecto
Conmemoración del Proceso Iüstóricu del Ario 1825' que los directo
severamente, para que las actividades se mantengan
SLSS™'" J>-*» o™, *
eiei^H^ PrD ^° esUb,fcia los profesores de historia del pnmer
ros" I ! CC1Ú " * rUatr ° dc 1,18 * h " "Hechos Htatóri-
Jf Libertadora, la Declaratoria dc Independencia el
ud T C ?"i la Í M,aUa * Sarandi S* ordenaba que: Su estudrn
y evocación debe incluir la significación y trascendencia de los mismos y
destacar la parición de los personajes nacionales mds importaos
d^^b^ del * eí l 1 ílí > í duqu '' ,enian Hls,orla ' la » profesores debían
fwiT , ases , íi estud, ° <lp| Movimiento Libertario de 1825 y de las
Decloratonas de la Asamblea de la Ronda realizando un en/ó^e
sus “ tolnres y untares fundamentales y permanentes
t Inalmente. se resolvía. En las restantes clases de Preparatorios ambos
Dw^-^ZTJ m ^ dOS r, ,OS ÍVo/ps " r '" : <»•« designen las respectivas
romees - eStab ‘« dmíe ' 1, “ « •* '“*>"«« que éstos es,Unen
19 ^ n ,T d f ra ' ,,d ‘° * con,aron entre las 500 sedes de los actos del
re ^ ib ‘ cra n órdenes estrictas sobre la instmmen-
llnmnn . ‘T dlrCCt ° ri:s <**W«n reglamentar la asistencia del
ahtmnad» y controlar mediante la firma respectiva en un registro ad hoc
< ^ rSOna/ QSU cargo. En caso de no concurrencia f.¡
E3¡2? f tímaí a sus 5ubo/iemos el juaftflontt» de las causas
invidentes de su concurrencia La celebración debía incluir la Entonación
N ^ onal: Pairas alusivas a la fecha a cargo del Director o
Subdirector Entonación de alguna canción de carácter patriótico elegida
por ei Director; Entonación de la Marcha "Mi Bandera ” 323
2” Pes^i C K ma f ? bV0 ^ la acuvidad cobro impulso ron el
2 Frotlva 1 Natuonal de Coros Uceóles, dados los positivos resultad os
obtenidos en el pasado ano lectiio. Las canciones se limitaban a las
partituras editadas por las autoridades dc. secundaria y el 'Himno a la
Juventud Agraria" ^on letra de dos* Peroro, Rodríguez y nZca di
rroulía n,to iT Tr^'* en . tonarse con carde,«-obligatorio. Esta decisión
Pron a, n Tf , 1VÍ ‘ rec ™°“ r la "««vención dc Josefina He.. ún
u? ri “ !7 y ' *^2 e ap ° y ° <lr 109 v °> u >««i«>s dc Coordinarión
Socim. De todos modos, se dejaba libertad al director del rom
autorizándolo a seleccionar una canción del repcrlorio culto o tradicional
de los países latinoamericanos previa información a los organizadores
del certamen. 335
Dada la importancia atribuida al canto coral. se advirtió que no existía
una canción alusiva a 1825 para que los educandos expresaran su
patriotismo Para subsanar esta carencia, se convocó a un concurso bajo
la órbita de la Inspección de Educación Musical Con la finalidad de
contar can una obra poético musical , que contribuya a realzar la conme¬
moración de ion magno acontecimiento. Las bases del concurso estable¬
cían que la canción debía ser un himno o una marcha de antoría
nacional, escrita para una o dos voces con acompañamiento de piano y
cuya letra enalteciera los valores patrios. Como la composición ganadora
sena cantada en todos los centros de enseñanza, el compositor deberá
ajusfarse a una tesitura vocal medía, que facilite la entonación de la
canción por parte del alumnado. 32 *
Este concurso fue la iniciativa más Importante dc las autoridades de
secundan» con respecto a los festejos históricos. Estas colaboraron,
•demás con propuestas provenientes de instituciones no gubernamen¬
tales. Asi. por ejemplo, los alumnos "boy scouts” que concurrieron los
días 24 y 25 de agosto a la plantación de íbirapítás en la playa de la
Agraciada lueron eximidos de concurrir a clase. 327 También se auspició
H ímpetu oficialista de la Asociación de Profesores de Enseñanza Media
que organizó un concurso de dibujo sobre los “Hechos Históricos de
1825“. Para garantizar el éxito y resultado del llamado, se estableció que
loa dibujos se realizaran en los liceos y fueran controlados por la
1 1 'esencia de profesares.***
Por último, las autoridades educativas se plegaron a los otros ejes de
I • rememoración histórica. Las medidas lomadas en tomo a la repatria¬
ción de los restos de Latum* se inscribieron en la pulseada interna de los
♦lectores gubernamentales. 1.a semana anterior a la repatriación, mien-
ti rm ac producían graves enfrentamientos entre Bordabeny y las Fuerzas
Armadas, el Consejo Nacional dc Educación disponía que en todas sus
• l'lpcndcoiias se dicten clases (...) el 23 del corriente, y asimismo que dicho
ICntr participe activamente en los artos consiguientes a la repatriación dc
*• *■ tmttos del Coronel Lorenzo Latorre , con una delegación de la dirección
■••banderados y cinco alumnos. 225 * Pero un día antes de la repatriación
r I CONAE decidió suspender las clases en el tumo de la tarde. 330 Además
•r acompañó el “Año cívico literario” con clases especiales dedicadas a
!*»• *iutorea celebrados. 33 '
A las actividades centrales se sumaron los actos, conferencias.
fuiii tirsos y pruebas efectuadas por los directores y otras iniciativas de
Iimi t jrofe sorcg. De esc modo, los festejos patrióticos fueron la nota
• «i .»* irrtHlira y una actividad habitual de profesores y estudiantes. Las
f* luí-, patrian ocuparon tantas horas dc clase que difícilmente se
pndlt’i ,i un interferir con el desarrollo del curso leciiiKt y de I os Programas
t'HpníhmJ**
102
Libros, músicos e historiadores
Las actividades buscaron también llenar otros ámbitos del quehacer
cultural estructurados con caerla independencia del poder política. En
un país orgulloso de su producción artística y de su nivel educativo, era
inadmisible que la oferta cultural quedara absolutamente vacia. Sin
embargo, los intentos de repoblar la agenda no lograron ocultar las
ausencias y las dificultades para hacer realidad una propuesta signada
por la improvisación.
La propia CNHS propició emprendimientos “culturales" que ocuparon
la atención durante vanos meses. Desde una concepción de lo “culto"
fuertemente teñida por un romanticismo de cuño conservador, propulsó
una .serie de iniciativas que. al tiempo que Identificaba los repertonos de
la cultura con la historia del arte, la música clásicay la literatura, incluía
el folclore gauchesco y alollista. Asi. por un lado, realizó la serie de
conciertos" 150 años de música uruguaya" organizada en conjunto con
la Facultad de Humanidades y Ciencias, difundiendo autores nacionales
de música culta. La CNHS editó una reseña de la actividad redactada por
Pedro Ipuche Riva. quien agradecía el generoso apoyo de la Comisión
Explicaba que es un motivo de legitima satisfacción para quienes hemos
colaborado en esta tarea, el haber podido realizar tan importante apoyo
a nuestra Cultura, precisamente en el Aña de la (.Mentalidad, deslutado
a conmemorar las gloriosas hazañas de nuestros Mayores ¡...I. 333
El plan de publicaciones denominado “Ediciones del Sesquicentenario"
fue otra de las iniciativas importantes de la CNHS. La colección incluía,
además de las obras propiamente históricas, vanos volúmenes de
cuentos camperos y de critica literaria En ambos proyectos culturales
estuvo prácticamente ausente; la creación artística o la investigación. tas
“Ediciones del Sesquicentenario" cubrieron un amplio espectro de
lemas, «ñire los cuales se destacó una linra de trabajos específicamente
referidos a los "Hechos Históricos". Es necesario recalcar nuevamente
que la mayoría de estos libros consistía en la reedición de fuentes y
trabajos realizados anteriormente Las únicas novedades fueron una
Indagación bibliográfica de Mireya Pintos CarbajaJ y una exhumación de
prensa periódica realizada por Flavio Garda. 334
Otra linea editorial de la Comisión estuvo dedicada a la critica literaria
de autores nacionales, incluyendo investigaciones, artículos de prensa
y prólogos a las vanas reediciones de escritos de Juan Zorrilla de San
Martin 535 Otra serie de libros atcmdia a fomentar el criollismo mediante
estudios folcloristas y literatura inspirada en el medio rural.** Por
último, se emitió fólleteria sobre las actividades de la CNHS. Mediante las
diferentes lineas, se buscaba ofrecer una cole«x*lón de libros que repre¬
sentaba los nuevos énfasis Identitarios. Con este fin se editaron libros
a un costo reducido para facilitar su incorporación a las bibliotecas
personales. A esto refería una publicidad de la CNHS cuando explicaba
que- Los precios y la calidad de estas ediciones dan testunonio de una
premisa poco común : el cuidado editorial no está negado con el precio
popular, que se concreta, ofreciendo como difimos, libros importantes,
libros hermosos y fundamentalmente. libros a precios populares
Este esfuerzo editorial contó muchas veces con el apoyo de la
Biblioteca Nacional, organismo que. además, desarrolló otro conjuntode
actividades culturales. Revistas, muestras bibliográficas, exposiciones y
conferencias estuvieron patrocinadas por la institución dirigida por
Adolfu Silva Delgado. 358 Algunas de estas ocasiones fueron enmarcadas
en los festejos del sesquicentenario. a los cuales se sumaron otros
organismos oficiales y particulares. La colección “Clásicos Uruguayos"
y el “Archivo Artigas" realizaron publicaciones especialmente diseñadas
para conmemorar la Cruzada Libertadora. Estas publicaciones fueron
una referencia clave a la ausente polémica historiográfica. Con la
"Colección de Clásicos Uruguayos" de la Biblioteca Artigas, el profesor
Pivel Devoto dio su posición desde sus ámbitos de influencia, mantenién¬
dose al margen de las actividades más importantes de la CNHS Su
presencia estuvo marcada, fundamentalmente, por su conocido prólogo
a los dos tomos de La Independencia Nacional (Biblioteca Artigas
Colección Clásicos Uruguayo®. Nos. 144-145). libros caracterizado® por
la sesgada elección de autores claramente alineados en la postura
‘independentista clásica".
La segregación de todos los representantes de las posiciones antagó
nicas fue uno de los factores que provocó la enérgica reacción de Real de
Azúa. Luego de caracterizar a Ptvel como el “más férreo defensor de la
tesis iiufcpendenüsta ortodoxa". Real de Azúu lo acusaba de "colocarse
al margen de todo debate historiográfico factible; tal es el dogmatismo,
la agresividad y la violencia temperamental que trasuntan todas sus
aseveraciones" Aun admítitmdo que la selección de los textos se limitase
a autores anteriores a la década del veinte, señalaba “la unilatcralidad
y la tendenctosidad" de Pivel al excluir a Juan Carlos Gómez. Aríosto D.
González, la respuesta de Edmundo Castillo a Gustavo Gallina! y.
principalmente, la obra de Eduardo Acevedo. caldcando también la
elección del trabajo de Felipe Ferreiro. 339
Radiado de cualquier ámbito donde su opinión pudiera alcanzar
alguna difusión pública. Real de Azúa escribió su lapidaria critica
historiográfica. Esta adquirió un significado especial, una mayor "beli¬
gerancia" y “rotundidad", al decir de Castaño y Rilla. "más que nada Ipor|
d ‘momento' en el que el autor culmina su redacción. Mil noveclmlos
retenta y cinco, aquel ‘Año de la Orientalidad’. vino a ser el siniestro
presente que cargó la indagatoria lustórica e historiográfica. que condujo
a observar los orígenes de la nación uruguaya desde las ruinas de la
democracia uruguaya, es decir, desde la crisis de una de sus más visibles
señales de identidad, aquellas que el propio Real de Azua liabia intentado
escudrinar demoledoramente durante la década del sesenta'. 1340
Además de provocar la reacción polémica de Real de Azúa. Pivel
Devoto llevo adelante otra iniciativa relacionada con loe festejos del
sesquicentenano. Barreiro y Ramos le editó una serie de Fascículos de
la Epcpe'ja de 1825, en coautoria con su esposa. Alcira Ranieri. que
buscaban difundir la historia nacional, transmitiendo un subido conté
nido patriótico y orientalista.* 1 Por otra parte, desde su cargo de Director
del Museo Histórico Nacional trabajó en la definición de la política
conservacionista, elaborando la lista de bienes decretados “monumen¬
tos históricos" y ocupándose de las colecciones patrimoniales del Esta¬
do.
El País, por su lado, apoyó al ex Ministro de Cultura E. Narancio
encomendándole la dirección de una página dedicada a publicar traba¬
jas aparecidos entre 1922 y 1953 en el mismo diario La serie se inició
con la reedición de los “Estudios sobre la Independencia Nacional en
Homenaje a Oral. Juan Antonio Lavalleja en el centenario de su muerte
1853-1953". que comenzó en abril y continuo durante mayo y junio.
E. Narancio prologó este conjunto variado de textos, entre cuyos autores
se contaba a Marta Campos de Gorabellí. Arbelio Ramírez. Emilio
Ravignani. Eugenio Pctil Muñoz y Carlos Maggi. El prologuista sostuvo
la vigencia de los trabajos más antiguos y descalificó las lecturas
revisionistas, considerándolas meras apticadoras a nuestros orígenes de
recetas importadas de la geopolítica mandato en desmedro, como siem
pre, de la verdad. Así. criticó a quienes preferían inventar, en su
desesperación de flojos . patrias grandes ' a las que agarrarse /.../ más
peligrosas por sus eventuales aspiraciones que las que nos habrían
engendrado según lo discurre su mente alucinada. Afirmo también que el
"Arto de la Orientalidad" era una buena oportunidad para conocer el
pasado de una comunidad que ha demostrado ser capaz de sobrevivir a
los más duros embates durante siglo y medio y que ha salido de los
momentos más df/icües con sus rasgos nacionales cada vez más acentúa
dos y sin más ángel guardián que su propio patriotismo y dignidad.* 2
A continuación, el citado diario reeditó la serie “Artigas, estudios
publicados por El l'ais en homenaje al Jefe de los Orientales en el
centenario de su muerte", también a cargo de E. Narancio. Estos
fascículos colcccionahles incluyeron trabajos de Gustavo Gallinal. José
M. Traibcl, Manuel Flores Mora. María Blanca París. Quenmdi Cabrera.
María Julia Ardao, Oscar Antunez Olivera. Agustín Beraza. Aurora
Capilla de Castellanos y Héctor Gross Esplell. entre otros. 343 Como puede
apreciarse, los criterios asumidos por Narancio y aprobados por El País
abarcaban un espectro mas amplio de autores que las publicaciones de
Pivel Devoto, coincidiendo empero en la recuperación de interpretacio¬
nes anteriores. Narancio. alejado del ministerio, estuvo prácticamente
ausente de las celebraciones oficiales, centrando su actividad en las
páginas del diario que lo defendiera al momento de su renuncia
De este modo, la interpretación histórica del elenco gubernamental
prescindió del aporte de las dos figuras más importantes que podnan
haber colaborado. Narancio e. indiscutiblemente, Pivel eran suficiente¬
mente reconocidos en su actuación pública y en sus méritos intelectua
les como para otorgar a las celebraciones del “Arto de la Orientalidad" el
sustento de una tradición en la investigación histórica. Es probable que
su ausencia de la CNHS y de las instancias de diserto del "Arto de la
Orientalidad" se relacionara con la propia envergadura de dos historia¬
dores que podrían haber objetado los visos más patéticos del montaje
oficial. No es dificil imaginar que las reacciones de cualquiera de estos
dos Intelectuales hubieran distado mucho de las que seguramente
mostrara el profesor Assun^ao frente a las sugerencias del general Cristi.
Quizás haya incidido también la reticencia del elenco gubernamental a
provocar la ira del uno al convocar al otro, reavivando sus viejos pleitos.
Entre lineas
Acalladas o marginadas tixias las voces que pudieran discutir las
versiones oficiales, la única controversia posible era con las ausentes
posiciones sustentadas por opositores a la dictadura, ya fuera con
anterioridad al golpe de Estado o desde el exterior. En la mayoría de los
casos, se trataba de un monólogo que construía a la contraparte desde
la referencia negativa y el Juicio. Pero en noviembre de 1975. la voz
excluida salió a la luz pública tangencialmente cuando el diario El País
publicó la reseña de un encuentro sobre "Vigencia de la Nación Riopla-
tense". cclcbradu en Córdoba con la participación del ex presidente de la
Juventud del Partido Nacional. Juan Carlos Barreiro y del diputado
Héctor Gutiérrez Ruiz. entre otros. Allí, los políticos y académicos
uruguayos y argentinos debatieron sobre la viabilidad o no de Uruguay
como país, provocando la reacción de El País y de Luis Alberto Lacallc.
En su carta, éste refutaba la interpretación del pensamiento herrerlsta
esgrimida en Córdoba, afirmando su celosa y férrea defensa del ser
nocional como realidad inmutable e intransferible. Inspirándose en
palabras de su abuelo, agregaba que hace tiempo que dejamos el pecho
y caminarnos solos y no somos pupilos de nadie para que se piense tan
interesadamente en nuestrofuturo. Menos que menas cuando el “ interés“
proviene de vecinos que no tienen sólo una preocupación “científica" por
nuestro futuro.**
También Narancio decidió involucrarse en este remedo de polémica,
destacando las implicancias que tal discusión tenia desde una perspec¬
tiva "geopolítica". Luego de reseñar la historia de esta corriente. Narancio
refería a su influencia entre la intelectualidad nacional, destacando su
vinculación con los sectores de izquierda y especialmente con Marcha.
donde un le/ano editorial, reiterado y confirmado en frecuentes colabora¬
ciones y en sus folletos, ha sido el principal oráculo con su peculiar estilo
reptante por el cual, bajo la aparente ecuanimidad de dar cabida y exhibir
todas las car as de una cuestión la luz se proyecta y da relieve solamente
a una Seguidamente, el autor atacaba la interpretación revisionista de
la injerencia inglesa en la independencia, reivindicando la autonomía dd
proceso. Washington Lockhart respondió a la expresa alusión de Naranrio
y escribió al diario negando que su opinión pudiera ser calificada de
factor disolvente de la nacionalidad . MS Claro rala que en estos términos
era imposible cualquier tipo de debate. Porque, en plena dictadura, el
epíteto de "enemigo de la nación" acallaba por la fuerza toda voz
opositora.
Por ultimo, las opiniones vertidas en el encuentro de Córdoba fueron
motivo para que ciertas figuras vinculadas al recientemente creado
Instituto de investigación y divulgación en Geopolítica" dejaran sentada
su perspectiva nacionalista. Su secretario general. Bernardo Quiagholti
de Bellis. explicó en las páginas de El Soldado, que los limites que tienen
hoy nuestras repúblicas no se tos dieron ellas a si mismas Los recibieron
de la mano de España, propietario común de todos sus territorios, sin la
mira de hacer por esos limites más rica a una que a la otra de sus
cotonías. 346
í>sde la misma posición. Sergio Abal fundamentó en El País que
Uruguay demostró su capacidad para diferenciarse dentro de la civiliza¬
ción occidental y americana porque al nacer sus valores Jueron heroicos:
había una voluntad de sacar adelante a ¡a patria y se hizo. Hubo que
resistir sitios . hubo privaciones, pero el valor de heroicidad los hizo
resistibles: no se podía fracasar en el proyecto colectivo que exigía que en
la margen izqukrrdu. del Rio de la Plata existiera una Noción diferencia¬
da.* 47 De este modo, los ecos del coloquio de Córdoba mostraban una
latente polémica histortográfica obstruida por el autoritarismo. A su vez.
la defensa oficial de un nacionalismo acérrimo contribuyó a cargar de un
contenido antldíetatorial las veladas posiciones disidentes.
No se puede saber qué hubiera sido de la controversia historiográfica
si no hubiese existido dictadura. Seguramente. Ptvel habría publicado
igual sus polémicos libros y Real de Azúa le hubiera podido responder
públicamente. Y. sin lugar a dudas, muchas otras voces se hubieran
incorporado al debate. Pero en 1975 el gobierno dictatorial existia y se
habia preocupado especialmente por anular las posiciones criticas
utilizando todos los medios a su alcance. Censura, clausura de diarios,
radios y revistas, intervención de la enseñanza, detenciones, exilio y un
clima de miedo e inseguridad fueron características salientes dd "Año de
la Oriental!dad". A pesar de t«>do. las criticas se hicieron oír. Algunas
debieron leerse entre lineas y otras aparecieron recién en los años
siguientes, fundamentalmente en 1976 y 1977
En pleno 1975. cuatro días antes del 25 de agosto, apareció un
pequeño libro prologado por Tabaré Melogno, con el expreso propósito de
recoger de la historia lecciones que vayan mus allá de la pura fanfarria.
Hebert Suárez. su autor, analizaba someramente las leyes de 1825.
procurando evitar la intolerancia exhibida por "unionistas" y “netos". Se
proponía señalar las dificultades para definir efemérides y los peligros de
las interpretaciones que. teñidas por la añoranza y la impostación vana,
deforman a su paladar /os ecos de la historia. Asi. sostenía que han
abundado los Uranos sangrientos, que han repletado cárceles y cemente
ríos para saciar su sed de poder, aunq ue no les hayafaltado muchas veces
la Justificación de tos " grandes ideales' y las doctrinas ' redentoras “.
Criticaba también a los Historiadores y profesores de historia [que] se h an
envuelto en un torbellino apasionado que abarca desde el chovinismo
anacrónico más despreciable hasta el escepticismo más agudo y más
negativo Se ha dado el caso de docentes que fian prohibido a sus alumnos
de Preparatorios, bajo pena de reprobar el examen, sostener que el 25 de
agosto no se había declarado la independencia absoluta ¡...¡Y ha habido
quienes manifestaran que la Ley de Unión era un ejemplo de entreguismn
de las oligarquías orientales a la dictadura portuaria bonaerense.* 4 *
Por último, d autor exponía sus propias conclusiones sobre los
"bcclios históricos", afirmando que se ha demostrado sm hujar a dudas
to noluntad unionista de tos orientales. Sólo cenando los ojos a la
evidencia de los hechos puede negarse la realidad de que en ningún
momento pasó por la cabeza de tos hombres del 25 algo parecido a la
Independencia absoluta. Pasaba luego a la polémica sobre la celebración
de nuestro día nacional para expresar que puestos a elegir entre los
acontecim lentos del lustro inaugurado con la Cnizada de Ahril. es indu¬
dable que ninguna fecha es más significativa para la gran celebración
patriótica, que el 25 de agosto. /.../No es necesario para ello, sin embargo,
defonnar la verdad histórica y adjudicar a tos reixíluctofianos orientales
propósitos que Jamás tuvieron.** 9 Aparentemente, la beligerancia de
Hebert Suárez. profesor de secundaria de Rivera apartado de la enseñan¬
za pública, pasó desapercibida. Pito su libro testimonió la existencia de
una corriente de opinión que en la mayoría de los casos no pudo
expresarse públicamente.
1.a ‘Nómina de los Treinta y Tres Orientales" decretada por el Poder
Ejecutivo provocó también comentarios críticos La edificación del
conocimiento histórico mediante sanción oficial, mereció un juicio
sarcástico de El País. Esta vez el diario se permitió bromear sobre la
voluntad de dirimir el problema por la via del decreto. El articulo
recordaba: Hubo una larga polémica sobre muchos nombres, pues en
determinado momento eran más de tremía y tres aquellos que figuraban
en la lisia de intrépidos. (...I Aunque hay día se tiene una certeza total sobre
quiénes Jueron los patriotas, queda la polémica que casi siempre lleva
encima todo hecho histórico.™ 0 Sin embargo, los mimbres exactos han
sido un tema menor en las polémicas historiográticas nacionales.
Mientras el significado de la Declaratoria de 1825 suscitó controversias
que involuiTaban distintas versiones de la fundación nacional, la
Identidad de los integrantes de la Cruzada habia carecido de toda
proyección política. Pero el decreto dictatorial le imprimió un sentido
autoritario que abrió la discusión sobre las modalidades de relación con
•i) pasado
109
108
SSSs^ssSSSSE
=?¿5Saaí£S2
SSSSi
eseíss**?. “ «- - «í ££.
A diferencia de los trámites cumplidos en 1Q7S Rarr< n . rx .
IfsSSSÉ'
«i»
-enque el conocimiento de su nocional^' « 2£*£“
episodio trascendente de sus nidos /.../.«* ^ - /ísfco> ^ ,m
Las letras nacionales
Otra serie de proyectos -culturales" organizados ñor U rNHc
S^=f££35=SiH
arias medidas que se fuero,, cumpliendo en los meses sigulenles.
realizándose, además, otros eventos de homenaje. Varias organizaciones
contribuyeron con los organismos del Estado en las recordaciones
Desde la Universidad, la Biblioteca Nacional y la Intendencia de Monte¬
video. hasta los Rotarlos, los canillitas y El País, pasando por diversos
comités patrióticos y juntas locales, manifestaron su admiración por
esta particular triada. 354
La sola voluntad oficial de respetar las coincidencias del calendario
podía haber reunido a tan disimiles personajes en un mismo podio. La
denominación de los festejos los unía bajo el adjetivo de cívico. Junto con
el de literario. Se retomaba así una expresión usual para referir a las
empresas literarias nacionales desde la época de. la independencia hasta
después del novecientos. De esta forma, el autoproclaniado régimen
cívico rruliiur rendía honores a tres escritores que habían sido llamados
cá'ico-literarios en su época. Se recuperaba un apelativo que connotaba
la intención patriótica de los escritores más antiguos y la contribución
de los más recientes a la literatura nacional. 355 En este caso, la
calificación ciwco para un gobierno instaurado por militares prctendia
recalcar la compartía legitimante del presidente constitucional Además,
el empleo de esa denominación buscaba insistir en las inquietudes
culturales de los militares. Asi, se trataba de rescatar a las letras
nacionales rie su asociación a los ámbitos de creación cultural denostados
por la dictadura.
Desde esta preocupación, se realizaba una lectura fuertemente
nacionalista de los autores conmemorados, obviando los contenidos
explícitos de sus obras para enaltecerlas en tanto: Valores /.../ de un
momemo de autenticidad plena de las letras, cuando las tortuosas
ideologías foráneas todavía no habían inoculado la Intención demagógica.
Y se podía cantar al hombre, a sus inquietudes, sus nietos, sus miserias
y sus irfrtudes, como Individuo y como engranaje social, sin implicar
posturas políticas, sin más compromiso literario que la belleza de laforma,
la inspiración espontanea, la honestidad conceptual y el sano objetivo de
la dignidad y superación del hombres* 6
Esta mirada negaba aspectos notorios de la vida de los homenajea¬
dos, explicando, por ejemplo, la presunta sumisión a ki droga de Herrera
y Reissig en una enfermedad conyénUu del corazón, que lo alunnerüura
en la juventud y obligara al médico a suministrarte morfina 357 De igual
forma, las vagas evocaciones biográficas velaban determinados rasgos
de la personalidad e ideas de Vaz Ferreira y Sánchez. Asi. en medio de
los festejos del "Año Internacional de la Mujer", la explícita rebeldía de
las costumbres de la primera se diluia en las coordenadas vitales de una
mujer que. a principios de siglo, fue y quiso ser mucho más de lo que era
posible en el rígido contexto del medio social que le impuso sus prisiones
inexpugnables. :iñH Asi también cierto sesgo de la critica social de Sánchez
»€ convertía en su imagen mítica de bohemio transido de humanidad .■“•
De esta forma, los tres autores del novecientos eran despojados desús
facetas más revulsivas en prn de una recuperación rnoralizadora y
nacionalista. A este respecto, resulta especialmente revelador el hecho
de que no se llegara a editar obra alguna de estos escritores. Los honores
se tradujeron, en cambio, en la publicación de estudios y en otras
modalidades festivas que eludían el contacto directo con sus creaciones.
La relación con estos intelectuales fue. quizás, el modo más directo de
acoger al Uruguay del novecientos en las celebraciones oficiales. De esta
manera una etapa signada por el cueslionamlentoal “statu quo" sólo fue
evocada bajo la forma de un parnaso artístico. Los pertlies propios de
escritures y plásticos se desdibujaban hasta que desaparecía la brecha
entre los valores enaltecidos por el elenco gulxmamental y los transmi
tidos por su obra artística
En una perspectiva histórica tradicional, el pasado era considerado
la fuente de los valora éticos y morales que podian ser inculcados desde
el Estado En un régimen dictatorial, las autoridades pretendían castigar
cualquier desviación de una pauta moral sancionada de una vez y para
siempre. El ejemplo más acabado de este intento fue el proyecto de ley
elaborado por la Comisión de Educación y Cultura del Consejo de Estado
sobre la creación de una "ComisKín Honoraria de defensa de la moral y
represión de los vicios sociales". En ésta, que probablemente haya sido
de las iniciativas más importantes del organismo legislativo, se planeaba
que la Comisión Honoraria: Velará, y buscará el cumplimiento y la
efectividad, represiva de todas las disposiciones legales referentes a la
pomogrqfla. vicios sociales y al odio de clases o sectores, que disgrega la
familia y qfecta a la concordia de los orientales. (...) Bregará para que se
cree una conciencia nacional a través de los diversos centros educativos,
culturales y de los distintos medios de comunicación social, en favor del
enaltecimiento del nivel moral del pueblo y de la unidad de la familia y de
los ciudadanos de la Nación - 360
Este proyecto fue severamente criticado par algunos consejeros,
como Enrique Viana Reyes, que sostuvo: Bajo el signo de la moraL señor
Presidente, se han llevado a cabo en el mundo las mayores injusticias. La
Historia enseña ron múltiples ejemplos que los tribunales de vigilancia de
la moral, confesionales o no. degeneran con el tiempo en verdaderos
tribunales de censura, llegando con innúmeros pretextos a coartar la
libertad de pensamiento. Porque, ¿dónde radica como estricta la barrera
de la moral?* 1 Finalmente, la iniciativa fue rechazada por d Consejo de
Estado aunque seguramente hayan influido otros factores además de las
argumentos sostenidos por el consejero.
Junto con una apropiación rnoralizadora de la cultura del novecien¬
tos. la exaltación de sus literatos comportaba la “defensa" de las letras
nacionales y del idioma español en su versión vernácula. Tal asociación
entre la literatura y una serle de valores morales y de factores Identitarios
animaba asimismo el reiterado homenaje a la memoria de Juan Zorrilla
de San Martin y de Eduardo Acevedo. 3 ® 2 Parecida forma de cnaltecimien
to tiñó los numerosos homenajes a los autores de estilo costumbrista y
nativisU 383
La literatura se hacia objeto de veneración patriótica cumu manifes¬
tación suprema de una identidad objetivada en su idioma. Raza, lengua
y religión aparecían como datos que contribuían a consolidar cierta
"personalidad colectiva'’. En ese sentido, el teniente coronel Loureim
Leal sostenía en El Soldado que el país estaba dividido entre quienes
hablaban el verdadero idioma y quienes lo desvirtuaban. Según este
planteo, lengua equivalía a ser nacional, de forma que recuperar a
nuestro país significaba volver a hablar un mismo idioma. Este idioma
expresaba a la Nación, como integración de diferentes elementos materia¬
les y morales que precisaban de un orden institucional sano que los
conservara. En esta concepción, un sustrato común de valores espiri¬
tuales materializados en hábitos y costumbres debía ser garantizado por
un sistema político adecuado. Por estos medios, se buscaba explicar el
control autoritario de las instituciones cuyo cometido era velar por la
“defensa" y rJ "mantenimiento" del idioma. 164
Esta lectura autoritaria puede visualizarse también en la forma de
utilizar el lenguaje del concierto gubernamental Sin intención de hacer
un análisis exhaustivo, algunas características resultan tan llamativas
que no pueden dejar de mencionarse. En cale sentido, el uso de las
mayúsculas, la profusión de adjetivos y el empleo de frases hechas,
hablan de una “gcstualidad emblemática y grandilocuente" que busca
fijar en palabras el sentido univoco y sacralizado de los contenidas
transmitidos. 365 Asi. según el contexto y los conceptos que se quisieran
reafirmar, algunas palabras eran distinguidas con mayúsculas: Hechos
Históricos. Patria. Nación. Prócer. Libertad. Gobierno, País. Desarrollo.
Oriental Seguridad, fueron frecuentemente resaltadas mediante ese
mecanismo
La adjetivación recargada era otra forma habitual de compensar la
recurrencia a un conjunto limitado de conceptos. Las palabras citadas
anteriormente refieren a un discurso que busca convencer mediante la
reiteración de los mismos apelativos. Expresiones como santuariopalrto
del arenal de la Agraciada, juramentación de los buenos orientales, los
más alíos valores nacionales, recogida evocación del heroico voto fueron
una constante en los discursos oficiales del periodo. 368 Además, la
utilización de frases hechas se convirtió en un mecanismo para asegurar
el respeto a los contenidos avalados por el régimen. Restringiendo el
vocabulario a un con|unto cerrado de combinaciones entre sustantivos
y adjetivos, cualquiera podía reproducir la gestualidad dictatorial.
Los aspectos formales y estilísticos pretendían reproducir los énfasis
asignados a objetos, valores y momentos. Se trataba de utilizar estos
recursos de modo tal que el mensaje no admitiera ninguna otra lectura.
Pero las coincidencias tuvieron también motivos alejados de la comunión
doctrinaria. En vísperas de Iniciarse el "Año de la Orientalidad" un
decreto del Poder Ejecutivo definió “caracteres militares" para las
alocuciones públicas de los integrantes de las Fuerzas Armadas. Se
establecía *1} mantenerse en el marco dd tema. 2) parquedad y
exactitud en los conceptos, 31 .sencillez y claridad en la expresión.
4) circunspección en actitudes y gestos". 387 Esta reglamentación es de
por si docuente de la obsesión por d control de la liturgia pública y de
las diferencias a la interna militar.
La importancia dd idioma y las letras nacionales se vio reflejada
también en el otorgamiento aJuana de Ibarbourou de la “Condecoración
Protector de los Pueblos Ubres Gral. Artigas". Recientemente creada, la
distinción no tenía aún un soporte material que pudiera ser entregado
a la poetisa en los actos dd 25 de Agosto. El "Arto internacional de la
Mujer" agregaba otra motivación a la iniciativa. Por si esto fuera poco, la
poetisa se había casado con un Capitán del Ejército, por loque, como dijo
su hijo, tenia gran ufuiidad can las Fuerzas Armadas. Tenemos sangre
militar, papá era militar y mamá lo quería mucho... 368 El gesto simbólico
de la entrega condensaba la apropiación dictatorial del héroe nacional
indlscutldo. su ilación con la Cruzada Libertadora y d homenaje a la
cultura nacional La apelación a estos referentes iden ti tartos se resumía
en ni elogio a las habilidades poéticas y al manejo del idioma, desde una
concepción de la nación fuertemente anclada en sus “datos naturales".
VI. LOS SALDOS DE UN AÑO HISTÓRICO
A lo largo de las páginas anteriores se ha intentado mostrar las
apuestas liistóricas realizadas durante el “Arto de la Oríentalidad". El
trabajo indagó en la proyección de estas medidas hacia d conjunto de la
opinión pública, buscando conocer las iniciativas y celebraciones que
cualquier uruguayo pudo apreciar. Se rastreó, de este modo, la presencia
de esos festejos en la vida cotidiana y su capacidad para signar el espacio
público. Se abordaron también los apoyos sectoriales de estas activida¬
des. ya desde sus impulsores, ya desde sus receptores.
Esta indagación no se proponía demostrar una interrelación entre
historia y política, que fue un presupuesto básico al comenzar el estudio.
La preocupación se centraba, entonces, en detectar lo que a este respecto
había hecho la dictadura uruguaya. Frente al usual menosprecio de las
políticas culturales de la dictadura, este trabajo muestra un arto caí gado
de iniciativas, una preocupación Insistente por ocupar la escena pública
mediante un gran despliegue centrado en la historia nacional Esta
constatación es el punto de partida para la discusión sobre las peculia¬
ridades de las lecturas históricas subyacentes a este año conmemora! i-
vo. En particular, permite interrogarse sobre su calidad de “proyecto", es
decir, sobre su sistematicidad. planificación e ideas rectoras.
114
Las celebraciones estuvieron signadas por la improvisación y la
urgenc ia. por la falta de un diserto global con la antelación necesaria para
la dimensión que terminaron adquiriendo El proyecto se aprobó a
escasos meses de comenzar 1975 y no contenía demasiados indicios de
la envergadura que iban a tener las conmemoraciones. A lo largo dd arto,
se fueron agregando otros motivos de celebración y organizaciones
promotoras, mientras los festejos conquistaban nuevas modalidades y
se extendían en diferentes direcciones La organización de la CNHS
estuvo tensionada entre auspiciar las iniciativas particulares y contro¬
larlas centralmente. Además, no existió un equipo profesional capaz de
coordinar las actividades y dotarlas de una matriz interpretativa común.
Este desorden, que abarcó desde el desfile militar hasta la forestación,
se correspondía con un ensamble caótico de temas y miradas del pasado.
El alud Imprevisto de inieiativas no oculta una cierta unidad de propó¬
sitos que estableció los cauces y sentidos de las celebraciones.
Si por un lado pudo verse la apropiación de diferentes tradiciones
ideológicas e interpretaciones históricas, es posible afirmar que estas
vertientes de pensamiento confluyeron en un discurso referencial uni¬
ficado bajo el signo del autoritarismo. Es conocida la interpretación que
niega los referentes nacionales de los sustentos filosóficos y doctrinarios
de la dictadura, concibiéndolos como implantaciones mecánicas. Desde
esta concepción, la dictadura aparece como un proyecto sin vinculación
con tradiciones de pensamiento de larga data en el país y con escasa
capacidad de incorporar las peculiaridades de la realidad nacional.
Este trabajo pretendió mostrar, por el contrario, que durante la
dictadura se integró el pasado y la cultura nacional desde perspectivas
ajenas a la tradición democrática y liberal En esas concepciones, se
conjugaban ciertas corrientes doctrinarias que. aunque marginales,
poseían antecedentes en el país, con otras de implantación mucho más
reciente. En este sentido, catolicismo, hispanismo y un nacionalismo
místico no habian estado totalmente ausentes de las interpretaciones
históricas más importantes. La innovación radicó en d estilo fanático
que adquirió con Bordabcrry y en su asociación con la Doctrina de la
Seguridad Nanonal. linea predominante en las Fuerzas Armadas. De
esta forma, el “Año de la Oríentalidad" se apoyó en una interpretación
histonográfica que. con notorios matices, había fundamentado la
parafemalia conmemorativa del Estado desde la segunda mitad del siglo
XIX.
Claro está que en ese lapso cada gobierno había signado con sus
propios contenidos una línea interpretativa común. Claro está también,
que los formas democráticas habian habilitado la discrepancia y la
manifestación de opiniones disidentes. El autoritarismo, en cambio,
convirtió a la lectura oficial en la única interpretación admitida sobre los
orígenes nacionales, descalificando en términos de exclusión política a
•o is contradictores. Es cierto asimismo que la dictadura hizo una síntesis
115
caricaturesca de los postulados básicos de la “tesos independentista
clásica”, despojándola de los rasgos más salientes de la tradición liberal
de sus principales autores
Asumida por un gobierno autoritario, la interpretación de la indepen¬
dencia que suponía la predestinación del Estado nacional exacerbó su
tono apologético. Unido a la Doctrina de la Seguridad Nacional, el rastreo
de la voluntad autonomista se convirtió en la afirmación de una
colectividad en actitud defensiva contra la ‘penetración extranjera".
Desde el catolicismo conservador del presidente, la concepción “román
tico providencialista" de loe orígenes nacionales se tiñó de un tono
inquisitorial. Los consejeros de Estado, por su parte, pretendieron
vanamente asumir el rol de “Juez histórico" que en otras oportunidades
habían asumido los organismos legislativos.
Al señalar los énfasis distintivos que los voceros oficiales imprimieron
a una vertiente clásica de la historiografía nacional, se buscó mostrar la
continuidad con una relevante tradición cultural. Se trató de analizar las
políticas culturales de la dictadura, atendiendo simultáneamente a su
poder de innovación y a su necesidad de reformular viejos referentes. Es
decir, se pretendió señalar su fuerte componente de violación de las
tradiciones liberales y democráticas, sán olvidar sus propuestas de
recuperación de ciertas corrientes de reflexión del espectro ideológico
nacional. Aunque en menor medidu. fue posible percibir incluso la
pervivencia de la matriz ideológica que había signado las políticas
estatales anteriores.
Estas tensiones no lograron resolverse en una nueva síntesis, capaz
de fundar una interpretación histórica acorde con una reformulación de
la escena política Pero las imágenes del pasado son sólo un nutriente
más de la conformación de sustentos ideológicos y simbólicos de un
régimen. Por eso. la capacidad de la dictadura uruguaya para concitar
apoyos sociales no puede reducirse a sus apuestas históricas. De todos
modos, como se ha intentado mostrar, los proyectos de relectura del
pasado fueron Inmovilizados por la necesidad de producir nuevos
sustentos históricos sin atreverse a demoler los viejos símbolos y
representaciones de la colectividad. Se produjo, entonces, un estanca¬
miento fruto de la adopción de un calendario creado para celebrar otros
principios políticos, sin animarse a alterarlo radicalmente o a sustituirlo
por una serie alternativa de efemérides. Ambos movimientos pueden
visualizarse en la irrupción de Latorre en el “Año de la Orientalkiad”.
romo si hubiera parecido evidente la necesidad de rotularlo con los
galardones de la institución militar.
Es difícil precisar hasta qué punto los azares del calendario definieron
los perfiles de las conmemoraciones de 1975. Es decir, hasta dónde
incidió el hecho fortuito de que la Cruzada Libertadora cumpliera ciento
cincuenta años a poco de producido el golpe de Estado. Sin lugar a
dudas el poder cautivante de los grandes aniversarios condujo a la
historia al centro de la escena pública y demando lecturas del pasado que
se transformaron en argumentos políticos. La recreación histórica
entonces, pretendió contribuir a la reformulación de los tradicionales
vínculos políticos y sociales que la dictadura había agredido. Sin
embargo, el elenco gubernamental carecía de una posición uniforme
sobre el proyecto alternativo a los lazos de ciudadanía abolidos. La
puesta en escena de la historia estuvo atravesada por las disyuntivas y
dilemas que no fueron resueltos hasta la deposición de Bordaberry. Por
eso. el “operativo sesquiccntcuarío" y los discursos históricos fueron,
muchas veces, las formas de manifestación de las tensiones a la interna
del gobierno. Peni también fueron el hilo sobre el que se intentó mostrar
el apoyo de la opinión pública.
En este último sentido, la profusión de instituciones propiciada desde
los ámbitos gubernamentales vino a suplir los antiguos espacios funda¬
dos en vínculos de ciudadanía política. I-a exaltación patriótica se
convirtió de este modo en un vehículo adecuado para la conformación de
núcleos de sociabilidad en los que el gobierno pretendía sustentarse En
1975 la atracción de los festejos históricos habilitó el surgimiento de una
serle de iniciativas particulares, velando pronunciamientos más explíci¬
tos y haciendo de la veneración nacionalista un modo privilegiado de
participación social. El dcnco oficial, por su parte, encauzaba estas
manifestaciones en una corriente inaprensible de apoyos tácitos. De este
modo. las apelaciones a la historia constituyeron una fuente de legitima¬
ción. no sólo como trama argumcntal de las posiciones políticas, sino
como sustento de una red social alLernaüva a los anteriores mecanismos
de expresión del consenso.
El “Año de la Orlentalidad". entonces, hizo de la afirmación naciona¬
lista on eje de los asuntos de la colectividad. Para ello, se apoyó en una
lectura histórica tradicional que transformaba al pasado en parangón de
los valores y actitudes prescriptos e interpretaba los designios históricos
en una clave mística. Esta concepción fue erigida autoritariamente en la
única versión pública del significado de los “Hechos Históricos", convlr-
tiéndola. además, en un tema articulador de la escena política vaciada
de sus contenidos y modalidades habituales. De este modo, se conjugó
un discurso patriótico y nacionalista Junto a una obsesión veneratlva del
pasado, canalizados en políticas autoritarias de gobierno. Esta combina¬
ción otorgó una proyección propia a un montaje histórico por si mismo
bastante fragmentario. Lo que aún hoy distingue y unifica la percepción
del mausoleo, la Imagen de la Plaza del Ejército y la figura de Latnrre es
esta conjunción que terminó tiñendo todas las iniciativas lustóricaa
oficiales realizadas durante 1975.
Pero los saldos más significativos de aquel “año histórico’ son.
indudablemente, sus improntas en la percepción actual del pai» y su
trayectoria Frente al monopolio dictatorial de las lecturas públicas de la
historia, los ámbitos privados se convirtieron en canales de transmisión
NOTAS
de otras visiones drl pasado. En esc sentido, cabe pensar en la incidencia
de la historia en la argumentación política y en la socialización ciudada¬
na alternativas al régimen. Junto con las consecuencias de la saturación
patriótica, es necesario conocer los electos de la insistencia opositara.
Estas son dimensiones imprescindibles para detectar hasta qué punto
las propuestas de la dictadura influyeron en las concepciones históricas
de los uruguayos.
1 Isahdn Cosse- Van la Maricartan, Memoria* de la historia. Una aproximación al estudio de la
candencia histórica nocional Montevideo, Ediciones Trilce. 1994. pp. 108-111.
2 Maren v Marcelo War, fracturas de memoria, Montevideo Ediciones Trilce, i 983
3 Eric Habebawm. A erados amperios (1875-1914), Rio de Janeiro. Editorial PaxcTerra. 1980.
pp. 14-16 Todas las citas tontadas de textos en idioma extranjero fueron traducidas por las
auleras.
4 Fierre Nora. 'L'cre de la conunernoraUun". pp. 977-1012. en Plore Nora (Dtr.1. Les Hewt tic
mémore NL Les Flanees 2 TradiUons. Séws. Oalknard. 1992. p 979
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6 trekw afiliados a U testo'todepmdenttstadá Mea* piieriemendnnanie a Franrtaronauzá.
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González. Los promotores de Alejar el 25 de agosto de 1825 fuemn lo* calorado* .loa* G.
Anilina y Pablo Blanco Accvedo. Ibéd.. pp. 227-242.
7 Ibéd. p 56
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perdurable del Centenario', en Hugo Achujar - Gerardo Caetano kumps.l Identidad
Uruguaya ¿Mito, crisis o q/lrmorlón?. Montevideo. Ediciones Trilce-, 1992 p. 86
9 Gerardo Caetano - Raúl Jacob, El nodmfenío del temsmo. Tomo III. El palpe de Estada
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10 Esthrr Ruu. Escuela. Estríelo y soaedad en H Uruguay de la modernización (1877-1938).
Montevideo. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, mime». 8.1 . pp. 88-89
11 Corlo* Real de Azua. 'Introducción', pp. 1 59. en Carlos Real de Azua. Antología de i Ensayo
Urugtetyo Contemporáneo. Tomo I. Montevideo, Universidad de la Reptihíca 1964. p. 58.
12 Carlos Demasi. "La dictadura militar un tema pendiente', pp. 29-49. en Alvaro Rico Icump 1.
Uruguay cuentas pendientes. Montevideo. Ediciones Trilce. 1995. pp 34 -35.
13 Flrandsco E. Panizza. Uruguay: DailHsmo y después. Montevideo. Ediciones de la Banda
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14 Patriria Funes. “¿Quées una nación?”, ponencia presentada a las V.lomada* Interesruela*
Departamentales de Historia y I Jomadas Miopía tenses Universitarias de Historia. Monte¬
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15 C. Real de Azúa. las orígenes de la nacmnolidad uruguaya, oh. di. pp. 164-165.
16 DSCE. 25/8/74. Tomo 6. pp. 438-439.
17 DSCE. 24/9/74. Ton» 7. p. 262.
18 Ibfci
19 Actos ins&ucianales ¡Decretas Constitucionales] Nos. 1 al 9. Montevideo. Editorial Teailca.
1980. pp 12 26. Decretos Constiludonulcs I ol 4.
20 l-uto Eduardo González. Transición y restauración democrática" pp. 101 -120. en Charles
Glllespie y otros. LYugnay y la democracia. Tomo III. Montevideo Ediciones de la Banda
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actuaT. pp 6 48. en César Aguiar y otros Apertira y Concertaaón. Montevideo. Ediciones
de la Banda Oriental. 1985. p. 42.
21 Geranio Caetano - José Rilla. Bnax historio de la dictadura. Montevideo. CLAEH. Ediciones
de La Banda Oriental. 1987. pp 23-24.
22 Junta de Comandantes en Jefe. Las Fuerzas Armadas al pueblo oriental TomoII. £1 procesa
[joHücv Montevideo. Fucrzus Aninslas uruguayas. 1978. pp. 341-342 y 347.
23 En su Breve historia de ¡a dictadura. G Cadanoy.l Rilla plantean que 1975 estuvo nignailo
por una doble encrucijada en la cual confluyeron d debate poético y d hlstoriogralko (1.
Caetano - J RÜLv Breve historia de la dictadura, ob at.. pp 22-28
24 O País 25/1 /75. "Auspirio»a Labor de la Comisión de Hechos Históricos”, p. 4.
25 DSCE. 24/9/74. Tira» 7. pp. 204-205.
26 RNL. Decreto 100/975, 4/2/76. p. 217.
27 EF flnis. 25/1 /75. ~CNH5 realiza un estulta dd arto de nuestra Independencia". p 4.
28 Slhrte Campodóniro Erna J. Maasera - Nhidca Sala Ideología y educación dietmte la
tanadum. V.uutcvxieo. Edkiones de la Banda Oriental. 1991 pp 27 28
29 aPais, 26/8/75. "BorJabcny: Til pueblo i mpone y protagoniza el proceso poli Üoo actual que
es irvuludanario”. pp. 4 y &
30 [b£d.
31 El prcsédenlr v su familia den lustraban públicamente un catolicismo practicante En 1975
se hu» iniinÜLStu ci entrelazamiento entre d ardo v las posiciones publicas de Barriaherrv
El 16 de noviembre asistió a la misa que afino d Sacerdote Airidca Sghirln celebrando su
retomo ■ la Pareoquia Nuestra Señora dd I tuerto de donde lo habla retirado Monseñor
ParleMi. Según lo manifestado por los consejaos Areos Péne y So»lana, sghiria estaba
profundamente i-tnaiudo a ¡ajüasofla ¡..Ja lapcditku que tiene el Gobierno y »*, ntrstntda
Síédurklad con b que podría Iku^turse b pasf.im antinumdstu. que informa et proceso que
estamos uniendo en la ROU. Flanqueado por las banderas nacional y cid Vaticano, este cura
afirmó Ptxnsueces en tu Historia, los crVólims hemos Ivnkic elorqtiílo uer a un/Vsidcnlc
lu/ ilulIv cti la Catedral Y esto no es puiilka. Que Dios bendiga t W Presidente Bordnhi’mj £}
País. 17/11/75. 'Histórica misa ofloóayer dSaoenlote Dr. AlddrsSrfiirla". p 11; DSCE
11 /11/73. Tomo 14. pp 37-40.
32 Ef País. 20/4/75. Xamblo* constitucionales para el nuevo Estado Las FFAA. seguirán
alendo d sustento dd gobierno', p. 6.
33 S. Campodónico - E. .1 Masacra N. Sala, oh dt. p 13a
34 Carlos Drena si. De orientales o uruguayos trepase a ¡as translckxvs de ki identidad)
Montevideo, mimeo. 1996. p. 12.
.35 C Real de Azua. Los orígenes de la nadonaUdad uruguaya, ob. dt.. p. 270.
36 C. Demasj. £>■ orlo litas a un***» ^ írcyxiso u ¡as ímn-arX**»«; de In fcfe» iólíc*Ü. ob. dL o. 12.
37 Ibid.. p. 18.
38 F Panizal, ob. dL. p. 195.
39 El Soldada, agosto 1975. "Rdteramos la bendita testarudez llamarla Fauna*, pp. 10-11.
40 Alfonso Lcssa. Estada de guerra Déla gestación del golpe del 73 a In mirlo de Borr/nU-oy.
Montevideo. Editorial Fin de Siglo. 1996. p. 180.
41 Junta de Comandantes en Jefe. ob. dt.. p 93
42 Se realizaron múltiples gestiones Intentando conseguir los registros de las campañas
televisivas de 1975. Según las fuentes consultadas, estas grabaciones no se conservan a
causa de las técnicas de la época y a la ausencia de publicas destinadas a remediar sus
limi bidones.
43 Claudio Rama - Gustavo Delgado. El Pistado y luaitura en Uruguay. Montevideo Fundación
de Cultura Universitaria. 1992. pp. 37-57.
44 Néstor Gama Canelinl. Culturas hibrtlas Estrategias para entrar y sahr de la mx^mdruL
México. Editorial Grijalbo. Consejo Natkxud pora la Cultura y las Artes*. 1990 o 135
45 Elfriís. 8/4/75. Publicidad, p. 7. H
46 a Rús. 8/3/75. "Desembarco enla Agradada v encuentro de los Compadre* conmemoran
en el mes de abril*, p. 6.
47 E3 País. 18/4/75. Publicidad, p 5: 29/4/75. Publicidad, p. 7; 7/5/75. Publicidad p 7-
24/8/75. Publicidad, p. 17. 24/9/75. Publicidad, p 6; 11/10/75. Pubbcriad. p. 29:
30/12/75. Publicidad p. 9. La CNHS celebraba como aniversario de la "Abolición de la
esclavitud" d 7 de setiembre de 1825. fecha que en realidad refería a la abolición dd trafico
de esclavos y a la hherrad de vientres.
48 EtPrtís. 18/5/75. Publicidad, p. 16: 18/6/75. Publicidad, p. 7; 17/7/75. Publicidad, p 11 .
49 a PaIs. 24/4/75, Publicidad, p. 7: 16/5/75. Publicidad, p. 5; 17/5/75. Publicidad, p. 3;
27/5/75. Publicidad, p. 6; 14/6/75. Publicidad, p 4. 24/6/75. Publicidad, p. 9 2/12/75
Publicidad p. 7.
50 El País. 18/4/75. Publicidad, p 5.
51 E¡ rafa. 2/12/75. Publicidad, p. 7.
52 Emilio Ingnyeii. Del Monte Ottm/jo a la pendlanurri uruguaya. Montevideo, mimen 1995,
P- 24.
53 EtPcds. 1/4/76. Publicidad, p II
54 El País. 20/4/75. 'Estudiantes y trabajadores junto a la ciudadanía en los quinientos actos
patrióticos', p. 9
55 Ef PnLs. 25/6/75. 'Un lema para reflexionar", p. 5
56 Elíseo Verón. Sentíosla de lo ideológico ydeipoder. La mediación. Buenos Aires. Facultad de
Filosofo y Letras. UBA. 1995. p. 107
57 El .Soldado. nhrU 1975 “El fin de una leyenda negra". P 3
58 C&nnaPerelh. Lra rrtftores y tapestJónpúbficu Montevideo. Pdtho. 1990. p 14. Como otro®
analistas políticos, esta autora analiza d proceso de transición hacia la democracia,
mostrando la presencia de una matriz, ideológica en clave ciudadana en la propia decisión
de refrendar por vía eleccionaria los cambios institucionales.
59 Ibid
60 El Pnis 28/6/75, Publicidad, p. 6.
61 El País 31/7/75. Publicidad, p. 9; 14/8/75. Pubüddad. p. 10:21/8/75. Publicidad, p. 7:
11/9/75. Publicidad, p 12; 19/9/75. Publicidad, p 13; 25/9/75. Publicidad, p 10.
62 El País 30/9/75, Publicidad, p. 7.
63 Ef Ata. 21/10/75. Publicidad, p. 7; 24/10/75. Publicidad, p 13; 25/10/75. Publicidad,
p 7 8/11/75. Puhliddad, p 7.
64 El País. 19/10/75. Publicidad, p. 10.
65 El Puis. 26/10/75. "Uruguay, de ayer y de hoy'. Edición especial, p. s/n.
66 S. Campodórdco - E. J. Maasera • N. Sala. ob. dL. p. 46.
67 DSCE. 24/9/74. Ibrao 7. p. 203
»»8 GerardoCaeiano JoséRilki. Histonact»UemporwiendelLkiigiiay. DélacolavaalMetrosiir.
Montevideo. CLAEH. Editonal Fin de Siglo. 1994. pp. 262-264.
DSCE. 24/9/74. Tbmo 7. p 203
70 DSCE 11/12/74 Tomo 8. p. 473y p 490; 11/3/75. Tomo 9. p 94.
71 DSCE. 24/9/74. Tbmo 7. p. 206.
72 Ana Frega. La construcción nrxiurnetiíal de un héroe. Montevideo, mimeo. 1995. p. 12.
73 Gabdd Pdufló, "Crisisde un Inventarlo", pp. 63-73. en II. Achugar - G Caetano (campa),
ub. di., p. 68.
74 Ihki. también A. Fraga, ob. oL. p 11
75 A este respecto. Jürgen Habermas plantea: "En la conciencia nacional se da una tensión |...|
entre las oríaitadoncs universalistas de valor dd Estado de Dercrl» y la democracia por
un latió, y el parUculansmode una nación que se delimita a si mi» na frente al mundo externo,
por otro". Jürgen Habermas. Identidades nocionales y pos ¡nocionales, Barcelona. Temos
1965. p. 91.
76 DSCE. 3/9/74. Tomo 7. p. 207.
77 El País 6/9/75. "Emástón de sellos postales", p. 5
7H El Ata 22/3/75. "Hcstiarran b Playa de la <V 9 ?idada. un Escenario Natural de la Histeria", p. 1.
79 EIPnis. 18/4/75. "Selloaluslvo a los33 Oriéntales", p. 6. La vo«cllsco«ifoniiedd'Rlatellsto*
no se hizo esperar y señaló que el sello era demasiado grande, que no mencionaba al
Scsqulccmcnario v que el ciclo era blanca. El País. 28/4/75. "Sella de Ira 33". p. 5.
80 Ef Pe ils. 2/3/75. "Bocdabeny campana íntemadonal de calumnias y de falsías Caita dd
Presidente a un Universitaria canadiense", p. 1.
81 DSCE. 4/11/75. Tumo 14. p. 5. El País. 27/8/75. "Sdlos españoles alusivos a trinas
uruguayas", p. 5.
02 N. Garda Canelinl. ob. tíL. p. 177.
ai Ibld.p 150
04 RNL Decreto 109/975. 4/2/75. p 229.
2
orientales” pp. 125-1.18 o. Batatín HtstortaSÍ/^¿T!^49 l T5TM^i y Sífí 1 "*!!*
J^cr W Qírdto. Departamento de Mor^*,,. Errado
«7 El Aaís. 23/8/75. Un ranobv» relato de la gesta" pp 8 v 12
SíSKJY" ^ *“ ^ * i-i» — * te Treinta y Irás
»nS 17«/re :!^;i Jen °‘T 33 0rtcnUtes ' y ’»«=•- °»«s' a CoíoolaV, p 8.
i*, “ ” ¡I' 4 ' 75 - l^oí^an calles con nombres de héroes* D 5
?I «5?¿? /4/75, " E1 UcaL CrWl «*und6 las obras de l975” P p ».
92 aftjls.23/8/75. Edición Extraordinaria -Labordrli (VimUh. a» u
94 N Garda Candín!. ob.dL, p. 182
l SiS¡£ 5‘5
96 RNL. Hcsolunnti 1097/975. 8/7/75. pp. 47-50
97 fbíd.
9« RKL. Decreto 1006/975. 29/12/75. p 1966yDSCE 12/8/75 Tomo 12 nn A..7 rw.
<*« O n^cntrnlen^
M^amT En,rT Hfc * ^ lc "lennonamr la ex quinta de
W lar nada es d próximo poso en la recuperación del Hotel Carras.»" n 91
99 N. üarda Candín!, ob. dt p. 184. i-arrasro p. 9).
¡00 RNI, Resolución 1280/975. 7/8/75. pp. 332 335
^ ^ ^ ^ Montevideo. ImpraiU Don
üríssüE’E' - 9
Mnntrvldeo". p. 6, " m,nCUmM ‘ b ““ P 3 ™ *ü monummlo a Uwlk*, „
106pt onlv.oT' dlol l „yv, -JuanAntonio UwlkJ,-. pp. l t ao.on CNHS BasesMcmcuwp on,
£7 f^MontovtCí^
107 liad
108EI ftiis 17/6/75. Publicidad, p. 9 .
!SKJKY/^- 2 T!J 7 ¡£ ™ - 5
: »££ ss& íssrnsr * J »■ 5
1I3DSCE. 25/11/75. Tomo 14. p. 63
ii4n»d H
122
!!Ií r lh Ley i 44,>4/75 - 29/l2/7íl p - '«3: D8CB.29/12/75.Tbmo 14. pp. 500-501
1 IBA. riega. ob. dt., p. fi.
119C. Real dr Aaia. ¿osorígenes de la nnrin niAlHnrl nn ^ mniv» ob ^ n vr>
1209*1 p. 180.
121 E1F\iͣ, l/4/75. "Desde la fctndackm de Durazno harta boy", p. 11; 20/7/75 Batalla dd
Rhicxm p. 26 y RNl.. Resolución 1097/975. 8/7/75. pp 47-50
122 ® 2/6/75. "Cajo del ádxrl ik- Fructuoso Rima ae plantará aquí", p. 8; 29/11/75
TJucvo Monumento Histórico" p. 5
1230 Arus. 15/4/75. Publicidad, p. 11: 23/9/75. Publicidad, p. 10
124 £2 País 9/9/75. "Se revivirá en Flores una histórica marcha de Rivera", p 16.
125CNHS. Exposición EJ Nocftiriento de Nuestra .Nación. JflJ J a 1830 JCbtóknrt Montevideo
Imprenta Colarobino. 1975. p s/n
I36t*d.
127 El ftiú. 24/8/75. "Significado histórico del Abrazo dd Monzón", p. 19.
* ^ /T^PubUrtdarl p 5 No pu«le dejar de señalare la referencia u Ure-Teniente»
de Artigas . nombre de la loga del ejército que Impulsó H golpe de Estado «le 1973 Debe
mencionare también que el urbano oficial dd Centro Militar Ilustro su carátula dr man» de
i ® 75 00,1 rrlnUos * Campbell. Andrés Latorre. Andrés Ailteis Blas Basuakto
GírrgoriJo Agráv y Femando Otor^iés. bajo el Ululo "Los teniente* de Articas" H S,élotlrz
mareo 1975. p. 1. '
¡ 29 £1 Aiis, 3/5/75. "De LavaDeja a su esposa Ana Monterroao de LavaDna". p 5.
I M í¡ m * T °T* 1x1 Aiac “ n f ‘ rn ’' ‘ WÍ, ík ' " u 4*tr Monlrvideo. Arca. 1995. pn 2S26
¡i fMthropnln rpe de iEtai. Paria ArmaixJ CoBn edlteur. 1990. p 19.
I U 1XK.E. 22/7/75. Torno 11. p. 24-1
MSaotoreUpráctlca de la "goicalofiía pragmática" en d Uruguay Carlos ZubUUga. GeneoMi
r/listona; vi caso umpuai/o Moráevidco. mimen.. 1968. pp. 52-55
134 í líuidir» Rama Gustavo Delgado La tuxmatkta cultural dil Uruguay. Marros jtmtlkxn
S0wm>l y oiganimnanak? delacuhum. ¡940-1990. Montevrrleo. Fundación de Culture
l inivrniJlan.i. 1992, p. 75. Se trata dd Decreto-Lev 14562/76 24/8/76
l initsi E. 7/10/75, Tbtno 12. p. 218
I an « Allí. 4/ 10/75. -Pequeña «Jesccndlcnlede LavaBcja bautizada rn Catedral de MonírvUlrt,".
! i' SiS?* 2?ÁtíTí ‘ 5 -°? P ^f"“ 11 ^ rr,n «Ver liasta la Playa de la Agradada' p 9
I MI 11 a K 8/4/75. Torno 9, p, 260. 2/12/75. Tomo 14. p. 180.
I «•« Alt*. 5/7/75. "Asa vivió Mdo los festejos de sus 180 años p 6
SÍSÍÍÍ 4 -ÍÍÍ 75 J?Í2I!Í l ‘ yamiy na ' Dr V «J'^aonrtn.s-an lia» del Ejército', p 9.
a/10/75. “liaza dd Ejército”, p. 8. 1
14 I /.I /bis. 20/4/75. "El ürai Cristi anuncio las obras de 1975". p B
i”«,ir. ™ jd >
14 11 I 18/2/75. Tbtno 9. p.19: 19/3/75. Torno 9. pp 163 165.
n [l** 150 ártmles que simbolizan los Imlrus liistóncos* p 9.
»< • 10 A6«, 26/8/75. "El Gotürmo se reunió 150 añuy después rn Florhla". p 2.
pm ym s>
14« M !'««•. 19/7/75 Arto Nolmuir en I1«un Constitución", p 7.
• "'J « mm« i.» c HiK'ihil. rih ril, p. 158.
' ^Í 1 EdWón Extraordinaria. "LábordclaOorrtslúr.
ISI Mñu ilrtoOslaHHWifica'.p. 10 y DSC E 13/5/75. Tomo lü p 40
l%l M Arlo ™ /7/7ñ, 1>raunsn a Muaeo Montáis, b. Añeja Aduana «le <áltw' p 8. 9/9/75
.V '" n,hU,, ^ n ' r, ^ ,rn ‘'' P 4 3/10/75. PubhrtdscL p 5;
I». V í l-i,, “ n,c »«frtt*»sdo H Museo Juan M.mud Blanes". p G
' ■”*“ Dismocmi dr Monumento liirtorii»". p 5. <i/7/75 legarlo al
PtantánlSro". |I 13: 28/10/75. ‘Biblioteca AmrrlrAniMii en la arde del m, BatVxi dr
Londres .p. 5: 10/11 /75. 'El Museo Naval inició traslado de sus mezas hada la Aduana de
Oribe . p. 9.
I53« País 3/4/75 “Scsquicenienario La A.U.P. Invitó a Alemania para jugar unHatoso en
oct ubre *, p. 1; 13/12/75, *?ara el recuerdo: MusenrV! PtitboJ". p. I.
!54C. Rama • O. Delgado. El Estado i, hoiíhiraw Urugimj oh cit. po. 99-100.
155 ® *“**■ 22/B ^ 75 «**» precedente» en H Cono Sur Acontecimiento artístico
excepcional cae] Museo Municipal Precolombino*, p fl
156 £1 Puis. 16/4/75 Rescatan piezas tavOgenas .le Lis islas de] Sallo Orande*. p. 1.
157 En la revista EUZMadodri Centro Militar aparecieron vanos artículos sobreestás tenias, en
rtr * < ' p>I IUi pcr^pcrLxi vino dada a las nuevas exploraciones y descubrimientos (Q
SMdaüo. lebrero 1975 T^ii«Mroliortmfiteaih\iralüK!«cr.a-.p.23 : fehrero 1975,-Laniúalra
mírelo»cliamjas’.p.22: abril 1975. "Laniacra«níacharrúa sucuhunimatenar iiu 44 -
45.1 o a la tradicional vinculación éntrelos Indios y d proreso ir. depet «dentista (ElSotfnrii.
diciembre 1975. "La constitución de la Nacionalidad uncnüd* p 461
158 Ef Priis. 3/10/75, Publicidad, p 5.
159 Estado Mayor del Boxita. Departamento de Estudios Hiatáricos FbitalezadeSanta Teresa
5 Historia, «rgantoarión 'rukhir en ef siglo XVW. Montcvklco. Universidad de la República!
160.N Garda Candín! ob. dt. p. 132.
161 n Pilis, 18/7/75. Nacimiento de nuestra nación vibrante acto en el Palacio*, p 1.
162 £3 País 1R/7/75. ‘Narimlenlo de una nación: hoy abren muestra al publico*, p 4.
163 La exposición aprnver halta d titula "Nacimiento de una nación*, conocida película de 1915
del director D. W Grifihh sobre kt Guerra de Secesión norteamericana
164 CNHS. ob. cit.. p. s/n
I65C Real de /Vais. Los orígenes de la nacionalidad umatoaja ob. dt p 54.
166 CNHS. oh al., p. */n
167 Gerardo Caetano y José Rilia. Prólogo* pp 5 12. en C. Real de Azúa. Los orígenes de la
mnonulkkid uruguaya, ob dt.. p 6.
I68C. Real de Azúa. Los orígenes de lo nanunciUdud umquatn .5b ett up 173-174
109 Eírtrís. 13/7/75. Publicidad, p. 6. W
170 La -Comisión de Acuñaciones Conmemorativas de los Hechos Histórico» dH arto 1825*.
dependiente de la CNHS. realizó un llamado a concurso para la reaiutu ción de ocho bocetos
dti anverso de medallas cor urtemoratuns / ../ «Aiís. 1/4/75. Publicidad, p. 11 El ganador
del concurso fue Santos Marta ir/ KocIl cuyos bocetos fueron expuestos en la referida
exposición E/ftife. 25/4/75. Publicidad, p. 6.
171 £3ftus. 22/7/75. 'Moda Caído en d Palacio l^glsfciUwj* p. 1.
172 En 1976. la CNHS continuó con su pfan de pubbcanones de la colección -Ediciones del
Scstjuicentenarto* editando este libro prolijamente ilustrado por Federico Hdfly Femando
Assun^ao. Pichas criollas. Montevideo CNHS, 1976.
173CNHS. ob di., p. s/n
174 DSCE. 22/7/75. Tomo 11. p. 236
175 El Rus. 15/7/75 “El nacimiento de nuestra Nadóri la historia agruparla eu d Palacio*
p. 10.
176 El País. 11 /7/75. *N acimiento de una Nación: d IB comienza muestra histórica* p G
177 N Garda Canchni ob. dt.. pp. 160-171. donde d autor realiza un pormenorizado análisis
del Museo Antropoideo de México.
178El País 20/8/75. *70 mil personas visitaron *E1 nacimiento de Nuestra Nadón” p 5
179 DSCE. 24/9/74, Tomo 7. p. 203. P ’
180 El País. 8/1/75. “Veintiorlm proyectos de Mausoleo para el Prócer*. p.6: 18/1/75 "En diez
días inician mausoleo de Artigas*, p l
181 ¡3/5/72^ SlOfl 23 ^ 0775 ' PP- 1164-1167 I nuil nen RNL. Resolución 762/U75
182 a Puis. 19/7/75 Entregan las ofertas de precio» dd Mausoleo del Oral Artigas*, p. 4:
lfi/8/75. 'Inician antesde linde mes la conaducdóndd Mausoleo*, p. 9; 10/9/75. *TVni»ajri
en Mausoleo: a 14 días del fin de excavación sin resto» históricos en la Plaza Indcpendcrada’
p. 8.
183 George 1. M&w. lo nazlonahzíazlone deÜe rtnsse. Sbnboksmopoítlíco e moílmenti di matM 1
in Germanfa HUIS I033L Bologna, Ed. n Mulino. 1975. p. 69
184 El País. 15/11/75. ‘Bardaberry es d momento de devolver a Artigas su papel como d
UnJficadar". p. 1.
I850AMS» 6/5/74. p 1 cuCEIU. El L/ru^uaydelacrisóia b dictadura f/967-1985). CrontÁrjIn
corrparada f 1 974-1985). Montevideo. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Estudios IrUrrdlsdptlnarin» del Uruguay, s f
186 A Lrssa. ob. dL. p. 163.
187 ¡H Aiis 15/11 /75. ‘Horda berry es el momento de devolver a Artigas su papel como el
Unificadcr*. p. 1.
lNBfbid
189 Gerardo Caetano -José Rilla. ‘Izquierda y tradición en Uruguay*, en La Lupa. Brecha I julio
•le 1968.
l90Canm Perefli. Someter ocorwentxr. El discurso mtfAar Manlevtdeo. CLADE. Fdldorvesdr ki
llanda Oriental, 1987, p. 19.
1ÜI Esta visión había sido usada anteriormente fompartndolo incluso con Cristo, comolilclcni
Mario Ecbegnyen (presidente de la Asamblea General) durante los homenajes al hirmtn m
no dd oslaba o del prócer. El Pnis. 20/6/64. "Solemne turuaiajc ai paladín del federalismo
y la democracia rindieron los poderes púhlíros*, p. 7.
IWOAtua, 24/9/75. 'Emotiva recordación de Artigas en Plaza Independencia a los 125 artos
de su muerte*, pp. 4 y 15.
||«S WC6. 5/8/75. Torno 11. p. 335.
I *4 DSCE 8/7/75. Tomo 11. p 222.
196 A. Froga, ob. dt.
I"6< NI B. Inauguración del m o num e nto al general José Artigas en Madrid Montevideo. CNHS.
Imprenta Uruguaya Colombino. 1976. p. s/n
|U? Yanuuidu González. Un siglo de acción gremal g prdngñgicn dd magisterio. 50 unos de lucha
>1,- la WM Montevideo. CIEDUK FESUR. mi meo. 1996 p. 9
IWM D‘a E 19/11/75 Tomo 14. p 116
>' rl < / Aun. 28/6/75. 'Antea y después del 27 de junio de 1973". p. 7
VI"11J Alte, 23/10/75. Publicidad, p. 11.
Viil Et l\ús 20/4/75. "CamhioA constitucionales para el nuevo Estado. Las FF.AA. seguirán
deiKlo H sustento dd gobierno*, p. 6.
7112 lililí
v» M M Aas. 26/8/75. “Este no e» un proceso de un día*, pp. 4 v 8.
20# UmI
TOfISiéd
Vt"i. Imita de Comandantes en Jefe. ob. clL. p. 383
SNI7I. K González. 0(1 cit.. pp. 106-107.
MONA Cwnptulónlco B. J. Masacra. N. Sala. ob. di.. p. 29. Existían en el elenco gubernamental
«Hiña exponentos dr e»la vertiente docinnaria. en c^icrial en el Consejo de Estarlo Al
iMNNcnajcar n Franco a mi murrlr. varios tonsrjeio» 11 unlfnUiron lid niisrripción IdeolóRií n
UdMilfe Al KM tlr. }«u ejemplo, so»tuvo: El nnutílndr hay recita empieza a con qrns u ter d pelero
/■mziiniivo flt -la irunslón dd mtmismo y kiJt wma en que las verdades rrxLs travr-ndenhúc \
fOmn Hbrtrlad yktdernucmcta. son uitoarirK por esta corran le puliilro fOusqjktiprira tnutucnr
•rriilrlnrii's históricas DSCE. 25/11 /75. Tomo 14 p. 161
viHUi I Mnv* oh. rit . |)p 20-29
V MI IU Arta, 24/9/75, Emotiv i recordadán de Artiga» en Plaza lialqirtMlmLiu a los 123 hOc*
<t** mi muerte*, p|> 4 y 15
71 | >l‘Mr l.ulat .istiignoLi PatikiMlrre».H(tmguaijdelodktailiva/Wrj 19851 V.3 lakUsé^jta
f fukmlr la dklnduru. Montrvulro. Edldones ilr la I5.rn.1i Orlmuti. 1989. pp HO H7
212JJ mis 18/6/76.-Paülóljco desfile de Eacolarre* p 6
in ^' rBd ° •»« ^ ra**» P . &
2¡;sís »■
2l6£ÍPais. 12/4/7T5. “Prayertarjacloapara loa225udosddCordón, p. 5-15/6/75 ‘MuntAidro
««cumpteartos
? ¡I !? 23/S/75 ‘ brandes ^o» para honrar la fecha*, p 4
;a32 Moiücvldco Talleres Blcqgloy Bnto. 1932:Asocianón Patriótica del Uruguay Prtnvr
S2S^T Dd-l * W 25 **”***** «« Montevideo. '¿¡SSE
219C ‘ militar: un tema penitente*. oh dt. pp . 41-44 Puede díame a
Lori ^ M 3° ram ‘ r,,to * ^ Cortos que sustituyó a la Junta
Lr*aJAutonama y canalizo demandas postergarla, Durante 1974 y 1975 propuso al
Intendente Interventor Hebd Bardos un conjunlode merfiri.tsquc abarraron deJfcSrjw de
d^re!i*is!rrivtnrk'hasta lareaperturade^hft>llolccapw!dSh^a!^4iKlas
re*indlc.»dones. eqiedalmente las relaciona.tas can la actividad cultural fueron
concrwaiKkisc en los artos «guientea. Marrdo González y niros. *U dictadura u oh lar m San
Cadoa (una apuumnación desde lo político parudunor pp. 147 177 en aa w Htskrim
Oí***, Tomo 1. Son Corte. MoWo. CLWSH.1996
2?M ^^ w U r ^ ClJ *^ ra mfl ‘ U,r 1111 tCma P**B*r. oh. dt . pp. 41-44.
221 M González y ota*, ob. dt.. pp. 154-156.
£5 1/6/73 ' Crifhra rtún en Salto dd 25 de afínelo*, p. 10.
223 RNL. Decreto 220/975. 18/3/75. pp. 506-507 H
224 ¡SOSf^ü “ EstUdiant “y ^podares jumoa!ladudadania en los quinientos actos
225DSCE. 9/9/75 Tomo 12, p 104
226 íf'Jíf ^ anpl °' la Eecuda Experimental de Las Piedras colocó una placa ni tumor a Sahas
OUizoLa ptonoo de la educación experimental de los artos treinta £2 A** ] 5 / 9/75 -se
"WÍ»Mw«n U» Htatnu, un ™<cta ra™ta, rj na a Sab., OUtnJa '
^^^T°*J¡^ yb ^‘ rfrald ' S<lnjMt !”<.«**>.tnnr«nmnl<i a l a n«*l a ,
uríír t; y Cám “ n ‘ ** pu * in h -Rama»
pU; 35/3/7s - ’ EI ** .— 1 — *
f * W75.-a*^
229 Cfr . por ejemplo. DSCE. 13/5/75. Tomo 10. p. 50.
23 ? pledra ^ “"h ® 10 P*™ acufl “' u™» moneda*, p. 10
3/5/75 '
232 ^JT^'LÍJL 230 ' anK ' rrsar *° * ,a tildad de Artigas, por ejemplo, fuerais bnuakrtas
•233Hftfe 15/9/75- “Cruzada de la OrtentalidacT desde Sauce a Asunción* p. II ie/9/75
^ Solar de AdJfías en la noble üeJ^uÍa^ u *
Ma» 1 ? fl^r y un poco de tierra para un homenaje*. p. 10 . P
234 £1 Soldado, febrero 1975. *El pueblo ya hizo eoudcnds*. p 6 .
,rad ‘ d< “'“'’ » 315 «" »—*• "* ‘9. M«™. a-nt.
23b £1 País 28/6/75. Publicidad p. 4 .
SI £££ wíJ4 .'t^TpT, -"■—* «—» ■* -p 7
126
Ota S í? 4 * - l SfSfZ ^ anCkm f a * ^ PaÜla cuirTdn * rión ^Dairtc: fue emlUdo el Mío*, p I
240 0 Was 17/3/75. Inspirada tetra tiene la canción Trímero Oriental', p 1; 17/3/75 KJ
Ttatro íiolis vivió ayer grata Jomada* p. 31.
241 RNL. Resolución 503/975. 1/4/75. pp 580 581.
oí? , l ?. / f /75, ’ Conifenz * n a Preparar el 2* Festival Canciones a MI Patria*, p. 9.
l /U /7 l‘ Al . luncUl1 d y FrfítJVÍÚ folklórico Oriental de Canciones a mi Patria*, p 7
244 F. Hcbstxiwin. TYadiciones unmtadas*. oh ni d 8
245RAL. p. 9. ‘
246 N Ganda CandínI. ob. dt„ p. 201.
247 DSCE. 27/6/75. Tomo 10. p 80.
248 a Soldada, febrero 1975. *Y Defía otro Carnaval* p. 27
249DSCE. 19/8/75. Tomo 12. p. 5.
250 H Rriis, 22/7/75. Puhliridad. p 17.
261 E. Hoh.sh.iwm. Tradídanea inventadas*, ob. dt.. p 9.
252 H SoUado. agosto 1975. 'Primer Congreso de nruiüdpte v fuera* productivaa de la mOón
este dd pais se realizó en Minas*, pp. 12-13.
.*53 RNL Decreto 98/975. 30/1/75. pp. 210^211
254 A Lenta, ob. di. pp. 168 171
J55C PereHi. La s miliares i/ la gestiónpúUfca ob. rit.. n n.
S5i : 27 ítn^i PubU ? dad - P 10 Hf * J ,u¿nH amumentadocoiilrariamente a la resolución
r”? Ejccuth-o. rechazando *que loa resii* dd Coronel Lalorre descansen en el panteón
^?™«!^!i^' nnia:!0/11/74 ^S">CEIU.atv Iw ^d S l.m»utadkto í un,
(1967 1985f. Cmnoloyia compararla (19741985) ob dt
2970fhk 4/5/75. PuhlkirLvl. p. 8.
ifWiUrtiís. 27/4/75. Publicidad, p 10.
W» « País 23/5/75. Publicidad, p 3.
: r,’ 7, Wl "" ^ •» lU*™' p» > v 7
2112 A Ijrwa. ob. dL. p. 91
Jta "í 1 <V* mayo, un día antes de enviar la carta a Vadera, bordahrrr,’ se habiu dirigido al
|'»l««lnite Oscar Raclietti expresándole la misma preorupudun.
8t4ll4rl.p 170-171. ^
JhftM IWs. 24/6/75. “Colocan Placa donde estuvo su casa Emotivos actos en puerto y
reiiwiterto , p. 4. *
/?5 ' ~ R *P <>trt *f m 108 ^ Lorenzo Lalorre durante el próximo mes de
» P « a vonúauM de arto Uts FFAA hablan tnaugurado el Lirm Mtttar N* l can el
.'""•"•r de Coronel Lorenzo Lalorre RNL Decreto 13/975. 2/1/75. no 22-23
211/ W 8A 26/4/75 *Wep.itri.w ion de los restos del Cnd Latorre* p 5
Wfl M.Snlrlnrio abril 1975. ‘Honrosa y patriótica misión del Coiond ííañl Fentáivlw. Monteavarr,
•t iMKiKM Airrs’. pp 10-11.
'T7 .• ,975 -2" , “ re ™ lrt » 1 '(ue 0 ( r r ü ü aa ta«ftoraInMLa.omr^R™,,, p,,
I» c nuiiséCH) de Damas de nuestro Centro*, p. 4
i/tu l'nrDi L« indilurrr, y la flesitónpúbikxt ob. dL. p. 15
2/11’ Psniotti. ob. cit. p 181,
2/2 Mus ailA de I.m limonlav.ihler, diferencia* existente» entre las diferente» \rrslonm dd
pwiiiloraainou niyiyo .vanosdesuaautorrainiscanocldoacolncldteronenealarvaluadon
í. ?’ hm " n,Pn ' rt **• pw trapío tanto Roberto Ares iVs* en
""*7 ^«Ki» «MMo» Alberto Methol Pené a, El as.x»,mAI«rw
y« ... te Mtu lindo en su Mistarla d.» te Orferttate sertafcuon la Importancia <lrl goblrroo .fe
l.-i.»rrn,HsBsiua«i,ir.ii...HKMartoni«femr. En l975Alon*oFrnwi*fe7< abrrBl,*.Ute
.H. lila.. »2..r I. .fe srsuetiai taterpretadones de corte revtstanlsu Perú admAa.
r “'.¡¡¡V '*"***' alud irruir... t, iwlmilndán ron H Intorrlmmo prufsqp ,n,U i* s
la daisditis Bn ew snitidn. aAnnalM qur Lntnrrr f,s- lB i nulitar mdiv.i que Rrotaó .líim
pastíwa y trascendente y. sá; ezagervr ei tiempo de su pennanentíct pragmático y suspicaz,
seJue pasada la necesidnrí apremiante que habla explicarle su empresa. Alonso Fernández
Cabed*. Corone'. Laborve. su gobierno, su obra. suJuiaL Montevideo. Serie Hatees. 1975.
pp. 5-6
273Por ejemplo, Jo mt Pedro Barcón - Benjamín Nahutn. ¡fisiona rural det Uruguay moderno.
Tbmol Montevideo. Ediciones de la Banda OrleiitaL 1967. especialmente "Paite 111: La base
política La crean ón ciH Estado moderna y ei militarismo".
274 El Soldado, abril 1975. "El fin de una leyenda negra", p. 3.
275 Ibxl
27G B Saldado abril 1975. "Síntesis biográfica dd Gobierno dd Coronel Latarre". pp 12-19.
277 El Soldado, abril 1975. "El fin de una leyenda negra", p. 3.
278 El Soldado, abril 1975. "La[orre y su época", pp. 20-23
279 fii mí
280 El Soldado, mayo-junio 1975. "Latone y su época", p. 10.
281 Semanario Búsqueda 11/7/96. "El Ejéraio ‘cumplió con su misión en la cristo que arahó
en el golpe de Estado de 1973. opinó el historiador Reyes Aliadle", p. 13.
282 CE1U El Uruguay de la crisis ala dkiathauíiy67¡98&I CrvMÁjgiucvriipurudat1967- ¡973).
Montevideo, muneo. 1995. también revista Posdata. Edición Especial: "Secretos de la
dictadura", febrero 1996, p. VI.
283RNL Decreto 006/975. 5/8/75. pp. 284-296.
284 O Ras. 15/4/75 14 de abril ‘Que aquella insania no transforme las mente» de nuestro
hijos", p. 11
285a Puto. 17/5/75. "Homenaje recordatorio a tos soldados caídos por la patria", p. 10;
18/5/75. "Les rinden Honores militares vecinos entonaron el himno ante sus cuerpos",
p 5.
286 a Pilis. 6/8/75. “Homenaje a victima de la sedición en Trinidad", p 7.20/8/75. “Tres arios
de cobarde crimen de la sedición", p. 11 y a Soldada agosto 1975, "Capitán Julio Cesar
Gutierres", p 8: “A tres artos de la tragjca muerte dd Coronel Artigas Alvarcsc". p. 11
*287 H Soldarlo, agosto 1975, "Julio César Gutiérrez, p. 8.
288 S. Campodóniro - E. J. Masacra - N. Sala, ob dt.. pp. 77-78.
289Jcrónic Hclic. "Les armes", pp. 237 282 en P Nora (Dtrl. ob. clL. p. 238.
290 a Soldado, mayo Junio 1975 "El rincón de recogimiento espiritual" p. 38
291 El Soldada, lebrero 1975, “Corond Ramón Trahal. ‘...es otra tributación, que de su sangre.
uUmdon las FFAA. ol altar de la Patria"', p. 7.
292 a País. 20/12/75. "Emotiva remuonla al cumplirse un ario del asesinato", p 15.
293 El País 14/12/75. PubUddad. p. 14
294 C Percllt. Someter o convencer, ob. di., pp. 19-20.
296C PrrrHi. Las militares i/ In gestón púbtirn. oh dt. pp 18-19.
296 O País. 12/11/75. Publicidad p. 7
297 RNL. Decreto 170/975. 4/3/75. p. 391 Decreto 876/975. 18/11/75. p. 1300
298 a Soldado, lebrero 1975. “Ante H 68* Aniversario del Batallón de Infantería No 9". p 26.
299 a País, 2/3/75, "Bordabeny: campaña internacional de calumnias y de ialstas. Corta dd
Presidente a un Universitaria canadiense*, p. 1.
300A Lesea, ob. ai., p. 162
301 a País, 22/3/75. "El por qué de tos dificultades uruguayas", p. 5.
302 Cfr.. por ejemplo. O /tato. 21 /10/75. PubUddad. p. 7.
303Soto. JuUo R-. Proceso de la educación en ei Uruguay. Montevideo. Consejo Nanonal «Ir
Educación Secundarla Básica y Superior. 1975. p. 10.
304A. Lcssa. ob. dt. pp. 27-28.
305 Las escasas referencias al temsmo fueran realizada» por consejeros de Estado fundan ru
talmente para argumentar resoluciones sobre la gestión legislativa (DSCE. 18/2/75.
TIhuo 9. pp 17 181 En general los consejero» no sabúur a qué antecedente» remitirá para
definir sus atribuciones y funcionamiento frente a un parlamento tan denostado como
tradicional Ipor ejemplo. DSCE 18/3/75. Ton» 9. p, 1331
306B. Ruíz. ob. dt.. pp. 88-91.
307 £3 Soldada, febrero 1976. *9 de febrero de 1973", p. 4
308C. Pereilt. .Someter o cnnoencer. oh. dt . pp. 21-22.
309 El Pais. 28/6/75. "Antes y después dd 27 de Jumo de 1973", p. 7
31U kl Rus. 28/6/75. "Celebran Creación del Consejo de Estado", p. 8.
311 D9CB, I /7/75, Tomo 11. p. 9.
312 El/tato. 25/5/75 "Un tema pat a reflexionar' p. 5
3l3lbíd
314 El Pato. 8/1/75. "El Profesor Narundo le presento su renuncia al Presidente Unrdabrrr
p. 1; 22/2/75. "Instituto Histórico: Narando se aleja de la Presidencia" p. 5.
315 CONAE, DGESBS Nota Circular 10/975/JCF. 21/2/75.
316 Mensaje dd Presidente de la República del I de marzo de 1973. citarte m CONAE, DGE .11
Nota Circular 1372/975/JCF 9/5/75.
3I7CONAE. DGESBS. Nota Circular 1346/975/JCK. 13/1/75: 1349/975/66/74. 13/2/1
1393/975/JCF. 13/7/75: 1408/975/JCF. 5/9/75.
3I8CONAE. DGESBS. Nota Circular 1371 /975/JCF. 9/5/75.
319 S. Campodónieo • E. Masera - N. Sala. ob. ciL. p. 85.
320 J R Soto. ob. di., p. 25.
321 CONAE. DOEBS Nota Circular09/975/JCF. 17/2/1975: CONAE. DGESBS. Nota Circuí
39/975/JCF. 25/4/75.
122 CONAE. DGESBS. Nota Circular 20/975/JCF. 12/3/75.
323CONAE. DGESBS. Nota arrular 27/975/JCF. 3/4/75.
124 Esta asociación de cometidas sociales fue un esfuerzo de Josefina Herrón Puigde Borrtol vi
pora prestigiar la luí agen de su marido y dH Poder Ejecutivo. Entre otras actividad
‘Voluntarios de Coordinación Social" organizó a nivel nacional d concurso de dibu
infantiles auspiciado jwc la UNICLE. U» trabajo» debían dingirne a to Sra. de Pordal* <
Residencia Presidencial. El País. 20/G/75, "Dibujo» de Ntrios Uruguayos van a Gr
Concurso Mundial", p. 6: 22/6/75. Publicidad, p. 28. Véase también Ef Ras. 3/12/;
Publicidad p. 13.
325 CONAE. DGESBS. Nota Circular. 30/975/JCF. 15/4/75.
.126 CONAE, DGESBS Nota Circular 07/975/JCK. 30/1/75.
327 CONAE. DGESBS. Nula Circular 98/975/JCF. 20/8/75.
328 CONAE. DGESBS Nota amular 103/975/JCF. 27/8/75
UliCONAE DGESBS Nota Circular 53/975/JCP. 17/5/75.
330 £3 Rato. 22/5/75. "Cañar suspendió clases mariana de tarde" p. 9
331 CONAE. DGESBS. Nota arrular 88/975/JCF. 6/8/75.
332 CONAE. DGESBS. Nota Circular 20/975/JCK. 12/3/75
333 Facultad de Humanidades y Ciencias. Cotwervalorio Universitario de Música: 1 50 años
música umquoya* «-ido de 22 conciertos a realizarse en ei Rmmínfb de ia Uiuoersut
Montevideo CNH5. Mosca. 1975. En d mismo sentido, se convoco a un concurso de peen
sinfónicos y a otro de pintura, inspirados en tos "Hechos Histórico» de 1825" Ef R
16/4/75, Publicidad, p. 10; 28/4/75. Publicidad, p. 2.
.13-1 Mueva Pintos Cartas] ai, Biblipqrn/iri y/nenies niaüuas ulano 1 825. MoiUevfcJeo. CN11S. I ti
Ktavio A García. Las a¿vnUrii’ücuU>s de 1825 en la Rt» uncía Onenhil a ImuAs de lo pos
nopkilense. presentación y setorcwn periodística, Montevideo. Publiradones de la CNI
1976
.135 Juan Zorrilla de Son Martin. Juan ¡Borrtia de San Martin en ¡a prensa; esrrtuis y dLicun
recopüarión y prologo rte Antonio Sdllja Cecin. Montevideo CNHS. 1975: LaüqjendaRtl
rrcopUarión y prologo de Antonio Sduja Ccdn. Montevideo. Biblioteca Nacional. CNI
I‘175. LaLcyéndaRilria.procmkiddGraL EdgardoUbaldoGeiita.Monsi-vnWií • NI i l i
Avenir Rrwrll W lm«7« eprdeFlorencioSánchez. Montevideo CNHS. 1975; Aldtles DlCniv
Ayudaivlvu leer a Martin Fierro. Montevideo. CNHS. 1975. José Enriqur Elrheveny TV*
BjrartX'. Montevideo. CNHS. 1975: Anuro Sergio Vtora Ensayos sobre lltemiimt un «/«*
Montevideo. Biblioteca Nacional. CNHS. 1975; AKcibo Uambiasde Aaevedo. El mndtmismt
literario y otros estudios. Montevideo. CNHS. 1976.
336 Vicente A. Salaverrl Los troperos y otros citemos cki oampo. Montevideo. CNHS. 1975; Julio
C. Da Rosa. MimhIo chica Montevideo. Biblioteca N.vianal, CNHS. 1975.
337£2 País. 14/11/75 PuNirtdad. p 3.
336£1 heos. 10/7/75. 'UibBotoca Nacional editará de inmediato tres revistas", p. 5: 19/8/75,
'Muestra bibliográfico en la Bfcliotcca Nacional', p. 9.
339C. Krul de Azüa Los orígenes ríe ¡a nockrtnhdad ur^ui^a. ob. cit. pp 57 y 60-61
3400. Caetano • J. Rüia. 'Prologo', ob. dt.. p. 5.
341 El País. 16/4/75 Pubbodad, p. 10.
342 tJ Hits. 1/4/75. Publicidad, p. 6
343 BPnis, 29/6/75. Pubbodad p. 12.
344 £Z/tais. 16/11/75 Tmlabtlidad del Uruguay', p 10; 17/11/75. "Herrera y la Mabibdad dd
Uruguay*, p. 5.
345 F3 País 7/12/75.'£1 árbol de la Ciencia, del hien y dH Mal", p 12; El País. 14/12/75. "Una
cana dd profesor Washington LockiiarT. p. 6
346 £3 Soldado. mayo-junio 1975. "Uruguay-Paraguay y las puertas de la tierra-, p. 40.
347 El País. 21/12/76. 'Lloviendo sobre mojado", p. 19.
346 Hcbert Suárez. 25 de aposto. Interpretación y cumpruntsa. Ed Hrbert Suárrz FYanoo. Tallen»
Gráficos 33. Montevideo. 1975. pp. 12. 93 84. 96 97 y 10(M01.
349 Ibíd.. pp 93-9*1
350 £3 ftais 5/2/75, ”EI Poder Ejecutivo determinó ayer la nómina oficial de los Treinta y Tres
Orientales', p. 4.
351 Aníbal BarríosPintos. Los libertadores de ¡825. Montevideo Ediciones de la Banda Oriental
1976. En setiembre de 1975, el autor había recibido d Premio Nacional de Literatura en la
categoría de msuyos estéticos o tflemríos por su 'Historia de la Ganadería en Uruguay'. D
/tais. 3/7/75 'Otorgaron premios* de literatura", p. 4.
352 A. Barrios Pintos, ob. cli.
3S3DSCE. 8/4/75. Tbmo 9. pp 337-341
354 El /tais, 21/6/75. 'Homenaje a la Universidad a tres escritores uruguayos", p 4; 25/6/75.
'Rolary Club: evocaron a Herrera y Rrisslif. p 15; 7/11/75. "Florencio Sánchez 1910-
7 de noviembre 1975*. p. 14: 21/11/75. 'Inauguraran un busto a Fiat cutio Sánchez en
Cardona", p. 2a
355 Hugo Adiugar. 'Letras. La década del veinte: vanguardia y UiUlismo. El Intelectual y d
Estado’, pp 98-116 en AA_W . 17o. Cursos tnlemadanales de ueranot Vida y cultura en el
K» de la Plata Montevideo. Departamento de Publicaciones de la Universidad de la
República 1968.
35G El Salrladt> marzo 1975. 'Julio Herrera y Rdsstg • Floren rio Sánchez. En d Centenario Nd
dos figuras rutilantes de las letras nacionales', pp. 16-17.
357 Ibíd.
358 Biblioteca Nocional. Muría Eugenia Voz Ferretm. ¡875-1975: FkNtoginJkt. Montevideo. Impr.
Uruguaya Colombino. 1975, p 1
359 Biblioteca NadonaL Florencio SAnrhez: centenario de su nudnúenta 1875 1975. Blbfogrqfla.
Montevideo. IMM. Publicaciones y Prensa. 1975. p 3.
360 DSCE 25/2/75. Tbmo 9. p. 41.
361 DSCE. 4/3/75. Tomo 9. p. 75
362 Por ejemplo. H /tais. 31/12/75. 'El Ministro Darrarq resaltó la personalidad de Zorrilla', p. 5.
363 Por haber muerto en enero de 1975. d homenaje a Fernán Silva VakVz resumió lol
eiiiiltcvinliento dd canto a las cosas nuestras y el elogio a la kxspirtKktn de un [torta que
cmiurtió sus sueñasen H altar que rwenmeia ki saeta de in Poíno £3Soldado, iihu/o 1975.
"Fernán Silva Valdez Un poeta na»!vista en olas de la eternidad’, p. 17.
364 F3 Soldada febrero 1975. 'Para recuperar a nuestro t Jmguay. hablemos un mismo tdlom.i
Pabla', p. 12.
365 £. Irtgoyen. ob. cil.. p 22. FJ autor utiliza estas categorías pora analizar La ( «it ínula dr bn
Dioses, una obra de teatro dr 1831 de Joaquín Culebras.
366 £1 ftais. 19/4/75. Publicidad, p 24.
367RNL. 12/11/74 en CEIU. H Uruguay de la crisis a la diaalura 11967-19851. Cnjnukyki
comparada 11974-1966¡. ob. dt.
368a /tais, 30/8/75, 'Juana de Iharburou; He de tener mis sauces, mis mastines... niim
1 antea..."', p. 4. £3 ftais. 26/8/75. "Una justiciera coiKiccuradón a Juana de niartiuurou |nr
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S* terminó de imprimir en el mea de octubre de 1996
en Pettirossí srl.
Adolfo Lapuente 2289. Montevideo. Uruguay
Edición amparada en el Art 79 de la Ley N a 13 349
Depósito Legal N° 303 501
rara miuk
El imperativo de lo memoria hizo del posado dictatorial una preocupación
para la colectividad toda En cierto sentido, lo historio de los períodos
cercanos se construye siempre bo¡o b oresión de b memoria. Pero este se
ogtoiza cuando se trota de sucesos que marcaron hondamente la vida
personal y social.
Partiendo de que los "fracturas de memoria" no se relocionobon solamente
con bs violacones de los derechos humanos, sino que se vinculaban también
con gestos cotidianos que afectaron, entre otras muchas cosas, la relación de
lo comunidad con su posado, bs autoras se interrogan por lo escena público
durante la dictoauro, por las medidos que afectaron a los habitantes del país
más alió de su posición (rente al régimen
Desde una preocupación por la memoria social, se centran en el progromo
de conmemoraciones de bs ciento cincuenta oños de la Cruzado Libertadora,
realizado durante 1975, bajo el rótulo de ' Año de la Oriental dad".
Describen la porafernaiia patriótico que saturó b escena público y analizan
el uso político de to historio durante 1975. En ese año, desfiles, actos y
orengos nacional slas fueron promovidos como instancias de comunión, en
sustitución de bs bzos sociales abolidos. Al disolver los formas tradicionales
de organización político y social, d gobierno dictatorial buscó durante sus
primeros oños conformar espacios alternativos de ratificación En ese
contexto, las conmemoraciones históricos contribuyeron o encauzar b
búsqueda de apoyos y b necesidad de contrdor bs moni Estaciones
públicos.
Este libro busca trascender una lectura demasiado apegado a bs ovatares
políticos coyunturales e intento abordar los tradiciones nacionales en su larga
duración, en sus continuidades y rupturas a nivel historiografía? y pal tica, En
resumen, esta investigación indoga en los esfuerzos de los sectores dictato¬
riales por reformubr los contenidos y modalidades de la identidad nocional
Isabela Cosse |19óó| y Vania Markarian 1971) investigadoras en
Histono han centra¬
do su trabajo en
memorb social, iden¬
tidad nacional y en
estudios soPre la
concienciu histórica
nacional. Publicaron,
conjuntamente, Me¬
morias de !a Historia.
Una ap: oxidación al
estudio de la canden-
ckj/ustó'K.a TKJcional
(Trilce 1994)
TRILCE